1º
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 22-23.26
Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Ojala, nosotros, pudiéramos decir: “Aquí tenéis al hombre”.
Nunca como hoy el mundo necesita de la presencia de Dios aunque,a simple vista, parezca rechazarlo. ¿Por qué ponemos sordina a todo lo que sea referencia a la fe? ¿Por qué en tono menor lo que es anuncio de vida eterna y llamada a una vida mejor?
Las espinas y el manto púrpura, lo colocamos sobre Cristo cuando, lejos de entregarnos a su causa, lo relegamos al silencio por nuestra falta de criterio o de valentía para expresar, defender y vivir la fe. En esta primera estación no podemos olvidar tantos acontecimientos eclesiales que estamos celebrando en el presente año: Quinto Centenario de Santa Teresa de Jesús, Bicentenario de San Juan Bosco, el Año de la Vida Consagrada o este mismo momento de gracia que es este víacrucis. Dos frases para iniciar este pensamiento de dos grandes santos:-“Cuántas almas se pueden ganar con el buen ejemplo” (San Juan Bosco)-“¿Qué nos puede preocupar si estamos en los brazos de Dios, aunque nos culpe la gente”?(Teresa de Jesús)
Señor pequé, ten piedad y misericordia de nosotros Padrenuestro
2ª Estación:
Jesús con la cruz a cuestas Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 27-31
Luego lo escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella en la cabeza. Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar. ¿Quién ha dicho que la cruz es una aguafiestas en la fiesta de nuestra vida? San Pío de Pieltrecina ( referente también para la vida consagrada) solía decir:“ Casi todos vienen a mí para que les alivie la Cruz; son muy pocos los que se me acercan para que les enseñe a llevarla”. Cuánto nos impresionan las noticias de miles de cristianos masacrados por el Estado Islámico. Pero, mucho más, nos impactan las escenas y testimonios de que –ninguno de ellos-¡NINGUNO DE ELLOS! (silencio)...renuncian a su fe.
Cierran los ojos al mundo, cruelmente, fundidos a la cruz de Cristo. Ellos, la cruz, no la llevan como muchos de nosotros sólo en el pecho. No la defienden exclusivamente en las escuelas o en las cumbres de los montes. Ellos, nuestros hermanos perseguidos por causa de su fe (y vergonzosamente silenciados por Occidente) llevan la cruz en su sangre y, por ella, con Cristo crucificado en ella, están dispuestos a dar último aliento de sus vidas. No es mérito sólo de ellos. El martirio, en esas circunstancias, siempre es DON DE DIOS.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de nosotros Padrenuestro
3ª Estación: Cae el Señor por primera vezTe adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundoLectura del libro del profeta Isaías 53, 4-6Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso,herido por Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes.Estamos acostumbrados a caer: queremos la perfección y nos damos cuenta que repetimos los mismos errores. Aspiramos aser buenos (y como dice San Pablo) nos echamos en brazos del mal. Intentamos mirar hacia el cielo y, las cloacas del mundo, nos engullen como si fuéramos agua sucia que no puede ser reciclada. Las caídas de Jesús, camino del calvario, no fueron tres ¡fueron muchas más! Y, esas caídas, dan sentido a esos golpes que hacen de nuestra historia un drama inacabado. Y es que, a veces, el ser humano se empeña en ser más un lobo consus semejantes que en comprender, ayudar y levantarles desituaciones penosas. ¿Qué haces tú allá donde ves gente caída? ¿Ayudas o pasas de largo? ¿Levantas y aplastas? ¿Lloras o ríes? Luchas o más bien dices:“este mundo es así” “hay quien triunfa y hay quien es vencido”.Señor pequé, ten piedad y misericordia de nosotrosPadrenuestro
4ª Estación: Jesús encuentra a su MadreTe adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundoLectura del Evangelio según San Lucas 2, 34-35.51Simeón los bendijo y dijo a María, su madre:«Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma».¡Soy María! Lo acogíen plena juventud en Nazaret. Lo llevé en mis entrañas. Lo acerquéa los secretos y misterios de Dios. Lo perdíy lo encontré. Lo escuchéy, en algunos momentos, hasta medesconcertó. ¡Si! ¡Soy María! En silencio lo recibíentre el aliento del buey y la mula, en medio de la noche oscura pero estrellada. ¡Soy María! En silencio, camino del Gólgota, fijo misojos en Cristo –y también detengomis ojos en vosotros los hijos del siglo XXI-para hacernosverque, hoy, aquí y ahora, se siguen repitiendo los mismos errores: encuentros y desencuentros, adhesiones y traiciones, burlas y menosprecio, banalidad y vacío. ¡Soy María! Unamujer que conservo todo lo más santo en mi corazón. Hoy me asomo a la esquina de vuestro viejo continente y contemplo, tal vez triste pero esperanzada, como miHijo sigue siendo maltratado en caricaturas, mofas y pancartas hirientes. Sigoasistiendo al triste espectáculo de un mundo que, dice seguir a Jesús, pero vive como si nunca lo hubiera conocido. Señor pequé, ten piedad y misericordia de nosotrosPadrenuestro
5ª Estación: el Cirineo ayuda a llevar la cruzTe adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundoLectura del Evangelio según San Mateo 27, 32; 16, 24Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz.Jesús había dicho a sus discípulos:. En este Año de la Vida Consagrada, nuestros ojos conlos del Señor, se dirigen atantas personas, hombres y mujeres, que a miles y con diferentes respuestas y carismas, han sabido y saben decir como el Cirineo un “SI”. Consagrados y agarrados a la cruz en los enfermos. Dedicados y afanados por la cruz de laque, muchos hablan, peropor la cual pocos hacen nada. ¡Sí! Soy Cirineos de los nuevos tiempos.Son religioso, consagrado, contemplativo. Soy consagrado. De los que, sin ruído pero sin pausa de los que con generosidad y conmuchos vientos en contra no deseootro reconocimiento sino cumplir la voluntad de Dios en esta tierra. Somos hombres y mujeres, de carne y hueso, que negándonos a nosotros mismos buscamos, acariciamos, contemplamos y cuidamosel rostro del Dios vivo en médio de nuestro mundo. Hombres ymujeres que, somos sólo noticia, cuando un solo escándalo aparece en la pantalla publicitaria. ¿No sientes, Señor, alivio en tu cruz? Los consagrados y consagradas en tu nombre te dicen y proclaman: ¡SOMOS TUS CIRINEOS, SEÑOR! Con Santa Teresa de Jesús, San Juan Boscoy miles de consagrados y consagradas, te damos las gracias por tantas llamadas Señor.Señor pequé, ten piedad y misericordia de nosotrosPadrenu
6ª La Verónica sale al encuentro del SeñorTe adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundoLectura del libro del profeta Isaías 53, 2-3No tenía figura ni belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado por los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros.También nosotros intentamos buscar en mil rostros doloridos al Cristo sufriente. Aunque, son los rostros más embellecidos y menos escarnecidos, los que preferimos acoger y enjugar con nuestros pañuelos. ¡El dolor desfigurado nos asusta, nos conmocionay nos echa para atrás, Señor!Aún guardamos en la retina de nuestros ojosel gesto del Papa Francisco cuando –no hace mucho tiempo-se fundía en un impresionante abrazo con un enfermo totalmente deformado.Hoy, las palabras del Papa Francisco, “El camino de la Iglesia es el de la misericordia y de la integración”nos indica que, la Iglesia,ha de sermás verónica que nunca.Que seamos capaces de abrir el cajón de nuestros innumerables lienzos para ser decididos y seguir buscando y ayudando a aquellas personas que sufren o que son abofeteados, una y otra vez, por la mano dura y cruel de la vida.Señor pequé, ten piedad y misericordia de nosotrosPadrenuestro
7ª Estación: cae el Señor por segunda vezTe adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundoLectura del profeta Jeremías 12, 1No te exasperes por los malvados, no envidies a los que obran el mal: se secarán pronto, como la hierba, como el césped verde se agostarán. Jesucristo, para salvarnos, tuvo que beber el trago amargo del cáliz; las horas de soledad en Getsemaní; la incomprensión de los más cercanos o ladureza del poder establecido. No todo fueron aplausos y, menos aún, reconocimiento al que era Hijo de Dios. No fue declarado “hijo adoptivo” por sus méritos y, menos aún, recibido como rey excepto en el día de Ramos.No le fue dedicada ninguna calle ni, menos aún, fue condecorado con medalla de oro alguna. Su oro, el mejororo, fue el amor sin tregua, sin farsa ni fronteras.Si escuchamosa Santa Teresa de Jesús,no fueron menos las dificultades que sufrió para llevar adelante su camino de renovación. “Sol abrasador, frio y barro, gente de bien me ayudan y traidores que desdicen lo prometido”. Dirá la Santa al pie de los caminos.Excusaba y silenciaba a los que obstaculizaban su obra y agradecía a los que le animaban en el camino emprendido. Caes, Señor, para recordarnos que el camino de nuestra existencia no es un sendero exclusivamente sembrado de rosales o crecido en laureles de triunfo.Señor pequé, ten piedad y misericordia de nosotrosPadrenuestro
8ª Estación: Jesús habla a las hijas de JerusalénTe adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundoLectura del Evangelio según San Lucas 23, 27-29.31«Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque miradque llegará el día en que diréis: “dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado...”.Porque si así tratan al leño verde, ¿qué pasará con el seco?»¡No llores por los otros! ¡Vive tu vida! ¡Carpe diem! ¡Vive el momento! ¡No te compadezcas! Como mucho, y de vez en cuando, sé solidario aunque luego, tu vida, la hagas en solitario.Frente a estos mensajes, Jesús, se arranca hasta nosotros y nos recuerda que, el llorar, es cosa de hombres y sobre todo de cristianos. El Papa, no hace muchos días, preguntaba a los sacerdotes de Roma ¿Cuántos de nosotros lloramos delante del sufrimiento de un niño, delante de la destrucción de una familia, delante de tanta gente que no encuentra el camino? ¿Tú lloras? ¿O también los sacerdotes hemos perdido las lágrimas?Lloremos, en este día, por todos los que estamos acompañando a Jesús. Por decir que somos de los suyos y, tal vez, no le conocemos. Porque nos llamamos cristianos pero nos cuesta manifestarnos como tales. Porque optamos por el todo vale y, nuestra vida, a veces se diferencia muy poco del que nunca fue bautizado o del que vive en las antípodas del evangelio y de su Iglesia.Señor pequé, ten piedad y misericordia de nosotrosPadrenuestro
9ª Estación: cae el Señor en tierra por tercera vezTe adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundoLectura del profeta Habacuc 1, 12-13; 2, 2-3¿No eres tú, Señor, desde antiguo mi santo Dios que no muere? Tus ojos son demasiado puros para mirar el mal, no pueden contemplar la opresión. ¿Por qué contemplas en silencio a los bandidos, cuando elmalvado devora al inocente?A ninguno nos gusta caer dos vecesseguidas en el mismo lugar y siempre en las mismas circunstancias.Nuestro orgullo y amor propio oel “qué dirán” entre otras cosas, no nos le permite.Jesúspor el contrario, por la humanidad, es capaz de desplomarsebajo el peso de la cruz las ocasiones que sean necesarias. SiendoDios, se rebaja. Nosotros, siendo hombres, quisiéramos ser Dios pero sin rebajarnos. Aquí, las rebajas, sólo existen para Dios. Nosotros, por la lógica que impera en nuestro mundo, nunca estamos de oferta y menos de rebajas. Para eso ya vino Dios. Así pensamos y así podemos confundirnos. ¿Qué tenemos los hombres para que Dios tenga tanto empeño de llegar hasta el final con su Hijo en la Cruz? Algo buenodebemos de poseer en el interior, lo decía Ortega y Gasset, cuando, Dios en Belén, quisohacerse como uno de nosotros. Hoy cuesta arriba hacia el Calvario, quieredesmoronarse cuantas veces fuera necesario por ti y por mí. Señor pequé, ten piedad y misericordia de nosotrosPadrenuestro
10ª Estación: Jesús despojado de sus vestidurasTe adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundoLectura del Evangelio según San Juan. 19, 23-24Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, tomaron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado. Y apartaron la túnica. Así se cumplió la escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suertes mi túnica».¿Cuándo aprenderemos a desprendernos de todo aquello que nos aparta de Dios? ¿Cuándo nos revestiremos de la desnudez que brota de la sencillez, la humildad, la limpieza de corazón o el afán por ir por los caminos de la honradez?En este Año de la Vida Consagrada reconocemos el valor de las promesas de tantas personas que, despojándose de aquello que el mundo endiosa, prefieren revestirse de Cristo con los votos de castidad, pobreza y obediencia. Aesa vida consagrada, le ocurre lo mismo que al mundo de los aviones: son sólo noticia cuando cae uno. Son sólo crónica cuando se precipita uno desdecielo. Y, les ocurre lo mismo que a la flota de los barcos: sólo salen en los telediarios cuando uno se hunde en el océano pero olvidan, esas mismas noticias, los miles y miles de aviones que cruzan el cielo o surcan el mar y llegan felices a su destino.No importa. También a Jesús le despojaron. En apariencia triunfaron las habladurías, los falsos juicios, las componendas del poder establecido. Pero, al tercer día, hablo la VIDA. Y cómo habló: con vida eterna para todos.¡Sí, Señor! ¡Nunca tan desnudo, te vimos tan revestido con un manto de belleza bordado por Dios!Señor pequé, ten piedad y misericordia de nosotrosPadrenuestro
11ª Estación: Jesús clavado en la cruzTe adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundoLectura del Evangelio según San Mateo. 27, 35-42Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda.Los sumos sacerdotes con los letrados y los senadores se burlaban también diciendo:«A otros ha salvado y él no se puede salvar. ¿No es el Rey de Israel? Que baje ahora de la cruz y le creeremos». ¡Clavos y más clavos! ¡Ruidos del madero del mundo! Cuanto más nos alejamos de Dios, de la cruz, más hueco es el madero de nuestra vida, más ruido metemos pero con menos contenido.¡Clavos y más clavos! Los de la humanidad sufriente. ¡Clavos y más clavos!Es el calvario denuestra tierra por mucho que algunos nos digan que es una fiesta lo que vivimos y lo que nos rodea. Es el calvario de lo que nos rodea: unos subidos a la cruz, como Cristo, y otros juzgando desde la tierra. Unos clavados en la inocencia y, otros, manejando los hilos del todo por la nada. ¡Clavos y más clavos Sin Cristo, la cruz, se convierte en un adorno innecesario. Con Cristo, la cruz, es la prueba suprema de lo mucho que nos ama: ¡Lo hace por nosotros! ¡Sube por nosotros! ¡Es clavado por nosotros! Cuántos cristianos, ante estas afirmaciones, se quedan como si nada hubiera pasado. Llevan la cruz, pero se quedaron sin Cristo.Señor pequé, ten piedad y misericordia de nosotrosPadrenuestro
12ª Estación: Jesús muere en la cruzTe adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundoLectura del Evangelio según San Mateo 27, 45-6. 50Desde el mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde Jesús gritó:«Elí, Elí, lamá sabaktaní», es decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Jesús, dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.La hora final. Enigma sin responder. Descanso para unos. Salida para otros. Absurdo para unos. Final de todo para otros. ¿Y para nosotros? ¡Mirad al árbol de la cruz! En ese árbol encontraremos el fruto del paso de Cristo por nuestras vidas: la resurrección.El ser humano, desde que hace, comienza a pensar, caminar y preguntar. Qué grande es, en medio de la oscuridad, que una luz ilumine esos instantes donde el cuerpo se desmorona, el corazón deja de palpitar o los ojos se cierran.Reconocemos, Señor, que la fe no nos ahorra ni la cruz, ni el sufrimiento ni los zarpazos del azar.Haznos fuertes en la prueba y confiados. Que creamos que, tus manos, nos sostienen. Que tu muerte será el final de la nuestra. Que tu VIDA será el principio de una eterna.La cruz en la que mueres, Señor, nos produce vértigo. A veces, incluso, nubla nuestra visión. Danos siempre, Jesús, el sabernos agarrados y seducidos por la presencia de Dios.A ti, Jesús, querido, todo honor y toda gloria con el Padre y el Espíritu hoy y siempre por los siglos de los siglos.Señor pequé, ten piedad y misericordia de nosotrosPadrenuestro
13ª Estación: Jesús en los brazos de la MadreTe adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundoLectura del Evangelio según SanMateo 27,55.57-58; 17,22-23Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran.¡Grande la cruz de Cristo! ¡Grande, María, al pie de la cruz!María; en el Hijo abrazas a cada hijo y sientes el desgarro de todas las madres del mundo.María; tus lágrimas se deslizan de siglo en siglo regando los rostros y llorando el llanto de todos.María, tú conoces el dolor pero crees. Crees que las nubes no apagan el sol, crees que la noche prepara la aurora.María, tú que has cantado el Magníficat, entónanos el canto que vence el dolor como un parto del que nace la vida.María, ruega por nosotros. Ruega para que llegue también hasta nosotros el contagio de la verdadera esperanza.No hay mayor seguridadpara un cristiano que saber que, Cristo, cruzó la línea de la muerte por todos para traernos vida a todos.No hay mayor esperanza para un cristiano sino el pensar que, en la última hora, María Virgen esperará y extenderá sus brazos para que ninguno de nosotros nos demos de bruces en el suelo.Señor pequé, ten piedad y misericordia de nosotrosPadrenuestro
14ª Estación: El Señor es puesto en el sepulcro en espera de la ResurrecciónTe adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundoLectura del Evangelio según San Mateo 27, 59-61José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María sequedaron allí sentadas enfrente del sepulcro.A veces la vida recuerda a un largo y melancólico sábado santo. Todo parece haberterminado, se diría que triunfa el malvado, que el mal es más fuerte que el bien.Señor Jesús, el Viernes Santo es el día delas tinieblas, el día del odio insensato, el día de la muerte del Justo. Pero el Viernes Santo no es la última palabra: la última palabra es la Pascua, el triunfo de la Vida, la victoria del Bien sobre el mal.Señor Jesús, el Sábado Santo es el día del vacío, el día del miedo y del desconcierto, el día en que todo parece haber terminado.Pero el Sábado Santo no es el último día: El último día es la Pascua, la Luz que se enciende de nuevo, el Amor que derrota todos los odios.Señor pequé, ten piedad y misericordia de nosotrosPadrenuestr
Primera estación.Jesús entregado a muerte.Entregarse o replegarse. Darse o buscar el agasajo. Ofrecer nuestras manos o cruzarnos de brazos. Vivir para el otro o sólo para uno mismo. Es en el darse, ofrecer y vivir con miras altas lo que convierte en oro nuestra vida cristiana.Nadie nos ha asegurado que, vivir en cristiano, sea fácil. Por el contrario; cada día es una oportunidad para morir a nosotros mismos o guardar nuestra vida en una especiede burbuja ajena a lo que acontece alrededor.Cristo, ayer, hoy y siempre, nos muestra el camino para alcanzar la gloria de Dios:donarnos aún a riesgo de no ser comprendidos, reconocidos o aplaudidos. Señor pequé ten piedad y misericordia de mí.
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