Los seises se quedan sin bailar al suprimirse la octava y monseñor Asenjo bendecirá a los fieles desde la puerta de la Asunción
Sevilla vivió una celebración histórica de Corpus que puso a los héroes de la pandemia como protagonistas de una fiesta sin calle pero cargada de simbolismo Asenjo:
«Pido que lo que perdamos en esplendor, lo ganemos en fervor»
Todo ha sido distinto pero no menos especial. Las calles no olían a juncia y romero, el centro no tenía resaca de vísperas, ni amanecía repleto de altares, balcones y escaparates; a excepción de algunos testimonios de negocios tradicionales en la calle Francos. El Corpus Christi 2020 solo ha estado este año en el interior de la Catedral.
La fiesta más histórica del calendario de Sevilla sirvió como puerta hacia la «nueva normalidad», un reencuentro en el calendario sentimental de una ciudad que se ha quedado sin sus grandes acontecimientos y que este jueves puso al Santísimo en el centro de una celebración sin los aderezos barrocos que la caracterizan desde siglos.
SOLEMNE EUCARISTÍA
A las 10:05 comenzó la eucaristía.
El altar del Jubileo estaba lleno de flores, uvas y trigo, esos que siempre adornan la custodia de Arfe. Era el regreso público del arzobispo Juan José Asenjo tras el problema ocular que le afectó en la misa funeral por las víctimas del Covid-19 hace una semana.
611 personas fue el aforo máximo de asistentes que pudieron presenciar físicamente este acto ya enclavado en la fase 3 de la desescalada. Las representaciones de todos los estamentos de la ciudad asistieron como cada año pero, en este 2020, todo era especial.
El Cabildo Catedral ha querido reconocer la labor de los colectivos que han trabajado en primera línea de batalla ante la pandemia. Guardia Civil,
Cáritas, enfermeros, médicos, Cruz Roja, Protección Civil, Policía Local y Nacional, farmacéuticos, residencias de ancianos y la UME coparon los primeros bancos uniformados, reconocibles y reconocidos por todos.
Cuerpos a los que elogió el arzobispo de Sevilla en una homilía que tuvo que ser leída por el auxiliar, Santiago Gómez Sierra, por los problemas de visión del primer prelado. En la misma recalcó el carácter simbólico de esta celebración marcada por la pandemia y es que aunque «las circunstancias nos impiden acompañar al Señor por nuestras calles, otros años adornadas con sus mejores primores, convertidas en un inmenso templo para gloria y honor del Señor sacramentado. Nuestra procesión de este año, a pesar de la majestuosidad del marco catedralicio, ha sido muy sencilla»; por eso «os pido que lo que perdamos en esplendor, lo ganemos en fervor», señalaba en el texto. Una homilía que apuntaba que «con la superación de esta tragedia, que Dios quiera que esté próxima, no va a acabar el sufrimiento de nuestro pueblo que, a mi juicio, no ha hecho más que empezar, con la economía tan seriamente afectada». Por eso, invitó «a no consentir que nos golpee el peor de los virus, el virus de la indiferencia»
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PROCESIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO
En lo que se refiere a la procesión con el Santísimo Sacramento, este año no se celebrará por las calles de la ciudad, sino por las últimas naves en el interior mismo del templo metropolitano con un cortejo procesional reducido al Consejo de Cofradías, la junta de gobierno de la sacramental del Sagrario, el Cabildo Catedral, el vicario general, el obispo auxiliar, el arzobispo y las primeras autoridades.
Enmarcado en la puerta de la Asunción
En el plano de la liturgia, lo extraordinario llegó en el tramo final. Sin hermandades formando kilométricas colas de cirios, estandartes y varas; sin baile de Seises, sin pasos ni sillas de madera que copan cada año un recorrido que este 2020 estaba vacío, como el calendario robado por el maldito virus que ha convertido a la mascarilla en un elemento más del paisaje.
La estampa final quedará grabada en la memoria del tiempo. Un Corpus como nunca pero, a la vez, con las caras de siempre. Antes, las naves no vieron a los carráncanos pero sí a Santizo portando el guion sacramental.
También contemplaron a los cirios rojos portados desde hace cinco siglos por los hermanos de la Sacramental del Sagrario abriendo un cortejo seguido por los miembros de la Asociación de la Virgen de los Reyes y los del Consejo de Cofradías como representantes de todas las hermandades.
Después, la plata de Arfe, que siempre ha cobijado al Señor en esta fiesta magna, estaba esta vez en las manos de los cuerpos de seguridad, sanitarios y trabajadores sociales que abrazaban simbólicamente al Santísimo portado por el arzobispo. El oro de nuestro tiempo lo teníamos en los hospitales, las comisarías o las farmacias. No había mejor tributo para homenajear a estos héroes del siglo XXI. Finalmente, el Ayuntamiento y representantes del gobierno autonómico, central y estamentos militares cerraban esta rápida procesión, la primera de la ciudad en tres meses de ausencia.
Pero la estampa histórica se produjo a mitad del recorrido. La puerta de la Asunción, la principal de la Seo y que solo se abre en momentos extraordinarios cuando llega un Papa, un nuevo arzobispo o muere un prelado; enmarcó de manera imponente la bendición al pueblo que esperaba el momento.
Pura catequesis visual, un cuadro barroco donde una nube de cámaras disputaba el sitio a los fieles que allí se congregaban para captar el momento. El único gesto hacia la calle de este Corpus Christi 2020 pero que ha tenido más fuerza que nunca. Este gesto ha servido como «bendición para todas la Archidiócesis», como señaló Asenjo, que pone en esta celebración el comienzo, «si Dios quiere», de un nuevo tiempo.
Finalmente, la bendición final colocó en el altar del Jubileo a estos protagonistas inevitables de la pandemia. Sujetando sus cirios y formando un círculo junto al Santísimo. «El Triunfo del Sacramento» de Herrera el Viejo fue reeditado en pleno siglo XXI con uniformes y batas blancas con el telón de fondo de Laureano de Pina.
El Señor elevado en las manos del pastor de la iglesia con un pueblo arrodillado que representaba esta simbólica estampa de superación ante la adversidad. La historia dice que Sevilla siempre ha resistido cuando la asolaron las peores catástrofes y pandemias que se recuerdan. Un Corpus 2020 como metáfora y arqueología que prueba esta evidencia desde tiempos inmemoriales. Una fiesta que Sevilla guarda en su ADN desde siglos a pesar de las calamidades. Sevilla siempre se levanta.
Bendecir (Ritos y gestos - XVI), 1ª parte
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