YA ES SEMANA SANTA

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viernes, 7 de noviembre de 2025

DOMINGO XXXI

  SÁBADO

“ Ningún siervo puede servir a dos amos ”



Dios no está en contra del dinero si éste no ocupa el centro en nuestra vida. Es más, nos anima a ganarnos “las moradas eternas” con el dinero injusto si éste nos sirve para hacer el bien a los demás.

según san Lucas 16,9-15 

En aquel tiempo, aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: «Ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto. 

Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? 

No podemos servir a Dios con los criterios del mundo porque entonces se sirve al mundo y no a Dios. 

Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero». 

A muchos nos pasa que queremos servirlos a todos aparentando, como los fariseos, ser fieles al único Dios. Pero, no nos engañemos, Dios nos conoce por dentro

Los fariseos, que eran amigos del dinero, estaban escuchando todo esto y se burlaban de él. 

Y les dijo: «Vosotros os las dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones, pues lo que es sublime entre los hombres es abominable ante Dios». 

Ante estas palabras que Jesús nos dice hoy tendríamos que preguntarnos si el Señor es nuestro único Dios.

Dios libero, el mundo esclaviza. Dios nos da vida, las cosas del mundo os resta vida. Dios llena, las cosas del mundo deja siempre un vacío. 

Si no es así, ¿quiénes son nuestros dioses?


La riqueza se convierte en un amo cruel que me esclaviza y me avasalla, hasta el punto de quitarme libertad para optar por Ti. Lléname de tu amor, ese amor maravilloso que me deja libre para amarte a Ti y amar a los demás. Señor, sé Tú la verdadera riqueza de mi vida y desaparecerá en mí el deseo del dinero y de los bienes de este mundo.

VIERNES

“ Los hijos de la luz ”



La parábola del administrador astuto va dirigida a los discípulos: nosotros.
¿ qué es lo esencial de esta parábola? Lo que Jesús alaba es la “sagacidad”
Y esto lo explica diciendo que “los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz”.

según san Lucas 16,1-8 

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? 

Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando”. El administrador se puso a decir para sí: “¿Qué voy a hacer, pues mi señor me quita la administración? 

Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa”. 

Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?”. Este respondió: “Cien barriles de aceite». Él le dijo: «Toma tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta”. 

Luego dijo a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?”. Él dijo: “Cien fanegas de trigo”. Le dice: “Toma tu recibo y escribe ochenta”. 

Jesús dirige la parábola a los suyos, a los que seguimos sus pasos. Porque al seguidor de Jesús no le es posible mantenerse fiel y firme en su camino, sin dedicar tiempo al silencio y a la reflexión. Pero no cualquier silencio o reflexión; el silencio y la reflexión deben estar iluminados por la fuente de sabiduría que es la Palabra de Dios. Sin esto, la vitalidad del cristiano acabará siendo neutralizada por la mediocridad y la rutina.

Y el amo alabó al administrador injusto, porque había actuado con astucia. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz».



¿Y qué es ser hijo de la luz? el que cuida con misericordia del prójimo, el que habla y escucha con compasión a su hermano, el que construye una realidad donde Cristo esté presente como salvador, y no renunciar por comodidad o miedo a la práctica evangélica de la fe. 

JUEVES 

“ ¡Alegraos conmigo! ”


La conducta de Jesús acercándose a los pecadores no es más que la consecuencia de lo que hemos escuchado a san Pablo en la primera lectura: “En la vida y en la muerte somos del Señor”. Los cristianos somos del Señor. Queremos seguirle, queremos vivir como él vivió. Los pecadores son los que rompen con Jesús, van en dirección contraria, y dejan de disfrutar de la luz, el amor, la alegría que Jesús nos regala.

según san Lucas 15, 1-10 

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo: «Ese acoge a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo esta parábola: «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? 

Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice: “¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido”. 

Cómo no vamos a entender que Jesús, guiado siempre por su amor a todos nosotros, se acerque a los pecadores, para convencerles de que vuelvan a la amistad con él y disfruten de todos lo que nos regala. Jesús, que nos ama a todos, también a los pecadores, busca que no sigan por el camino que han emprendido, un camino equivocado que no les llevará a la alegría de vivir, la que nos proporciona Jesús. Siempre buscará a la oveja perdida, a la que se ha perdido por lugares oscuros y tristes.

Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. 

O ¿qué mujer que tiene diez monedas, si se le pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? 

Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas y les dice: “¡Alegraos conmigo!, he encontrado la moneda que se me había perdido”. 

Os digo que la misma alegría tendrán los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».


Un Dios-Padre que nos ama de esta manera, es motivo suficiente para llenar nuestro corazón de alegría. Gracias por ser como eres, gracias porque no puedes, no sabes y no quieres hacer otra cosa que amarnos.


MIERCOLES

“ Quien no lleve su cruz detrás de mi no puede ser discípulo mio ”


En sus invitaciones a seguirlo, siempre afirma que, ese seguimiento, implica liberarse de ataduras, algo nada fácil, dada nuestra tendencia a dejarnos llevar por valores materiales.

según san Lucas 14, 25-33 

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. 

Las palabras de Jesús son muy exigentes. Somos libres de seguirlo o no, pero quien lo siga, sabe a qué tiene que renunciar: a sí mismo.

Jesús quiere que cada uno de sus seguidores cargue su cruz. Tú sabes cuál es la tuya. De sobra lo sabes. Ya sabes lo que tienes que hacer. Haz tus cálculos y comprueba si estás dispuesto a un seguimiento tan exigente como el que pide Jesús o déjalo estar.

Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?

Las parábolas de la torre y de la guerra son un toque de atención para exaltados; para hombres y mujeres de grandes sueños y de pequeñas realidades. A Jesús no le complacen las multitudes. No le seduce la inflación del concepto cristiano prevalente en un reciente pasado en países de cristiandad. No le convencen los que se dicen católicos y no conocen el ABC del Evangelio.

 Considera ridículo hacerse pasar por seguidor suyo y no vivir conforme al Evangelio.

 No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “Este hombre empezó a construir y no pudo acabar”.

 ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil? 

Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. 

Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío». 


Señor, hoy tu evangelio es fuerte, exigente. La adhesión a tu persona está por encima del amor a los padres, los hermanos y hasta de uno mismo. Yo lo acepto, Señor, pero te pido que me ayudes, que me des fuerza para cumplir lo que me exiges. Yo sé que “tu yugo es suave y tu carga es ligera”.

MARTES

“ Sal por los caminos y senderos, e insísteles hasta que entren ”



del santo evangelio según san Lucas 14, 15-24 

La enseñanza de esta parábola es clara.

En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús: «Bienaventurado el que coma en el reino de Dios!». Jesús le contestó: «Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó a su criado a avisar a los convidados: 

el motivo de nuestra alegría es una Buena Noticia tan deleitosa como ese banquete de la parábola en que nos van a agasajar con ricas viandas sobre blancos manteles de hilo.

Es la dicha del misionero, de quien proclama la Buena Nueva a tiempo y a destiempo, como nos dirá San Pablo.

Primero, la generosidad del anfitrión que no quiere que su banquete se pierda: «venid, que ya está preparado»; 

“Venid, que ya está preparado”. Pero todos a una empezaron a excusarse. 

 El primero le dijo: “He comprado un campo y necesito ir a verlo. Dispénsame, por favor”. 

 Otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor”. Otro dijo: “Me acabo de casar y, por ello, no puedo ir”. 

segundo, el olvido del banquete y el desprecio al anfitrión por parte de los primeros invitados; 

A menudo nos quedamos en la apariencia de esta hermosa parábola de los invitados al banquete y nos exhortamos a no ser como esos personajes tan ocupados con sus posesiones, sus habilidades o sus placeres mundanos que rechazan el convite. 

 El criado volvió a contárselo a su señor. Entonces el dueño de casa, indignado, dijo a su criado: “Sal aprisa a las plazas y calles de la ciudad y tráete aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos”. 

Pero, en realidad, el buen Padre nos quiere como ese criado del Evangelio de hoy al que su señor envía a las plazas y a los caminos a proponer a quienes pasan por allí el festolín que se ha dispuesto.

 El criado dijo: “Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio”. Entonces el señor dijo al criado: “Sal por los caminos y senderos, e insísteles hasta que entren y se llene mi casa.

y tercero, una nueva invitación destinada “a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos”, los mismos que Jesús había indicado al fariseo que lo había invitado.

 Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete”».



Y tú, ¿te ves a ti mismo como los estirados convidados que excusan su asistencia o como el humilde servidor inútil cuya sola misión es insistir a cuantos encuentra para que acepten la invitación de parte de su amo? Si tienes dudas, mira un instante la foto y déjate contagiar por la alegría del Evangelio.

LUNES

“ Dichoso tú, porque no pueden pagarte ”


En el Evangelio de hoy, la llamada es clara, no realices las cosas esperando que te las devuelvan, nos invita a descubrir la gratuidad. Entrar en la dimensión de la gracia, si todo es don, no podemos quedarnos simplemente en dar cosas o algo de nuestro tiempo, la llamada es mayor, hasta darnos a nosotros mismos.

según san Lucas 14,12-14 

En aquel tiempo, Jesús dijo a uno a de los principales fariseos que lo había invitado: 

«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. 

El Señor nos invita a poner en practica la generosidad a fondo perdido, debemos ser generosos sin esperar recibir nada por ello. Y hacer la vida amable a quienes nos rodean, aunque alguna vez nos parezca que no somos correspondidos. Y todo con corazón grande, sin llevar una contabilidad de cada favor prestado. La caridad no busca nada, la caridad no es ambiciosa.

Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos»


Dar, sembrar, darnos aunque no veamos fruto, ni correspondencia, ni agradecimiento, ni beneficio personal aparente alguno. Ya la tendremos con abundancia, “te pagarán cuando resuciten los justos”. La caridad no se desanima si no ve resultados inmediatos; sabe esperar, es paciente. Que el Señor nos permita hoy crecer en su amor y en la gratuidad. Recuerda que en generosidad nadie le gana a Ntro. Señor.

DOMINGO

“ Yo soy la Resurrección y la Vida ”





Conmemoramos a los Fieles Difuntos y el Evangelio nos habla de VIDA. No, no es una contradicción, es la realidad que Cristo vino a traer a la tierra.

según san Juan 11, 17-27 

Cuando Jesús llegó a Betania, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos quince estadios; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano. 

Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá». 

Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». 

Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección en el último día». 

Allí donde está Cristo está la vida. Donde Jesús mora viven la esperanza y la alegría. Con Él se acabaron las tinieblas y se abrió paso la luz. Si de verdad creyéramos en La Palabra, si la hiciéramos nuestra, la separación de un ser querido sería motivo de gozo puesto que ya vive en presencia de Dios.

Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?». 

Hoy es el día para celebrar a los que fueron fieles a Dios, a los que compartieron su paso por este mundo con todos nosotros. Es humano llorar su pérdida pero debemos hacer el esfuerzo de superar la tristeza y ver con los ojos del alma que con Cristo seremos resucitados

Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».


vivir los acontecimientos de la vida, grandes y pequeños, conscientes de estar siendo moldeados como el barro en manos del alfarero. Él solamente nos pide que nos abandonemos a Él con total confianza. Si nos acostumbramos a contemplar el final de Jesús, aprenderemos a hacer lo que Él hizo: inclinar la cabeza y poner nuestro ser en sus manos.

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