santo evangelio según san Juan (15,1-8)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Hoy celebramos la fiesta de santa Brígida de Suecia.
En la mayoría de los países es memoria libre pero en Europa es fiesta porque es una de las patronas de Europa. Fue una santa viajera. Desde su Suecia natal peregrinó a Compostela, a Roma y a Tierra Santa, los tres lugares de referencia religiosa en el Medioevo.
Habló a las autoridades civiles y eclesiásticas. Fustigó la corrupción. Nadie, ni siquiera el Papa, se vio libre de sus admoniciones.
Su patronazgo se debe sin duda alguna a todo el esfuerzo que hizo para que el papado volviera a Roma de su exilio en Aviñón.
Brígida vivió el Evangelio que acabamos de proclamar pues descubrió que solo permaneciendo en el Señor una vida puede dar fruto porque sin Él no podemos nada y ella siendo laica y mujer, se dejó llevar por el Espíritu y fue portadora de un espíritu profético que le llevaba a denunciar la mala conducta y los errores de papas, reyes y nobles. Sin miedo, sin importarle las consecuencias, porque su vida estaba sentada sobre la roca firme de la fe.
Hoy nos hacen falta hombres y mujeres en la Iglesia que, como santa Brígida, sean profetas del Espíritu, que nos llamen a la unidad, a ser fieles al Evangelio, que recuerden a nuestros pueblos que, por encima del consumismo y del bienestar, está la solidaridad y la unidad, la fraternidad y la justicia.
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