Orden de los Hermanos Menores Capuchinos (Ordo Fratum Minorum Cappuccinorum, abreviado OFMCap) más conocidos como los capuchinos.
Son una reforma de los Franciscanos de la observancia (OFM) y pertenecen a la Primera Orden de San Francisco.
Esta es la única división de los observantes que ha podido permanecer independiente hasta el día de hoy.
Historia
Fue iniciada en 1525, por Fray Mateo de Bascio y por los hermanos Ludovico di Fossombrone y Rafaele di Fossombrone, en compañía de otros franciscanos.
Tienen fundador al propio San Francisco de Asís, y por espiritualidad la espiritualidad franciscana.
Sus iniciadores fueron observantes que marcharon a conventos de retiro, para allí tener una vida más contemplativa. Con el tiempo su número creció y decidieron hacer una reforma de la orden franciscana.
Los primeros Capuchinos subrayaban la vida de oración, pobreza, austeridad y fraternidad.
Querían imitar a Francisco de Asís hasta en su porte externo; por eso iban descalzos, usaban barba y llevaban una túnica con una larga capucha puntiaguda.
De aquí su apelativo de "Capuchinos", simplemente por la reposición que hacían del hábito original, en que destacaba un simple capucho largo.
En 1528 los Capuchinos fueron instituidos jurídicamente como "Frailes Menores de la vida eremítica", mediante bula de Clemente VII.
Esto era muy común en aquella época, ya que son muchas las reformas franciscanas que se sitúan dentro de la observancia.
Se separaron de los observantes y estuvieron bajo obediencia del ministro general de los Conventuales hasta tener su propio ministro general.
Como las otras ramas, por lo general los capuchinos se dedican al cuidado pastoral de parroquias.
Sin embargo aprecian la vida contemplativa y el estudio.
Los capuchinos son la rama heredera de los espirituales de los primeros tiempos.[cita requerida]
Usan un hábito marrón con una cuerda (como los franciscanos observantes), pero la diferencia principal con los otros dos grupos es que llevan una capucha unida a la túnica (de acuerdo a la forma del hábito original que usaba San Francisco) y es más larga comparada con la de las otras ramas.
En 1534 ya el nombre de Capuchinos llegó a serles asignado incluso en documentos oficiales de la Iglesia. Para entonces eran ya 700 hermanos. Pasaron a ser una Orden independiente por determinación de Pablo V en 1619, escindiéndoseles de los Conventuales; a los que los Capuchinos estuvieron ligados por 92 años.
En el siglo XVIII los Capuchinos llegaron a ser más de 34.000. Hoy somos
en el mundo alrededor de 11.000 Hermanos y estamos presentes en 99 países de los cinco continentes.
La Curia general de la Orden está en Roma.
La simplicidad, el espíritu misionero, la cercanía al pueblo (en muchos sitios nos conocen como los "frailes del pueblo") y la vivencia de la vida fraterna en nuestras casas y apostolado, son signos visibles de nuestro estilo de vida, mientras que el énfasis en la vida de penitencia y de oración de los primeros Capuchinos debe ser reavivada.
Muchos son los frutos de santidad que ha dado esta orden, modelos como Félix de Cantalicio, Lorenzo de Brindis, Agatángelo y Casiano, Diego José de Cádiz, y más recientemente san Pío de Pietrelcina,
fray Leopoldo de Alpandeire, y los recien beatificados mártires de la persecución religiosa.
La historia sigue para la Orden Capuchina que, a la luz del Evangelio y de los signos de los tiempos, sigue viviendo el espíritu de Francisco de Asís con toda su riqueza.
BIOGRAFÍA DEL FUNDADOR
Fue fundador y primer superior general de la orden de los frailes capuchinos menores, la rama principal que se dedicó de la Reforma de la Observancia.
Nació en 1495 en Bascio en la Diócesis de Montefeltro en el Ducado de Urbino. Murió en Venecia en 1552.
Cuando tenía 17 años de edad entró en la orden de los Observantes de Montefiorentino.
En 1525 era sacerdote y misionero siendo también miembro de la Provincia Reformada de Ancona.
Motivado por la necesidad que sentía por reformarse, la cual era común en toda la familia franciscana, resolvió en 1525 en el año del jubileo, principiar con una vida más austera escogiendo para el efecto un estilo más parecido al de San Francisco.
El Papa Clemente VII
le aprobó su requerimiento y por medio del mismo le permitió predicar en cualquier lugar y tener seguidores. Algunos de los miembros de la observancia pidieron el permiso para unirse a Mateo, y el 3 de Julio de 1528 el Papa decretó la Bula “Religionis zelus”, por medio de la cual la nueva reforma era aprobada y colocada en la jurisdicción nominal de los Conventuales.
El nombre “Capuchino” fue dado por la gente a los nuevos monjes franciscanos y luego adoptado oficialmente, en los decretos pontificales los seguidores de Bassi utilizaron varios estilos en la expresión “Capucini”, “Capuciati” “Capulati” y “Hermanos de la Observancia Capucinorum”.
En abril de 1529 la orden tuvo su primera seccional en Albacina donde Mateo de Bascio fue electo por aclamación vicario general. Se elaboró un código a manera de constitución que servia de base a la reforma. Sin embargo, el humilde fundador no mantuvo su cargo por mucho tiempo.
Después de visitar unos poblados deseo volver a tener su carrera apostólica y quizá también influido por el hecho de sentirse sin mayor poder contra las dificultades que se generaban por parte de problemas con los discípulos, renunció a su puesto.
Desde entonces no tomó parte en el gobierno de la orden.
Aproximadamente en el año 1537 decidió retornar a la obediencia de los Observantes aún con el temor de incurrir en alguna censura eclesiástica. En diferentes oportunidades y diferentes épocas habrían obtenido bulas y decretos contra la nueva reforma. Bascio predicó en todo el país de Italia y parte de Alemania.
Murió en Venecia en medio de sus labores y fue enterrado en la Iglesia de los Observantes de esa ciudad en presencia de una vasta concurrencia que había llegado al lugar atraída por su reputación como un santo.
El siguiente texto de Arthur du Monstier se puede leer el Martirologio Franciscano y dice: “allí murió en Venecia el Santo Mateo, confesor, fundador de la congregación de los capuchinos. Sus continuos ayunos, vigilias y oraciones, su gran pobreza y ardiente celo por las almas, le confirieron una santidad extraordinaria y el don de los milagros hace que su memoria sea gloriosa”.
Bendecir (Ritos y gestos - XVI), 1ª parte
Hace 17 horas
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