FIESTA DE PENTECOSTÉS
Los cincuenta días de la Pascua
“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar.
De pronto vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban.
Se les aparecieron unas lenguas como de fuego, las que, separándose, se fueron posando sobre cada uno de ellos; y quedaron llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar idiomas distintos, en los cuales el Espíritu les concedía expresarse”
(Hch 2, 1-4).
Con la fuerza y el poder del Espíritu Santo es la única manera en que los Apóstoles pudieron salir al mundo y compartir la buena nueva. Ese Espíritu Santo que reposo sobre ellos y sobre la Santísima Virgen María, es el mismo al que recibimos en nuestro bautizo; pero es ahí mismo donde lo dejamos reposar sin volverlo a convocar para que nos guíe, nos proteja, nos consuele, nos aconseje.
¿Quién es El Espíritu Santo?
Muchas veces hemos escuchado hablar de Él; muchas veces quizá también lo hemos mencionado y lo hemos invocado. Piensa cuántas veces has sentido su acción sobre ti: cuando sin saber cómo, soportas y superas una situación, una relación personal difícil y sales adelante, te reconcilias, toleras, aceptas, perdonas, amas y hasta haces algo por el otro…. Esa fuerza interior que no sabes de dónde sale, es nada menos que la acción del Espíritu Santo que, desde tu bautismo, habita dentro de ti.
El Espíritu Santo ha actuado durante toda la historia del hombre. En la Biblia se menciona desde el principio, aunque de manera velada. Y es Jesús quien lo presenta oficialmente:
“SI ustedes me aman, guardarán mis mandamientos, y yo rogaré al Padre y les dará otro Defensor que permanecerá siempre con ustedes. Este es el Espíritu de Verdad…. En adelante el Espíritu Santo Defensor, que el Padre les enviará en mi nombre, les va a enseñar todas las cosas y les va a recordar todas mis palabras. … En verdad, les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Defensor no vendrá a ustedes. Pero si me voy se lo mandaré. Cuando él venga, rebatirá las mentiras del mundo…. Tengo muchas cosas más que decirles, pero ustedes no pueden entenderlas ahora. Pero cuando Él venga, el Espíritu de la Verdad, los introducirá en la verdad total”.
Estos son fragmentos del Evangelio de San Juan, capítulos 14, 15 y 16. Si quieres saber más sobre las últimas promesas y más profundas revelaciones de Jesús, lee con atención y mucha fe, esta parte del evangelio.
Desde que éramos niños, en el catecismo aprendimos que “el Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad”. Es esta la más profunda de las verdades de fe: habiendo un solo Dios, existen en Él tres personas distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Verdad que Jesús nos ha revelado en su Evangelio.
El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo de la historia hasta su consumación, pero es en los últimos tiempos, inaugurados con la Encarnación, cuando el Espíritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como persona. Jesús nos lo presenta y se refiere a Él no como una potencia impersonal, sino como una Persona diferente, con un obrar propio y un carácter personal .
Los símbolos del Espíritu Santo
Al Espíritu Santo se le representa de diferentes formas:
El Agua:
El simbolismo del agua es significativo de la acción del Espíritu Santo en el Bautismo, ya que el agua se convierte en el signo sacramental del nuevo nacimiento.
La Unción:
Simboliza la fuerza.
La unción con el óleo es sinónima del Espíritu Santo. En el sacramento de la Confirmación se unge al confirmado para prepararlo a ser testigo de Cristo.
El Fuego:
Simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu.
La Nube y la Luz:
Símbolos inseparables en las manifestaciones del Espíritu Santo.
Así desciende sobre la Virgen María para “cubrirla con su sombra”. En el Monte Tabor, en la Transfiguración, el día de la Ascensión; aparece una sombra y una nube.
El viento
Representa el poder del Espíritu Santo:
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. Y de repente vino un estruendo del cielo, como si soplara un viento violento, y llenó toda la casa donde estaban sentados (Hechos 2:1-2).
El Sello:
Es un símbolo cercano al de la unción.
Indica el carácter indeleble de la unción del Espíritu en los sacramentos y hablan de la consagración del cristiano.
La Mano:
Mediante la imposición de manos los Apóstoles y ahora los Obispos, trasmiten el “don del Espíritu”.
La Paloma:
En el Bautismo de Jesús, el Espíritu Santo aparece en forma de paloma y se posa sobre Él.
Bendecir (Ritos y gestos - XVI), 1ª parte
Hace 17 horas
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