Evangelio según san Mateo (18,1-5.10)
En aquel tiempo, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Quién es el más importante en el Reino de los Cielos?» Él llamó a un niño, lo puso en medio, y dijo: «Os digo que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos.
Celebramos hoy la fiesta de los Santos Ángeles. Una fecha que nos recuerda cuando éramos niños, y en la cama, por las noches, rezábamos aquella tierna oración que decía: “Ángel de la Guarda, dulce compañía, no nos desampares, ni de noche ni de día”.
Los Angeles son un reflejo misterioso del rostro de Dios en nuestra realidad, y de hecho, cuando alguien de una manera especial nos muestra una conducta desinteresada, sana y alegre solemos decir que “es un ángel”.
según San Lucas. Cristo el Señor acaba de hacer el segundo anuncio de la pasión, demostrando que, a pesar de las grandes maravillas que ha realizado, su voluntad está totalmente entregada a su Padre Celestial.
Por el contrario, los discípulos no sólo no entienden el anuncio del Señor, sino que se ponen a discutir sobre quién sería el más grande de entre ellos.
Contrasta la actitud de Jesús que sólo busca la voluntad de su Padre y la de los discípulos que buscan gloria y honor.
Ciertamente, el pensar que uno es más importante que los otros, es propio de una persona ambiciosa y del que está por encima de los demás. Pero… [el Señor] antes de que floreciera y tomara posesión del corazón, cortó el mal por la misma raíz… Hizo esto para beneficiar tanto a los santos apóstoles como a nosotros después de ellos».
Jesús, demostrando su condición divina, ya que sólo Dios puede conocer los pensamientos de los hombres, confronta a sus discípulos poniendo como ejemplo a un niño; el Maestro nos quiere enseñar dos cosas con el niño ahí presente; la primera es que quien quiera ser grande tiene que hacerse humilde e insignificante como era un niño en tiempos de Jesús; la segunda es que quien quiera ser grande tiene que acoger a los humildes y pequeños, ya que quien así lo hace, recibe al mismo Señor. Por último, Jesús advierte contra las envidias que pueden surgir en el trabajo pastoral entre los discípulos (as).
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