El 11 de febrero, fiesta de la Santísima Virgen de Lourdes, nos recuerda las apariciones de la Virgen a una niña de 14 años que no sabía ni leer ni escribir, pero que rezaba todos los días el rosario, Bernardita Soubirous. Nació en Lourdes en 1844 de padres muy pobres.
Por medio de ella la Virgen hizo surgir la prodigiosa fuente del milagro, a la cual acuden peregrinos de todo el mundo para reavivar su fe y su esperanza. Muchos regresan de Lourdes curados también en su cuerpo. La Virgen, durante la segunda aparición, le dijo: “No te prometo hacerte feliz en este mundo, pero sí en el otro”.
Maria-Bernarda Sobirós (en occitano gascón), más conocida como Bernadette Soubirous (pronunciación en francés: /beʁnadet subiʁus/) o Bernardita de Lourdes (Lourdes, 7 de enero de 1844-Nevers, 16 de abril de 1879) fue una pastora, mística y religiosa francesa canonizada por la Iglesia católica en 1933. Su festividad se celebra el 16 de abril, aniversario de su muerte. Su cuerpo permanece incorrupto en Nevers.
Una serie de dieciocho apariciones marianas que Soubirous afirmó haber tenido en 1858 en Lourdes, y los milagros que las sucedieron, terminaron por conferirle fama mundial ya al momento de su muerte.
Bernadette nació el 7 de enero de 1844, fueron sus padres François Sobirós (1807-1871) y Louise Castérot (1825-1866). Fue bautizada en San Pablo, la parroquia local, el 9 de enero de 1844, primer aniversario del matrimonio religioso de sus padres. Sobre su nombre completo y su sobrenombre (diminutivo de su segundo nombre), existen diversas variantes según el idioma de referencia:
Maria-Bernada (Bernadeta) Sobirós (sobrenombre entre paréntesis) en occitano, su lengua materna; Marie-Bernarde (Bernadette) Soubirous en francés;
María Bernarda (Bernardita) Soubirous en español. Molino de Boly. Lourdes, c. 1865-1870.
Bernadette era la mayor de nueve hermanos, de los cuales solo algunos sobrevivieron a los primeros años de vida: Jean (nacida y fallecida en 1845), Marie —también llamada Toinette— (1846-1892), Jean-Marie (1848–1851), Jean-Marie (1851-1919), Justin (1855–1865), Pierre (1859-1931), Jean (nacida y fallecida en 1864) y una bebé llamada Louise (fallecida poco después de su nacimiento en 1866).
Por la condición de extrema pobreza de sus padres, vivían en un viejo sótano en un molino húmedo y miserable. Su padre, François Sobirós, tenía por empleo en el momento de las apariciones juntar la basura del pueblo y del hospital; su oficio era molinero, pero la escasez de trabajo hacía imposible desempeñarlo. Su madre, Louise Castérot, era una mujer piadosa y preocupada por sus hijos que ocasionalmente trabajaba de costurera.
Niñez
Corrían tiempos difíciles en Francia y la familia de Bernadette vivía en pobreza extrema, particularmente desde que ella cumplió diez años. Primero, su padre Francisco perdería un ojo en un accidente de trabajo y quedaría tuerto. Luego, el panadero de Lourdes lo acusó de haber robado sacos de harina, motivo por el cual pasaría una semana en la cárcel. Toda la región padeció años de graves sequías que provocarían pérdidas de cosechas. Al no haber trigo suficiente, cerraron muchos molinos (entre ellos, el molino de Boly, donde trabajaban y vivían los Soubirous). Además aparecieron los molinos de vapor, que se impusieron a los tradicionales de agua.
Desde muy pequeña Bernadette tuvo una salud delicada. La causa era la desnutrición y el lamentable y pobre estado de la casa monoambiente donde residía. Durante su niñez, el cólera causó 38 muertos y centenares de afectados en Lourdes. En otoño de 1855, esa enfermedad atacó a Bernadette dejándola sumamente debilitada. Más tarde contrajo asma. El clima y el ambiente en que residían no la ayudaban en su condición.
Llegó a vivir algunos años en una celda de la antigua prisión de Lourdes, por entonces fuera de uso: el llamado cachot, de 4,40 m por 4 m, en la calle des Petits Fossés, cedido por su propietario, un primo del padre llamado Aimé Sajous, a causa de la extrema pobreza de la familia Soubirous.
La familia fue entonces señalada en el pueblo como «los que viven en el calabozo». Había conocido la miseria hasta pasar hambre y ver a sus hermanos repartirse un mendrugo de pan. Bernadette tenía que pedir ropa prestada cuando lavaba la propia. Cuando los demás niños de su edad asistían a la escuela, ella debía cuidar a sus hermanos menores o guardar en el monte ovejas ajenas.
Hasta los 16 años no aprendió a leer ni a escribir, aun así, estaba empeñada en recibir la primera comunión. Por las noches, después de largas horas de labor, la niña repetía las fórmulas del catecismo. El maestro le decía a sus padres: «Le cuesta retener de memoria el catecismo, porque no sabe leer; pero pone mucho empeño: es muy atenta y piadosa»
Bernadette Soubirous en 1866, nótese que aún a esa edad, tenía la apariencia de una niña. El 11 de febrero de 1858, y durante seis meses, Bernadette recibió las revelaciones de la Virgen María en la advocación de la Inmaculada Concepción en la pequeña gruta de Masse-Vieille (hoy llamada Massabielle).
El lugar estaba conformado por una roca que cubría una gruta alargada, de unos ocho metros de ancho. Aquel jueves 11 de febrero se había terminado la leña en la casa y Bernadette se ofreció a ir a recoger, a la vera del torrente Gave, con su hermana Toinette y Juana Abadie, a quien llamaban Baloum. Las tres niñas descendieron hasta Masse-Vieille. Según su relato, Bernadette oyó un fuerte rumor de viento, pero al volverse vio que todo estaba tranquilo y que los árboles no se habían
movido.
El santuario y la talla de la Virgen
Estatua de la Virgen de Lourdes colocada en el mismo nicho de la gruta donde Bernadette aseguró haberla visto.
En ese lugar se levantó el Santuario de Lourdes, donde desde entonces han ocurrido numerosas curaciones inexplicables para la ciencia (ver Repercusiones en la actualidad).
La talla de la Virgen colocada en la gruta fue esculpida por Joseph Hughes Fabisch (1812-1886), profesor de la Academia de las Ciencias, las Artes y las Letras de Lyon, entre fines de 1863 y comienzos de 1864. En referencia a la Virgen, Bernadette solía decir: «Jamás he visto mujer tan hermosa».
El artista debió realizar distintas correcciones a su obra, en la que Bernadette no reconocía a la «Señora» de las apariciones. Ya en otras ocasiones, ante los modelos de estatuas sobre los que se le había pedido su opinión, Bernadette había exclamado: «¡Madre mía, cómo se os desfigura!»
Cuando vio la imagen terminada que representaba a la Inmaculada Concepción esculpida en mármol de Carrara, Bernadette dijo: «Sí, ésta es hermosa... pero no es Ella».
En efecto, la estatua —siguiendo los cánones estéticos de su época más que las indicaciones de Bernadette— no reflejaba la sonrisa, la sencillez, la humildad, la belleza y la naturalidad que Bernadette señalaba tenía la Virgen.
De hecho, a Fabisch se le olvidó incluir el rosario de la Virgen, que fue añadido más tarde. Dijo la santa: «Tenía un rosario como el mío», por eso las primeras estatuas producidas en Lourdes tenían un rosario de 6 decenas como el de Santa Brígida que usaba la vidente. A la estatua se le añadió uno de 5 decenas.
«La Inmaculada Madre de Dios se ha aparecido»
Retrato de Bertrand-Sévère Laurence, obispo de Tarbes, realizado en 1860. El último interrogatorio ante la comisión eclesiástica presidida por Bertrand-Sévère Laurence, obispo de Tarbes, tuvo lugar el 1 de diciembre de 1860. El anciano obispo terminó emocionado, al repetir Bernadette el gesto y las palabras que la Virgen hiciera el 25 de marzo de 1858: «Yo soy la Inmaculada Concepción». El 18 de enero de 1862, el anciano obispo de Tarbes publicó la carta pastoral con la cual declaró que «la Inmaculada Madre de Dios se ha aparecido verdaderamente a Bernadette».
Ingreso al convento de Nevers
Tras las apariciones, a partir del 15 de julio de 1860, Bernadette fue acogida en el hospicio por las religiosas Hermanas de la Caridad de Nevers. Bernadette dejó la casa y permaneció como enfermera dos años entre ellas (1861 y 1862).
En agosto de 1864 solicitó ser admitida en la Comunidad de Hermanas de la Caridad de Nevers y en julio de 1866 comenzó su noviciado en dicha congregación.
En septiembre de 1866, el asma del que siempre había padecido se agravó. El 25 de octubre recibió la unción de los enfermos y, al agravarse la enfermedad, pronunció los votos in articulo mortis. Sus fuerzas estaban al límite de modo que, al no poder pronunciar la fórmula, Mons. Forcade la pronunció en nombre de ella. En 1867 se recobró, y el 30 de octubre de ese año hizo su profesión religiosa de las manos de Mons. Forcade.248
Muerte e incorruptibilidad de su cadáver
Poco tiempo antes de morir, llegó un obispo que iba camino de Roma. Bernadette escribió una carta al papa para que le enviara una bendición. El obispo llevó la carta a Roma y, al regresar de la Santa Sede, le trajo una especial bendición de León XIII y un crucifijo de plata que le enviaba de regalo; era el 15 de abril de 1879. Toda esa semana, Bernadette había sufrido mucho, por las llagas de decúbito. Al día siguiente, el 16 de abril de 1879, con apenas 35 años, murió a las 15:15 horas.4 Sus últimas palabras fueron: «La he visto otra vez... ¡Qué hermosa es! Madre, ruega por mí que soy pecadora».
Los funerales de Bernadette fueron notables. Las palabras que corrieron en boca de todos fueron: «La santa ha muerto».4 Inhumada en la capilla de San José de la casa madre, asistió una inmensa muchedumbre llegada de toda Francia.
Detalle del rostro y manos incorruptos de Bernadette.
El proceso diocesano sobre la heroicidad de sus virtudes se abrió el 20 de agosto de 1908. El 2 de septiembre de 1909, su cadáver fue desenterrado y hallado en perfecto estado de conservación; no obstante, el crucifijo y rosario que llevaba en las manos se encontraron cubiertos de óxido. El 25 de agosto de 1913, Pío X inició el proceso de beatificación en Roma que, retrasado por la Primera Guerra Mundial, se reanudó el 17 de septiembre de 1917. El 14 de junio de 1925, Pío XI proclamó beata a Bernadette.
Urna de bronce y cristal donde se conserva el cuerpo de santa Bernadette Soubirous.
En el año de su beatificación se realizó una segunda exhumación del cuerpo que seguía sin descomponerse (incorrupto), aunque con manchas y decoloración en la piel, probablemente como resultado de su exposición al aire durante los cuarenta y seis años posteriores a su entierro.
Por ello, con un molde del rostro y fotos de la religiosa, la empresa de Pierre Imans fabricó tenues cubiertas de cera para el rostro y las manos que le fueron colocadas antes de su traslado al convento de Nevers el 25 de junio.10 Luego el cuerpo fue ubicado en la capilla que hoy lleva su nombre, perteneciente al antiguo convento de San Gildard de Nevers, y depositado en un relicario de cristal, donde es objeto de visitas y peregrinaciones hasta hoy. No obstante es momificada.
Canonización
Finalmente, el 8 de diciembre de 1933, durante el Año Santo de la Redención y Jubileo extraordinario, Pío XI proclamó «santa» a Bernadette Soubirous, la hija del pobre molinero de Boly.4 El texto solemne de la canonización pronunciado por el papa fue:
Capilla del convento de las Hermanas de la Caridad en Nevers, donde se venera el cuerpo incorrupto de Santa Bernadette Soubirous.
«En honor de la Santísima e indivisible Trinidad, para la exaltación de la fe católica y para el incremento de la religión cristiana, con la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y la Nuestra, después de madura deliberación y habiendo implorado la ayuda divina, el parecer de nuestros venerables hermanos los cardenales de la santa Iglesia romana, los patriarcas, los arzobispos y obispos, declaramos y definimos santa a la beata María Bernarda Soubirous y la inscribimos en el catálogo de los santos, estableciendo que su memoria será piadosamente celebrada todos los años en la Iglesia universal el 16 de abril, día de su nacimiento para el cielo».
Pío XI
Testimonio de fe y sufrimiento. Santa para la Gloria de Dios
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