El miércoles comienza la segunda parte del Adviento, que ya mira a la Navidad.
Son las ferias mayores de este tiempo, que corresponden a los ocho días previos a la solemnidad de la Natividad del Señor.
En los primeros siete días, durante el rezo de las Vísperas, con el Magníficat se cantan o recitan las "antífonas mayores de adviento, también conocidas como “Antífonas de la O”.
Las Antífonas de la O, que la Iglesia proclama del 17 al 23 de diciembre, son una de las expresiones más densas y bellas del Adviento. Comienzan con una exclamación que es clamor y deseo a la vez: “Oh”, un grito nacido de la espera de un pueblo que sabe que la historia no se salva sola.
Se les conoce así porque todas empiezan en latín con la exclamación “O”, en castellano “Oh”. Fueron compuestas hacia los siglos VII-VIII, como un resumen de los deseos de salvación de toda la humanidad, como un compendio del espíritu del Adviento.
En ellas, la comunidad creyente invoca a Cristo con títulos tomados de la Escritura y reconoce en Jesús el cumplimiento de todas las promesas de Dios. No se trata de ideas abstractas, sino de una confesión viva: Dios entra en la historia para conducirla, sanarla y llevarla a su plenitud.
Cada antífona va desvelando el rostro de Cristo como Sabiduría que ordena el mundo con amor, como Señor de la historia que libera, como Luz que vence las tinieblas y como Emmanuel que habita entre nosotros. La Encarnación aparece así no como un hecho aislado, sino como la culminación de una larga espera, asumida por Dios con paciencia y fidelidad.
En Jesús, Dios no se impone desde el poder, sino que se hace cercano, vulnerable y solidario con la fragilidad humana.
Las Antífonas de la O educan el corazón en el deseo, enseñan a esperar activamente y a reconocer nuestra necesidad de salvación.
Son oración del pueblo que sufre, de quienes anhelan justicia, sentido y paz, y no se resignan a que el mal tenga la última palabra. En su lenguaje simbólico y profundo, anuncian que Dios está cerca, que no ha olvidado su promesa. Incluso su mensaje oculto lo confirma: “mañana vendré”. En los últimos días de Adviento, estas antífonas nos colocan en el umbral del misterio y nos invitan a abrir la vida para que Dios nazca de nuevo en nuestra historia concreta.
Cada antífona empieza por una exclamación, “Oh”, seguida de un título mesiánico tomado del Antiguo Testamento:
el 17, Sapientia (Sabiduría);



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