YA ES SEMANA SANTA

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lunes, 1 de septiembre de 2025

DOMINGO XXII

 MARTES

“ ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ”


La jornada en Cafarnaún empieza con una predicación en la que los coetáneos perciben autoridad, esto es, Jesús no se limita a reseñar renglones y rúbricas de enseñanzas tradicionales de escuelas rabínicas, sino que incorpora una nueva explicación.

según san Lucas 4, 31-37 

En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad. 

Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu de demonio inmundo y se puso a gritar con fuerte voz: ¡Basta! ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? 

Sé quién eres: el Santo de Dios». 

Pero lo más sorprendente, a nuestros ojos, es que sea el endemoniado el que “revela” a Jesús como el Santo de Dios, es decir, el enviado del Padre.

Pero Jesús le increpó diciendo: «¡Cállate y sal de él!» Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño. 

El poder de Jesús confirma la autoridad de su enseñanza. Él no pronuncia solo palabras, sino que actúa. Así manifiesta el proyecto de Dios con las palabras y con el poder de las obras.

Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí: «¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen». 

Y su fama se difundía por todos los lugares de la comarca.


Señor, hoy en este evangelio, me sorprende que seas tan admirado. Tienes algo íntimo, profundo, inefable, misterioso para aquellas personas de tu pueblo. Y me pregunto, ¿por qué hoy, en nuestra cristiana Europa, ya no eres admirado, ni tenido en cuenta, y, en algunos casos, eres rechazado? Tú, Señor, eres el mismo. Pero nosotros, tus seguidores, somos distintos. No te seguimos con interés, con entusiasmo, con alegría, con convencimiento. Ayúdanos a cambiar.

LUNES

“ Hoy se cumple esta escritura ”



según san Lucas 4, 16-30

 En aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. 

Jesús anuncia a sus paisanos de Nazaret su misión. Lo hace en la sinagoga, en la asamblea donde se lee la Escritura y los varones adultos comentan las enseñanzas contenidas en ella. Jesús las domina y hace un anuncio mesiánico para el que sus vecinos no están preparados.

Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor». Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. 

Le pasó a los nazarenos y nos pasa a nosotros, a menudo ensoñados con una vida eterna como una prórroga, un tiempo añadido a la vida terrena, sin darnos cuenta de que Jesús está leyendo la profecía de Isaías cada dia de nuestra existencia para recordarnos la misión: evangelizar a los pobres, libertar a los cautivos, devolverle la vista a los ciegos… 

Esa es nuestra misión. Ahora. El tiempo de Dios no admite demoras.

Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír». Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca. 

Y decían: «¿No es el hijo de José?». Pero Jesús les dijo: «Sin duda me diréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”, haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún». 

Y añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. 

Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán y el sirio».

 Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo. 

Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.


Pero Jesús en nombre de Dios proclama gracia para todos, es decir regalo, gratuidad, perdón, acogida, aceptación, habla de saberse querido/a en la misericordia y amor incondicional de Dios.

DOMINGO

“ El que se humilla será enaltecido ”



Humildad y amor gratuito parecen ser los ejes desde los que el Señor nos propone repensar nuestras relaciones humanas.

según San Lucas 14, 1. 7-14 

En sábado, Jesús entró en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y venga el que os convidó a ti y al otro, y te diga: “Cédele el puesto a este”. 

Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. 

Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: “Amigo, sube más arriba”. 

No es necesario ser Jesús para dar semejante lección de sensatez. Cualquier persona mínimamente sabia entiende que la grandeza humana es discreta.

Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido». 

Y dijo al que lo había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. 

Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos».

Dios invita a la vida a todos sin que nos lo merezcamos. Los únicos méritos de los presumir son los de quien murió por nosotros en la cruz. Nosotros no tenemos nada que no nos sea dado. Por eso cantó muy inspirado el poeta: No me tienes que dar porque te quiera, pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera.



CAPITULO GENERAL DE LA ORDEN DE SAN AGUSTÍN

Roma | 1 de septiembre de 2025

 En la Basílica de San Agustín en Campo Marzio


Llegada











Rezando ante la tumba de Santa Monica

El Santo Padre León XIV presidió la Santa Misa por el inicio del Capítulo General de la Orden de San Agustín. 





En la Misa votiva del Espíritu Santo, pedimos que Él, por quien el amor de Cristo habita en nuestros corazones (cf. Rm 5,5), guíe su trabajo día a día.







El Espíritu Santo habla, hoy como en el pasado. Lo hace en la «penetralia cordis» y a través de los hermanos y las circunstancias de la vida. Por ello, es importante que el ambiente del Capítulo, en armonía con la tradición centenaria de la Iglesia, sea de escucha: de escucha a Dios y a los demás.
Sin embargo, hay un punto de reflexión más que quisiera destacar en lo que la Liturgia de la Palabra nos ofrece hoy: el valor de la unidad. En la primera lectura, san Pablo, hablando de la comunidad de Corinto, ofrece una descripción fácilmente aplicable a esta asamblea. De hecho, también aquí, «a cada uno se le da la manifestación del Espíritu para el bien común» (1 Co 12,7); también aquí «todo esto lo obra un mismo Espíritu, que reparte a cada uno como quiere» (v. 11); y de ustedes también puede decirse que «así como [...] el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, aunque muchos, son un solo cuerpo, así sucede con Cristo» (v. 12).



 En su homilía invitó a vivir este tiempo como un don del Espíritu Santo con tres actitudes fundamentales: 

 Escucha – a Dios y a los hermanos. 

 Humildad – reconociendo que las respuestas vienen de É

 Unidad – signo verdadero de la presencia del Espíritu. 






 “Avrete lo Spirito Santo quando acconsentirete che il vostro cuore aderisca all’unità attraverso una carità sincera” (San Agustín). Un momento de gracia para toda la Iglesia y de manera especial para la gran familia agustiniana.  



https://www.youtube.com/live/J9Z3lS3K_3w?si=HJnGCt3BtKeTGlA4