YA ES SEMANA SANTA

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viernes, 12 de agosto de 2022

DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO

SABADO

La cercanía de Jesús con los niños es una de las estampas más bellas del Evangelio. Los niños, con los ojos bien abiertos, van descubriendo la vida con sorpresa, con admiración.

Vemos en primer plano a Jesús y sus discípulos. Están serios porque están hablando sobre el matrimonio, y el divorcio y el celibato; los discípulos no están de acuerdo con Jesús. En segundo plano vemos a unas mamás que empujan a sus niños para que se acerquen a Jesús y les bendiga. Lucas (18, 15) dice que los niños eran pequeños. Las mamás no son mencionadas por ningún evangelista, pero tienen que estar ahí.

según san Mateo 19,13-15

En aquel tiempo, le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orase, pero los discípulos los regañaban. 

Es necesario hacerse como niños para recibir el Reino de Dios con sencillez, como un regalo gratuito. Como los discípulos no entienden todavía esto, todos a una regañan a aquellas mamás. Para ellos los asuntos del Reino son cosa seria; no son cosa de niños o de mamás.

 Jesús dijo: «Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos». Les impuso las manos y se marchó de allí.

Nos compete a los adultos, llevar al encuentro con el Señor, a los niños, a los más jóvenes. Somos responsables de ayudar a cultivar en los niños la fe de su Bautismo, de irlos acercando al amor de Jesucristo, de presentarlos a la Virgen, de que aprendan a dirigirse a su Padre celestial, que se sepan cuidados por su Ángel de la Guarda, que sientan sobre sus cabezas las manos del Señor, bendiciéndolos.

VIERNES

“ Ya no son dos, sino una sola carne ”


En el Evangelio de hoy nos encontramos con la vocación matrimonial y con la vocación al celibato. Ambas necesarias y ambas se desarrollan como vocación al amor.

   según san Mateo 19,3-12 

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: «¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer por cualquier motivo?». 

Lo sorprendente del relato, es la actitud moralizante de los fariseos, que solo aceptan como falta la infidelidad de la mujer, del varón infiel ni palabra. Es imagen de la forma solapada que tenemos para afirmarnos en nuestras teorías condenatorias, que nos llevan a acciones extremas, convenciéndonos de estar en la verdad: “Si esa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse»

 Él les respondió: « ¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne”? 

De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».

 Ellos insistieron: « ¿Y por qué mandó Moisés darle acta de divorcio y repudiarla? ». 

 Él les contestó: «Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres; pero, al principio, no era así. Pero yo os digo que, si uno repudia a su mujer - no hablo de unión ilegítima - y se casa con otra, comete adulterio». 

 Los discípulos le replicaron: «Si esa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse». 

Al ponerlo directamente bajo el amor de Dios, el matrimonio adquiere un matiz sobrenatural, lejos de los manejos con que los hombres tratamos las cosas terrenales.

 Pero él les dijo: «No todos entienden esto, solo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos ellos mismos por el reino de los cielos. 

El que pueda entender, entienda».

Los sueños de Dios sobre el matrimonio eran bellísimos, las intenciones no podían ser mejores: ponerles en un Jardín de delicias. ¿Qué ha pasado? ¿Qué está pasando? Te pido que ayudes a tantas parejas malogradas, a tantos niños que, sin ninguna culpa, tienen que pagar muy caro los errores de sus padres.

JUEVES

“ ¿Cuántas veces tengo que perdonar? ”


El perdón humano, el que nos ofrecemos unos a otros sinceramente, es limitado. Pedro hace la pregunta en línea con la mentalidad judía de aquella época, donde cada escuela rabínica establecía una tarifa para perdonar la ofensa del prójimo. Había rabinos que llamaban a perdonar varias veces, por eso el número siete le parece al apóstol un número suficientemente elevado de reconciliaciones

según san Mateo 18, 21-19, 1 

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?». 

 Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. 

Pero Jesús le responde con una abrumadora desproporción que son esos setenta veces siete inconcebible para un pueblo legalista que vivía con una medida retributiva para cada cosa, también los agravios de los hermanos.

Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. 

El Señor está introduciendo a su grupo de seguidores en la misericordia del Padre, que es infinita e inagotable.

Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. 

 El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo". Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. 

Pero, al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes". 

 El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré". 

 Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. 

 Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. 

Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?". 

 Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano». Cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.

Perdona nuestras ofensas como también nosotros  perdonamos a nuestros deudores.

MIERCOLES

“ La alegría de la entrega a Dios y al prójimo ”


En el Evangelio de hoy, el Señor utiliza el ejemplo del grano de trigo y nos dice que para dar fruto es necesario pasar por la muerte. Se nos habla de la muerte como generadora de vida. 

Dar la propia vida es condición para la fecundidad, es la suprema medida del amor. La vida es fruto del amor y no brota si el amor no es pleno, si no llega al don total. Amar es darlo todo, entregarlo todo, sin escatimar nada; hasta desaparecer. 

El Señor hace realidad esta palabra porque va a entregarse por los demás. Y esto no es un fracaso, todo lo contrario, es la victoria del amor sobre el mal.

según san Juan 12, 24-26 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. 

 El que ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. 

El que quiere servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sierva, el Padre lo honrará».


«El que se ama a sí mismo pierde su vida, pero el que ofrece su vida por los demás la salvará.». El temor a perder la vida nos hace caer en el egoísmo, nos encierra en la búsqueda de nuestros intereses, nos genera muchos miedos, es el gran obstáculo al compromiso por los demás . Sin embargo, el que ofrece su vida por los demás, ama de verdad, se olvida del propio interés y seguridad, lucha por la vida, la dignidad y la libertad, intenta hacer del día a día una entrega por amor.

MARTES

“ Las que estaban preparadas entraron ”



«El Evangelio de hoy es una célebre palabra, que habla de diez jóvenes invitadas a una fiesta de bodas, símbolo del Reino de los cielos, de la vida eterna. Es una imagen feliz, con la que sin embargo Jesús enseña una verdad que nos hace cuestionarnos; de hecho, de aquellas diez chicas: cinco entran en la fiesta, porque, a la llegada del esposo, tienen aceite para encender sus lámparas; mientras que las otras cinco se quedan fuera, porque, tontas, no han llevado aceite.

según san Mateo 25,1-13 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: - "Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. 

Llega la hora final, el Esposo se aproxima y las vírgenes aguardan el momento del encuentro definitivo para mirar cara a cara a quien han tenido en el corazón todo el tiempo. Pero ya no hay tiempo para más.

Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. 

A medianoche se oyó una voz: - ¡Que llega el esposo, salid a recibidlo!. Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. 

Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas". 

Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os compréis". 

 Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete, y se cerró la puerta. 

Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos". Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco". 

Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora".


Hoy, Señor, quiero iluminar la lámpara de mi vida con la tuya. “Quiero que tu luz me deje ver la luz” (Sal. 36,9). 

 La lámpara de mi vida con frecuencia se apaga, si no se deja iluminar por tu Luz. Yo no puedo presumir de ser astro con luz propia; pero no me importa con tal de ser iluminado por Ti, mi Sol, que alumbras siempre y nunca te apagas.

LUNES


Lo matarán, pero resucitará

Se trata del segundo anuncio de la pasión. Si el primer anuncio provocó una fuerte resistencia por parte de los discípulos y especialmente de Pedro, este segundo anuncio no es recibido con oposición, pero sí con “tristeza”.

según san Mateo (17,22-27):

 En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús: «Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día.»

 Ellos se pusieron muy tristes. 

Jesús les anuncia la Pasión a los suyos, los introduce en el misterio de su Resurrección gloriosa tras la Muerte redentora, pero la única reacción que anota el evangelista es un sentimiento de tristeza.

Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?» Contestó: «Sí.» 

Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?» 

Contestó: «A los extraños.» Jesús le dijo: «Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. 

Cógela y págales por mí y por ti.»

También nosotros somos esclavos, en muchas ocasiones, de las emociones, apegados a los sentimientos que experimentamos en presencia de Dios.

 DOMINGO

“ No temas, pequeño rebaño ”



según San Lucas 12, 32-48 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino. 

Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. 

Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. 

Saberse en posesión de un tesoro, proporciona unas energías tan fuertes que esa persona es incapaz de vivir adormilada.

Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. 

Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo. Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.

 Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre». 

Con el Evangelio de hoy Jesús intenta avisarnos del peligro que todos corremos de amodorrarnos; quiere que nunc abajemos la guardia. Para ello recurre a tres parábolas: la del esposo, la del ladrón y la del amo. Para que nunca nos adormilemos es necesario poner atención a los pequeños detalles de cada día. Quizá son cosas que nadie tiene en cuenta, como tantos pequeños y escondidos actos de servicio con los que facilitamos la buena convivencia.

Pedro le dijo: «Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?». 

Y el Señor dijo: «¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas? 

Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles. 

El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos. 

Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá».



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