YA ES SEMANA SANTA

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viernes, 21 de febrero de 2025

DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO

SÁBADO


“ Tú eres el Hijo de Dios vivo ”


según san Mateo 16, 13-19 

En la fiesta de la cátedra de San Pedro, celebramos la fe en Cristo, el Hijo de Dios; La fe, que fundamenta nuestra vida, sostenida por la cadena de testigos que nos han precedido, y que nos une como familia, como Iglesia

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». 

L Iglesia a que surge a partir de una llamada personal del Señor a seguirle; recordamos en este día a aquellos primeros seguidores a los que Jesús llamó, acercándose a sus vidas en medio de sus tareas cotidianas como hoy continúa acercándose a las nuestras.

Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». 

Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». 

Entre esos seguidores de la primera hora recordamos hoy a Simón, hermano de Andrés. Simón, este pescador rudo, impulsivo, contradictorio, en el que nos podemos sentir identificados muchos de nosotros.

Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo» Jesús le respondió: «¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 

Dispuesto a todo por Cristo y que en el momento que las cosas se pusieron difíciles le traicionó y le abandonó; pero que fue capaz, al encontrarse con su mirada amorosa, de dejarse perdonar y lavar por Él, de aprender a colocarse detrás de Él y a permitir que Otro marcara el rumbo de su vida.

Ahora yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. 

Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».

La imagen de la roca, de la “piedra” nos evoca aquello que es firme, estable y por lo tanto sobre lo que podemos apoyarnos porque es sólido y resistente. La imagen de “la piedra angular” de un edificio, añade a la idea de solidez, otra diferente: la de ser “base o fundamento de algo”.



En esta fiesta de hoy, agradezcamos la fe recibida y sintámonos Iglesia, unidos a tantos hombres y mujeres que han vivido y siguen viviendo la aventura de la fe.

El modelo del “Buen Pastor” que es Cristo ha de empeñarle no solo en guiar con prudencia y prontitud a los fieles encomendados, sino también conocerlos y, para ello, acercarse a ellos para que le conozcan, compartir sus inquietudes y problemas, buscar y rescatar a las “ovejas perdidas”...


VIERNES

“ Quien quiera salvar su vida... ”


Hay dos maneras de orientar la vida:

según san Marcos 8, 34 – 9, 1 

En aquel tiempo, llamando a la gente y a sus discípulos, Jesús les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. 

desde el egoísmo o desde el amor. Los que viven para sí mismos, los que sólo piensan en sí mismos, los que tienen el corazón tan lleno de sí mismos que ya no cabe nadie en él, no aciertan, se equivocan, no dan en el blanco, fracasan.

Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. 

Pero los que orientan su vida hacia el amor a los demás, a la donación de sí mismos para favorecer a otros, estos aciertan.

Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero y perder su alma? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? 

Quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre entre sus santos ángeles». 

Y añadió: «En verdad os digo que algunos de los aquí presentes no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios en toda su potencia».

“La cruz es algo más grande y misterioso de lo que puede parecer a primera vista. Indudablemente, es un instrumento de tortura, de sufrimiento y derrota, pero al mismo tiempo muestra la completa transformación, la victoria definitiva sobre estos males, y esto la convierte en el símbolo más elocuente de la esperanza que el mundo haya visto jamás.

Habla a todos los que sufren -los oprimidos, los enfermos, los pobres, los marginados, las víctimas de la violencia- y les ofrece la esperanza de que Dios puede convertir su dolor en alegría, su aislamiento en comunión, su muerte en vida. Ofrece esperanza ilimitada a nuestro mundo caído.


JUEVES

“ Y vosotros ¿quién decís que soy yo? ”


En este evangelio hay que distinguir entre la opinión de la gente y la opinión de los discípulos. La gente puede opinar de Jesús lo que quiera. A Jesucristo le interesa mucho más la opinión de sus discípulos.

según san Marcos 8, 27-33 

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?».

 Ellos le contestaron: «Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas».

 Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?».

Jesús no puede ser una doctrina o una teoría. Jesús es aquel que es capaz que dar pleno sentido a nuestras vidas. Aparentemente San Pedro da una respuesta correcta: Tú eres el Mesías 

Tomando la palabra Pedro le dijo: «Tú eres el Mesías». Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto. 

 Es lo que pretende probar San Marcos desde el principio del Evangelio: “Jesús-Mesías-Hijo de Dios”. Justamente, en la mitad del Evangelio, Pedro, en nombre del grupo, afirma que Jesús es el Mesías. Y, al final, el Centurión, después de ver morir a Jesús, dirá que es “el Hijo de Dios”.

Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días». 

Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro: 

Con todo, la respuesta de Pedro es insuficiente porque la noción que tiene del Mesías no coincide con la de Jesús. De hecho, San Pedro no acepta un Mesías que termine en una Cruz. Jesús le llega a decir a Pedro: ¡Satanás! porque le quiere desviar del camino señalado por el Padre. Tú, Pedro, ponte detrás de mí.

«¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».

Te doy gracias, Señor, porque hoy he aprendido a valorar mi cristianismo, a ser discípulo tuyo, no de palabra, sino de verdad. Yo no puedo pedirte que me quites los sufrimientos, los malos ratos, las incomprensiones y todo lo que esta vida lleva de carga y de peso. Lo que te pido es que no me dejes solo, que me eches una mano, que me des tu gracia para que yo pueda cargar con la cruz de cada día.  

MIERCOLES

“ ¿Ves algo? ”


Betsaida, la ciudad dura de corazón que no cree en los signos que advierte, es escenario de una curación en dos tiempos. Primero, Jesús en persona lo toma de la mano y lo saca de la aldea.

según san Marcos 8, 22-26 

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida. Y le trajeron a un ciego pidiéndole que lo tocase. 

Primero, Jesús en persona lo toma de la mano y lo saca de la aldea. Lejos de su seguridad, del terreno que pisa a diario sin mirar porque no le hace falta. Es un camino que lo aleja de esa ciudad pecaminosa y obstinada que no cree en el anuncio del Reino. Después, saliva en los ojos.

Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le untó saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó: «¿Ves algo?». Levantando los ojos dijo: «Veo hombres; me parecen árboles, pero andan». 

A Jesús le bastaba con imponerle las manos para hacer curaciones, pero como en el caso del sordomudo, su propia saliva es el mejor remedio. Es el fundamento de la caridad, hay que tocar al necesitado rompiendo esa distancia física que nos imponemos no como respeto sino como parapeto. 

El ciego, con esa saliva frotada en los párpados, empieza a distinguir los contornos pero todavía no es capaz de ver con claridad.

Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a casa diciéndole que no entrase en la aldea.


Nos pasa a nosotros también cuando iniciamos el camino exigente del seguimiento de Jesús; cuando Él en persona nos toma de la mano y nos saca de nuestra Betsaida en que moramos ciegos. Es la perseverancia la que acaba por afinar la mirada, la que nos dota de ojos de fe con los que contemplar a partir de entonces la vida.

MARTES

MARTES

“ ¿Y no acabáis de entender? ”





según san Marcos 8,14-21 

La levadura era signo y causa de corrupción. Jesús quiere que nos liberemos de la levadura de los fariseos

En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó tomar pan y no tenían más que un pan en la barca. Y Jesús les ordenaba diciendo: «Estad atentos, evitad la levadura de los fariseos y de Herodes». 

Diríase que están familiarizados con que, cerca de Jesús, no les va a faltar el sustento.

Pero les traiciona su falta de fe en la providencia del Nazareno porque les invade el temor cuando descubren que no hay más que un pan en la barca.

Y discutían entre ellos sobre el hecho de que o tenían panes. 

Discuten y hacen cálculos, tratarían de arreglarlo por su cuenta con sus limitados medios.


En el Evangelio de hoy, Jesús previene a sus discípulos de la levadura de los fariseos y de Herodes.

¿De qué levadura se trata? Los fariseos están anclados en la Ley, en las Instituciones, es decir, en lo viejo. Ya todo está dicho y no cabe esperar nada mejor.

Dándose cuenta, les dijo Jesús: «¿Por qué andáis discutiendo que no tenéis pan? 

La Pascua era la fiesta de la novedad, de la renuncia a lo viejo, de la búsqueda de un Dios que se revela en lo nuevo.

¿Aún no entendéis ni comprendéis? ¿Tenéis el corazón embotado? 

Y se encorajina con ellos porque no lo ven, porque la mundanidad les ciega y les embota los oídos:

¿Tenéis ojos y no veis, tenéis oídos y no oís? ¿No recordáis cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil?».

Ellos contestaron: «Doce». « ¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil?». 

Pero los discípulos no parecen entender: tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen.

Le respondieron: «Siete». Él les dijo: «¿Y no acabáis de comprender?».

En el fondo, querrían otro signo del cielo como reclamaban los fariseos, una nueva señal de que Jesús los salvará del apuro multiplicando de nuevo su pan.


Esta escena del evangelio me habla de la terquedad de los apóstoles. 

Han sido testigos del milagro de la multiplicación de los panes y sólo se preocupan de un olvido: se han olvidado de coger pan. Están ahí contigo y sólo se preocupan de comer.

 Ayúdame, Señor, a no imitar a esos apóstoles que dan más importancia a las cosas materiales que a tu persona. Haz que yo sepa olvidarme de todo cuando estoy contigo, cuando te tengo a Ti.

LUNES

 LUNES

“ ¿Por qué esta generación reclama un signo? ”





según san Marcos 8, 11-13 

El Evangelio de hoy presenta una discusión de los fariseos con Jesús. Los fariseos, ciertamente conservadores, tirando al inmovilismo, piden un signo del cielo; tal vez desconcertados por la gran novedad de Jesús. ¿Qué tipo de señales buscaban?

En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo. 

Aunque a los fariseos hay que reconocerles una actitud religiosa responsable, podría criticárseles que algunos se mostraban cerrados, superiores a los demás y por ende, marginando a otros con su mirada religiosa…

Jesús dio un profundo suspiro y dijo: «¿Por qué esta generación reclama un signo?

 En verdad os digo que no se le dará un signo a esta generación». 

Hoy, también nosotros podemos caer en actitudes similares al quedarnos en posiciones religiosas estáticas porque es más cómodo… y al condicionar nuestra adhesión al Señor exigiendo señales. En este escenario cual es la actitud de Jesús: no hacer frente a la provocación,

Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.




DOMINGO

“ Dichosos vosotros... ”


según San Lucas 6, 17. 20-26 

No olvidemos: la actitud fundamental para el camino de las Bienaventuranzas y de la dicha es la confianza. Entonces somos dichosos; incluso cuando nos toca afrontar el dolor y la contradicción. Especialmente entonces, porque Jesús, al pronunciar las Bienaventuranzas, piensa especialmente en quienes lo están pasando mal

En aquel tiempo, Jesús bajó del monte con los Doce, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.

Jesús miró a sus discípulos con predilección y cariño y les dio la Carta Magna del Evangelio de Salvación, la quinta esencia de sus Palabras de Vida: “Seréis dichosos si las practicáis”… ¡Dichosos, felices, bienaventurados, que quiere decir: ciudadanos del Cielo!…

 Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. 

Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. 

Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. 

Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. 

Pero en el fondo se trata simplemente de describir dos ámbitos bien precisos: el de los desgraciados de este mundo y el de los bien situados en este mundo a costa de los otros.

Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. 

Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!

 ¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre! 

¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!

 ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas».

Lucas nos ofrece las bienaventuranzas en el contexto del sermón de la llanura (Lc 6,17), cuando toda la gente acude a Jesús para escuchar su palabra; no es un discurso en la sinagoga, en un lugar sagrado, sino al aire libre, donde se vive, donde se trabaja, donde se sufre.

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