Los macizos montañosos por los que el peregrino va a caminar, con agradables recorridos, verdes bosques y fuertes pendientes, nos van a dar ocasión de descubrir el secreto de dónde se forjan hombres y mujeres tan resistentes y creativos.
Los amantes de los espacios naturales van a disfrutar mucho en Euskadi.
De las 27 etapas del Camino, 6 de ellas se encuentran en Euskadi
Empieza en el Santuario de Loyola, concretamente en la vieja Casa Torre guipuzcoana, en la que Iñigo López de Loyola nació en 1491, ya aquí se empieza a sentir la experiencia del santo peregrino.
Muchas cosas pasaron aquí en 1521 a Íñigo, cuando a sus 30 años era todavía “un soldado desgarrado y vano”, “muy dado a juegos de armas y de mujeres”.
Los jesuitas acogen a todos los peregrinos con amabilidad y en la medida de sus posibilidades.
En el Hotel Arrupe sellan las credenciales el día de salida y ofrecen un 10% de descuento sobre las tarifas a todo peregrino que acredite hacer el Camino Ignaciano.
El Santuario se encuentra en la ciudad de Azpeitia,
al pie del macizo del Izarraitz que se eleva sobre la ciudad y es muy visitado por los habitantes de los pueblos cercanos.
Además del Santuario, el peregrino puede visitar en la ciudad:
ERMITA DE OLATZ
La ermita de Olatz, pequeña e interesante ermita del s. XII, es una de las construcciones más visitadas de las inmediaciones de Azpeitia.
Enclavada en una ubicación inmejorable, ofrece la visión de todo el valle de Loiola.
El templo data del siglo XIII. La puerta principal es de medio punto, y, en el interior, destaca la bóveda y el coro de madera
Tan apreciada como el propio edificio es la imagen de Nuestra Señora de Olatz que se encuentra en su interior, una talla gótica de la Virgen, de madera policromada.
A escasos metros de la Ermita puede contemplarse la tumba de Dolores R. Sopeña, ardiente seguidora de la vía espiritual de san Ignacio.
Durante siglos este templo ha estado muy unido a los Loiola, ya que eran sus patronos. San Ignacio.
Los patronos de la ermita eran los señores de la Casa de Loiola, conjuntamente con el alcalde en representación de la Villa.
La Virgen de Olatz fue canónicamente coronada el 21 de septiembre de 1952. Celebra su fiesta el 18 de diciembre festividad de la Coronación de Nuestra Señora.
Es tradición en Azpeitia la creencia de que el santo fundador de la Compañía de Jesús profesó especial devoción a la Virgen de Olatz. Se dice que estando convaleciente de sus heridas recibidas en la defensa de Pamplona se acercaba hasta la ermita de Olatz a la que rezaba una devota salve.
Un modesto monumento recuerda estra tradición Ignaciana y dice:
“AQUI REZABA SAN IGNACIO DE LOYOLA A NUESTRA SEÑORA DE OLATZ QUE ESTA ENFRENTE UNA SALVE”.
Las damas catequistas se establecieron junto a esta ermita el 31 de julio de 1905.
Acuden muchas mujeres que quieren tener familia. Para ello dejan en señal de súplica prendas de bebe que luego se regalan a gente necesitada.
HOSPITAL Y ERMITA DE LA MAGDALENA
En este hospital de la Magdalena se hospedó san Ignacio por espacio de 3 meses, cuando en 1535 estuvo en Azpeitia.
Desde aquí partía diariamente a mendigar por las calles de Azpeitia las limosnas que posteriormente distribuía entre los pobres hospitalizados.
La ermita fue restaurada en 1921,con ocasión del IV centenario de la herida de San Ignacio en Pamplona-Iruña.
Aquí predicaba san Ignacio a sus paisanos y enseñaba catecismo a los niños.
PARROQUIA DE SAN SEBASTIÁN DE SOREASU
de origen antiguo y asociada a los templarios esta iglesia fue donada a la villa ya en su constitución.
Fue reformada en el XVI y de nuevo en el XVIII.
Su estilo es del llamado gótico vasco, con tres naves de la misma altura cubiertas con tejado sobre armadura de madera.
Tiene una portada neoclásica obra de Ventura Rodríguez, y la torre fue rematada en estilo neogótico.
La torre del campanario, rematada con un capitel, es el testimonio mas antiguo de la iglesia, remontándose a la etapa medieval.
En el interior, destacan el retablo barroco del Altar Mayor y bajo el coro, protegida por una gran verja barroca, la pila donde bautizaron a Iñigo de Loyola.
También destacan las ocho capillas del recinto, pero sin duda, una destaca entre las demás: la Capilla de la Soledad.
La historia de la capilla de La Soledad tiene su origen en Nicolás Sáez de Elola, un azpeitiarra que acompañó a Pizarro en la conquista de Perú y que quiso invertir parte de la fortuna que allí amasó en construir una capilla en la iglesia parroquial de su pueblo, con su sacristía, sitio para el órgano y un sepulcro de piedra.
Así lo dejó escrito en su testamento, que data de 1553, y el Ayuntamiento se encargó de llevar a cabo dicho deseo, aunque Elola no llegó a ver construida su capilla.
La realización de ésta corrió a cargo de Domingo de Rezabal y el retablo lo pintó Andrés de Solabarrieta.
La confirmación de la autoría de los murales queda pendiente de un estudio más produndo, aunque se cita a Juan y Francisco Eleixalde, «padre e hijo», según las notas rescatadas por el historiador azpeitiarra Imanol Elías.
La Capilla de la Soledad ocupa un punto paralelo a la sacristia de la parroquia de San Sebastian, en Azpeitia. Tiene su puerta junto al altar llamado de Vera Cruz o de animas.
Esta capilla sufrió una serie de importantes transformaciones a lo largo de los siglos, entre las que destacan por su importancia, la apertura de la cúpula, realizada en 1885, y la intervencion del Azpeitiarra Francisco Larrañaga que recibió, en 1898, el encargo de construir y decorar el altar principal.
También se les encargó raspar todos los muros y cúpula de la capilla, pintándolos al óleo con retoques de oro fino.
Se trata de un elemento único, no solo en Guipuzcoa, sino en el conjunto del Pais Vasco, del periodo renacentista en el que arquitectura, pintura y escultura se conjugan dando como resultado una obra de alta calidad y pureza estilista.
CASERIO ERREKAEDE
Es la casa natal del Hermano Garate
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