NO SALDRÁS, PERO ESTÁS DENTRO
Dicen, San Fermín, que no saldrás en procesión repartiendo bendiciones, alegrías y sonrisas en la mañana del 7 de julio.
Que los gigantes, del primero al octavo, no saben cómo detener las lágrimas por su excesivo letargo y que, los cabezudos y zaldikos, se dan contra la pared pidiendo explicaciones y mil razones.
Dicen, San Fermín, que la campana María (esa que es la mayor de toda la nación) enmudecerá en uno de los amaneceres más esperados del año. Que el Cabildo, que encara sus pasos hacia San Lorenzo, te verá discretamente y elevando plegaria eucarística con el obispo a la cabeza y mirando hacia el cielo. ¿Por qué no salvar, lo más sagrado, cuando no se puede celebrar lo profano?
Dicen, San Fermín, que las calles por donde vas repartiendo colorido y fe, esperanzas y fuerzas, se encuentran doloridas por la orfandad y confinadas por el sinsentido: les falta tu paseo, tu mirada, tu capote, tu presencia. Les falta la jota, el agur jaunak o el imponente griterío.
Dicen, San Fermín, que nuestra Pamplonesa ha enviado un “pendrive” a la eternidad para que, en esta jornada puedas escuchar las marchas con las que a nuestra ciudad sales en años anteriores.
Dicen, San Fermín, que las cofradías miran hacia dentro y, en el corazón, ser rinden ante ti con sus enseñas, banderas y el mejor de sus homenajes
Cuentan, San Fermín, que los corredores del encierro (esos que te cantan a los cuatro vientos pasadas las ocho) no saben caminar por Pamplona sin pensar en el riesgo o el peligro siempre protegido por tu divino capotillo.
Comentan, San Fermín, que el rojo y el blanco –tarde o temprano- volverá a teñir nuestras tradiciones en resplandeciente aurora donde, la tristeza se convertirá en alegría, el mediodía en flamante chupinazo y cada anochecer, en fuegos artificiales iluminando la azotea de nuestras oscuridades. Que Sarasate, con su violín y magistralmente, interpretará para ti lo que, hoy nuestras gargantas encogidas por la emoción, son incapaces de expresarte.
Confiesan, en guiños celestiales, los que se han marchado por el covid19 de nuestra tierra que, por allá arriba, han sido recibidos con los sones y el himno de nuestra Navarra. Que, las puertas del cielo, se han abierto de par en par cuando, uno a uno, han ido pregonando: del viejo Reino venimos y a nuestro Santo moreno invocamos. Que tú, como no puede ser de otra manera, has abierto un poco más (siempre haces igual ) el capote de tu entraña y que, con nombre y apellidos, los has ido nombrando delante de ese Dios que sabe cuántos nacemos y, también sabe contar, cuántos morimos.
Cuentan, San Fermín, que tu capilla (siempre a punto y embellecida por nuestra dilatada historia cristiana) se ha revestido como siempre lo hace para felicitarte en tu gran día. Que, las mascarillas, nos impedirán vernos pero que, más allá de ellas, tú comprobarás nuestra oración y nuestras sonrisas.
¡Ojala! Las distancias que en estos días guardamos no sean causa de distanciamiento mayor cuando, las ideologías, son diferencias que algunos se empeñan en acrecentar como un virus que nos impide pensar, disfrutar, soñar como un solo pueblo y una sola alma.
No saldrás, San Fermín, al asfalto de nuestra Pamplona pero por las arterias de nuestras personas vives, reinas, bendices. No saldrás, San Fermín en procesión, pero proteges a los que con la fe de nuestros mayores y la devoción que da consistencia a nuestra tradición contemplan tu regia, milagrosa y prodigiosa figura.
¿Que no sales San Fermín? ¡Ya lo creo! Y te vemos, te sentimos en lo más profundo de nuestros corazones. ¡VIVA SAN FERMÍN!
Javier Leoz
Delegado de Religiosidad Popular
Párroco de San Lorenzo
Bendecir (Ritos y gestos - XVI), 1ª parte
Hace 17 horas
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