SAN PABLO EXTRAMUROS
Basilica que conmemora el lugar donde reposaron los restos del apóstol San Pablo después de su ejecución durante las persecuciones de Nerón.
Dedicada a: San Pablo "Apóstol de los gentiles"
Basílica al cuidado de la Orden Benedictina
La Basílica de San Pablo Extramuros es, después de San Pedro, la iglesia más grande de Roma.
Imponente y monumental, se destaca más aún por el amplio espacio que la separa de los edificios circundantes.
Con el fin de las persecuciones contra el cristianismo y la promulgación de los edictos de tolerancia, a comienzos del siglo del IV, el emperador Constantino mandó realizar excavaciones en los lugares de la cella memoriae donde los cristianos veneraban la memoria del Apóstol San Pablo, decapitado entre el año 65 y el 67, bajo Nerón.
Sobre esta tumba, situada en la Vía Ostiense, a unos dos kilómetros de la muralla aureliana que rodeaba Roma, mandó levantar una Basílica, que el Papa Silvestre consagró en el 324.
Bajo el pontificado de Gregorio Magno (590 – 604) la basílica fue modificada drásticamente.
El nivel del pavimento se subió, sobre todo en el sector presbiterial, para realizar el altar directamente sobre la tumba de Pablo.
Una operación similar se hizo en la Basílica de San Pedro.
De este modo se pudo realizar también una confesión, esto es, un pequeño acceso puesto bajo el nivel del transepto, desde donde podía accederse a la tumba del apóstol.
En esta época había dos monasterios cerca de la basílica: San Aristo para hombres y San Esteban para mujeres. Los servicios eran atendidos por un cuerpo especial de clérigos que había sido instituido por el Papa Simplicio (m. h. 483).
Con el tiempo, los monasterios y los clérigos de la basílica decayeron; el papa Gregorio II (m. 731) restauró el primero y confió a los monjes el cuidado de la basílica.
La basílica fue saqueada por los lombardos en 739.
Las papas continuaron siendo generosos con el monasterio; la basílica resultó nuevamente dañada durante las invasiones sarracenas del siglo IX, siendo saqueada en 847.
Por este motivo, el papa Juan VIII (820-882) fortificó la basílica, el monasterio, y los alojamientos de los campesinos, formando la ciudad de Joannispolis, que aún era recordada en el siglo XIII.
En 937, cuando san Odón de Cluny fue a Roma, Alberico II de Spoleto, patricio romano, confió el monasterio y la basílica a su congregación y Odón nombró a Balduino de Monte Cassino.
El papa Gregorio VII (h. 1020-1085) fue abad del monasterio y en su época Pantaleone de Amalfi presentó las puertas de bronce de la basílica mayor, que fueron ejecutadas por artistas de Constantinopla.
Claustro del monasterio de San Paolo fuori le mura.
El gracioso claustro del monasterio se erigió entre 1220 y 1241.
La basílica se enriqueció con un baldaquino realizado en 1285 por Arnolfo di Cambio. A este siglo pertenecen también los mosaicos del ábside.
La sacristía contiene una bella estatua del papa Bonifacio IX (1356-1404).
El papa Martín V (h. 1368-1431) lo confió a los monjes de la Congregación de Monte Cassino. Entonces se convirtió en una abadía territorial o abadía nullius. La jurisdicción de abad se extendió sobre los distritos de Civitella San Paolo, Leprignano y Nazzano, todos los cuales formaban parroquias; la parroquia de San Pablo en Roma, sin embargo, queda bajo la jurisdicción del cardenal vicario.
La estructura de la basílica no sufrió ulteriores cambios hasta el papado de Sixto V (1585 – 1590), el cual, aparte de desmantelar algunas estructuras en torno al altar, hizo descubrir la confesión gregoriana creando una confesión descubierta, que permaneció así hasta el incendio.
Esta confesión estaba orientada hacia el ábside, al contrario de la actual, orientada hacia las naves.
Desde 1215 hasta 1964 fue la sede del Patriarca Latino de Alejandría.
El actual superior es Edmund Power, Orden de San Benito
INCENDIO DEL 1823
Durante el pontificado del papa Pio VII, en la noche del 15 al 16 de Julio de 1823, un incendio destruyó la mayor parte del edificio, dejando incólume el claustro.
El fuego se inició por la negligencia de un trabajador que estaba reparando el plomo del tejado.
De este modo quedó prácticamente destruida la basílica, la única entre todas las iglesias de Roma que había conservado su primitivo carácter durante 1435 años.
En el espacio de una noche las llamas destruyen la Basílica.
El papa León XII hace un llamamiento a todos los fieles: la Basílica se reconstruirá idéntica, reutilizando las piezas que se han salvado del fuego, de modo que se mantenga la tradición cristiana de sus orígenes.
Se salvó:
1.Tumba del Apóstol. El año 2006 se abrió un hueco que permite ver la pared de mármol del sepulcro de San Pablo.
2.Espléndido Ciborio de Arnolfo di Cambio (año 1284). Milagrosamente salvado del incendio.
3.Mosaico del ábside. El mosaico original, del siglo XIII, resultó muy dañado en el incendio. El actual es la reproducción fiel del primitivo, del que lograron salvarse algunos fragmentos (otros se ven en el Museo).
4.Candelabro pascual (siglo XII-XIII), con escenas de la Pasión. Obra excepcional, que también se salvó del incendio
5.Puerta bizantina. Extraordinariamente bella. Fue realizada en el siglo XI y era la puerta central de la antigua basílica. Aunque muy restaurada tras el incendio, es una de las principales reliquias de arte bizantino en Roma.
6.Mosaico del Arco de Triunfo, llamado de Gala Placidia (hija del emperador Teodosio, siglo V) porque fue financiado por ella. Muy restaurado a lo largo de los siglos y después del incendio. Ha perdido gran parte de su antigua belleza.
7.Claustro del siglo XIII, obra en parte de los Vassalleto, célebres escultores romanos. Muy similar al de Letrán.
8.Retratos de los Papas. La serie fue comenzada en el siglo V. De los retratos de la antigua basílica sólo se han salvado 42 (ahora en el Museo). Actualizados siempre con el pontífice reinante.
Se modifica, se restaura, se derriba, se reconstruye.
No sólo responden en masa los católicos, sino que llegan donativos de todo el mundo, como los bloques de malaquita y de lapislázuli enviados por el Zar Nicolás I, que se usarán para los dos suntuosos altares laterales del transepto, o las columnas y las ventanas de alabastro finísimo regaladas por el rey Fuad I de Egipto, o también los pilares de alabastro enviados por el virrey de Egipto, Mohamed Alí.
Es la obra más imponente de la Iglesia de Roma del siglo XIX.
El 10 de diciembre de 1854, el papa Pío IX (1846-1876) consagra la “nueva” Basílica ante una gran número de cardenales y obispos de todo el mundo presentes en Roma para la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción.
La Gloria (villancico jerezano)
Hace 1 día
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