» Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!» El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.
Lucas 7, 11-17
¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!
Un texto dramático.
Una mujer viuda, con lo que eso suponía en la Palestina de aquella época, que pierde a su único hijo y, por lo tanto, quedaba desprotegida por completo sin un varón que la sustentara.
Jesús se compadece de tal circunstancia y se atreve a hacer algo impensable incluso para sus seguidores, que se quedan petrificados.
Tocar un cadáver era motivo de exclusión de la vida pública y requería de ritos de purificación durante al menos una semana para volver a incorporarse a la sociedad. Y, sin embargo, Jesús se atreve a cruzar esa frontera… que él no ve porque el joven no está muerto y obedece su orden de levantarse.
Es una exhortación fuerte, sin componendas: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!».
De hecho, te la está repitiendo a ti, que estás medio muerto en vida. Levántate.
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