SÁBADO
“ Yo os he escogido ”
según san Juan 15, 18-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros.
Ese mundo que ha odiado a Jesús nos puede seguir odiando también a nosotros hoy. El verdadero discípulo de Jesús acepta ese rechazo porque así se parece más a Jesús. No olvidemos que hemos sido objeto de una elección divina, como dice el evangelio de hoy.
Cada uno de nosotros puede decir: “Me ama a mí”. “Conoce mi nombre”. Para saber qué significa ser llamado por nuestro propio nombre, habría que acudir a la experiencia de María Magdalena cuando Jesús Resucitado le dice: ¡María!
Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.
Ese nombre pronunciado por Jesús con cariño y admiración le bastó para creer en la Resurrección y convertirse en primera discípula.
Recordad lo que os dije: “No es el siervo más que su amo”. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió».
VIERNES
“ Hace tanto que estoy con vosotros ¿y no me conoces? ”
Evangelio según san Juan 14, 6-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí». «Si me conocéis a mi, conoceréis también a mi Padre.
Jesús enseña a sus discípulos la triada de su esencia: Camino, Verdad y Vida. El Evangelio no lo escribe con mayúsculas, pero a nosotros conviene resaltarlo para que no nos quepan dudas de que Jesucristo es el Camino para ir al Padre, es la Verdad que resplandece y la Vida que plenifica. Hijo y Padre son un mismo Dios en comunión con el Espíritu Santo.
Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre" ? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí?
Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras, Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.
Pero a nosotros, como a Felipe, nos cuesta entenderlo. Porque nosotros también llevamos muchos años llamándonos cristianos, siguiendo a Cristo, pero sin comprender del todo que el Padre y el Hijo son uno. «Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia», dice abiertamente para que no quepan dudas, para que no quepan dudas de la naturaleza divina encarnada. Jesús lanza una advertencia, casi implorando: si no me creéis a mí, creed a las obras.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».
Señor, necesito un mayor y mejor conocimiento del Padre. Él es el principio de todo bien y será el término final de todo. Él es la causa y origen de nuestra felicidad y también la meta final hacia la que nos dirigimos. Pero este origen y esta meta necesitan un camino. Y ese camino eres Tú, Señor, el hijo amado del Padre. Enséñanos a amar al Padre, a descansar en el Padre, a poner también, como Tú, nuestra alma en sus manos antes de morir.
JUEVES
“ Así os he amado yo ”
según san Juan 15, 9-11
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Seguimos con la invitación de continuar unidos al Señor, “Permaneced en mi amor, para que vuestra alegría sea plena”, para que su amor inunde nuestra vida y su gozo habite en nosotros y nuestra alegría sea completa.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Nos encontramos con la esencia del cristianismo, con el amor de Dios, amor que debe estar en el centro de nuestra existencia. Es importante que miremos al Señor y nos preguntemos: ¿Cómo fue el amor de Jesús?
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud».
Estamos invitados a vivir nuestra vocación de amor, para el amor y en el seguimiento a quien tanto nos ama.
MIÉRCOLES
“ El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante ”
según san Juan 15, 1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Lo esencial de nuestra vida cristiana no es saber que estamos unidos a Cristo como los sarmientos a la vid. Lo importante es vivirlo, experimentarlo, disfrutarlo. Separarse es arrancarse.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
. Algo duele por dentro cuando me separo de Jesús. Separarse es “secarse”. Algo terrible pasa en mi vida cuando me separo de Jesús. ¿Para qué sirven unos sarmientos separados de la vid? Sólo para alimentar el fuego.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.
Sin Cristo, mi vida se va apagando, se va secando, se va muriendo. En cambio, el sarmiento unido a la vid, echa yemas, pámpanos, uvas. ¡Qué vida tan llena! Por otra parte, en la vida práctica, una vid sin sarmientos tampoco produce frutos. ¡Qué responsabilidad tan enorme!
Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
Señor, hoy necesito que me hagas entender vivencialmente esta relación que se da entre la vid y los sarmientos. Una misma sangre de vida divina corre debajo de mi piel. Mi pobre, frágil y menesterosa vida humana está sostenida y alimentada por la Vida,
MARTES
“ Mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo ”
según san Juan 14, 27-31a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo.
el Evangelio según san Juan comienzan los discursos de despedida. El Señor junto con dejarnos “su paz”, habla abiertamente de su partida al Padre; es necesario que Él vuelva al Padre desde donde tiene su origen, para que vuelva a nosotros. de este modo, su partida no ha de generar corazones temerosos ni acobardados, sino corazones que comprendan lo que pasa
Que no turbe vuestro corazón ni se acobarde.
Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo.
Su amor está por encima de todo lo que pueda ofrecernos el mundo. Con todo esto se nos va preparando para la venida del Espíritu Santo, que nos permite reconocer la obra del Señor, que nos moviliza a esos lugares donde el Señor quiere que estemos y hablemos en su nombre
Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.
Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el príncipe del mundo; no es que él tenga poder sobre mi, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que, como el Padre me ha ordenado, así actúo yo».
Que en este día su paz habite en nosotros y sobre todo que no tengamos miedo, porque sabemos que con el Señor todo lo podemos y para Él nada es imposible.
En el Evangelio de hoy el Señor nos ofrece la PAZ. La paz a la que se refiere es el resultado de una unión íntima con Él. Es un fruto de la presencia del Espíritu Santo en nuestras almas, y que hay que pedir en la oración humilde.
LUNES
“ Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra ”
santo evangelio según san Mateo 11, 25-30
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
DOMINGO
En este V Domingo de Pascua, la liturgia nos invita a permanecer unido al Señor, alimentándonos de su Palabra y Vida para dar abundantes frutos como verdaderos discípulos. Por eso, el Evangelista Juan nos invita a permanecer en Cristo. Permanecer en el Resucitado consiste en permanecer en su amor.
“ Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador ”
según San Juan 15, 1-8
Se trata de una afirmación absoluta de Jesús: “Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador”.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.
A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Jesús está diciendo a sus discípulos que ellos han sido “podados”, han sido limpiados por la Palabra del Padre que han recibido de Él, con el mismo cuidado y diligencia que un labrador poda “a todo el que da fruto… para que dé más fruto”.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.
"El que permanece en mí... ése da mucho fruto". La viña de los hombres es en lo sucesivo, y para siempre, la viña de Dios.
Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Esta conversación de Jesús con sus discípulos se da en el contexto de la sobremesa de la última cena. Jesús sabe que el fin de su vida terrena está cerca; de ahí su insistencia en que los discípulos permanezcan unidos a Él, pues sabe que a ellos les queda una larga y ardua misión por delante. Y solo permaneciendo unidos a Él y a su Palabra, podrán tener éxito.
Juan recalca esa insistencia, poniendo siete veces (la insistencia de Juan en el número 7) en labios de Jesús el verbo “permanecer”, entre los versículos 4 al 8.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
!¡Dichoso tú si te sientes sarmiento y reconoces que la savia que corre por las venas de tu vida, es el mismo espíritu de Dios!¡Dichoso el que ha descubierto que sin Cristo no puede hacer nada! ¡Estamos inundados de la gracia de Dios! ¡Como para no estar contentos y contagiar nuestra alegría a los demás!
Esta conversación de Jesús con sus discípulos se da en el contexto de la sobremesa de la última cena. Jesús sabe que el fin de su vida terrena está cerca; de ahí su insistencia en que los discípulos permanezcan unidos a Él, pues sabe que a ellos les queda una larga y ardua misión por delante. Y solo permaneciendo unidos a Él y a su Palabra, podrán tener éxito. Juan recalca esa insistencia, poniendo siete veces (la insistencia de Juan en el número 7) en labios de Jesús el verbo “permanecer”, entre los versículos 4 al 8.
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