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lunes, 17 de febrero de 2025

BIENAVENTURANZS Y AMANAZAS

del santo Evangelio según San Lucas 6, 17. 20-26 

En aquel tiempo, Jesús bajó del monte con los Doce, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.




  Jesús se dirige al grupo de «sus discípulos» (20) en presencia de mucha gente venida de toas partes, en especial de lugares del extranjero —»Tiro y Sidón» (17) son dos ciudades importantes de la costa fenicia, fuera de los límites de Israel—. De esta manera Lucas da un mensaje a la Iglesia, «sus discípulos», a la que se ha incorporado gente de todo el mundo. Y el mensaje es para «felicitarles» o para advertirles. • Con la contraposición entre las bienaventuranzas (22-23) y las amenazas (24-26), Lucas presenta el Reino de Dios como la inversión de la situación actual: Dios opta por darse, por dar su Reino, a quienes ahora y aquí se encuentran en necesidad. Y es una opción que no puede justificar de ninguna forma esta situación injusta: por ello aparecen enseguida y en paralelo las amenazas a los «ricos, hartos…». Se trata de transformarlo todo ahora y aquí. • Jesús se dirige a sus discípulos: «los pobres», los que «tienen hambre», los que «lloran», los «odiados por su causa» (20-22). Para ellos la salvación «ahora» ya ha llegado en Jesús: el Reino es «vuestro». Dios «ahora» ya está con ellos, pobre con ellos, crucificado con ellos. Así, Dios mismo pone de manifiesto la injusticia: en la cruz de Jesús queda denunciado todo el mal que sufren los pobres. • El Evangelio de Lucas es especialmente sensible a la predilección de Jesús, que es la de Dios, por los pobres (Lc 4, 18; 7, 22; 14, 13. 21; 16, 19-26; 19, 8). • «Llegará un día» (23) que el Reino será de ellos en plenitud. La resurrección de Cristo será la de ellos. De aquí que el discípulo pueda «alegrarse y hacer fiesta» (23), no porque sean pobres, no porque sufran… sino porque en esa situación viven los que están en el camino de Jesús, el camino del Dios-amor, el camino del amor de los hermanos. Son «dichosos» porque Dios está a su lado. • Las amenazas (24-26) también están dirigidas a «vosotros» (24. 25. 26). Quiere decir que en la misma comunidad de los discípulos a la que se dirige Lucas, hay algunos que con los años, han olvidado el origen de su camino de seguimiento de Jesús. Ya no siguen un camino: se han instalado en una religión. Por otra parte, tienen el corazón ocupado en ellos mismos —en sus riquezas— y no dejan lugar a los otros, ni a Dios. Cuando las riquezas son el consuelo de una persona, la encierran en sí misma y llegan a ocupar toda su vida. • Los «¡Ayes!» contra los ricos no aparecen en Mateo. Las Bienaventuranzas y los Ayes los encontramos también en el Magnifícate (Lc 1, 51-53) o en la parábola de Lázaro (Lc 16, 19). Son palabras que resuenan como advertencia y amenaza: toda confianza puesta en la riqueza es engañosa (Lc 12, 19). Pero también es una llamada a convertirse y dirigir nuestra misericordia hacia los más débiles (Lc 6, 36). • En todo caso, Lucas recuerda a todos los discípulos, los primeros y los segundos, que no se deben dejar seducir por las riquezas ni vivir satisfechos de sí mismos e indiferentes a las necesidades de los demás. En otro lugar del Evangelio de Lucas, Jesús dice: «no podéis servir a la vez a Dios y al dinero» (Lc 16, 13). • La cuarta amenaza (26) advierte al discípulo que debe temer a los halagos. Porque son una mala señal. El camino de Jesús no es el del éxito según el mundo. Cuando una mirada al mundo nos dice que no hay justicia para todos, los elogios a los cristianos indican de qué lado estamos (o quieren que estemos).

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