DOMINGO XIV
AYÚDAME A PONERME EN CAMINO
Aunque, el horizonte, me parezca oscuro Aunque la recompensa, ante el mundo, sea estimada en nada Aunque falten fuerzas y no existan recursos Aunque muchos piensen que, lo que traigo, no es nada o muy poco
AYÚDAME, SEÑOR, A PONERME EN CAMINO
Dejando a un lado lo que me paraliza Dejando a un lado lo que me esclaviza Dejando a un lado lo que divide en dos mi corazón Dejando a un lado lo que dificulta el pregonarte
AYÚDAME, SEÑOR, A PONERME EN CAMINO
Sin sacar excusas, cuando no recojo fruto Sin sacar excusas, cuando me falta el aliento Sin sacar excusas, cuando no soy aplaudido Sin sacar excusas, cuando no soy reconocido
AYÚDAME, SEÑOR, A PONERME EN CAMINO Desprendiéndome de todo aquello que materialmente no me sirve Desprendiéndome de mí mismo Desprendiéndome de las muletas de la vergüenza o la cobardía Desprendiéndome de todo prestigio personal para hacerte presente
AYÚDAME, SEÑOR, A PONERME EN CAMINO Poniendo tu mano, sobre los enfermos Anunciando tu reino, sobre los abatidos Llevando tu Buena Noticia, sobre los pesimistas Alimentando con tu Palabra, a los muertos espiritualmente Alimentando con tu Eucaristía, a los débiles por el pan del mundo Amén.
D
Tenemos que hacer por el Evangelio, por Cristo y por su Iglesia. Una Iglesia que solo tiene una palabra en los labios, un deseo en el corazón: "¡Shalom, paz a vosotros!" La mies es abundante, porque la paz de Dios ha de manifestarse. Y si la Iglesia tiene que vivir el Evangelio, es para salvar la cosecha.
L
Dos personajes distintos los que reciben la misericordia de Jesús pero con algo en común.... Se acercan con humildad y fe. Las manos sirven para hacer daño, pero en Jesús las manos sirven para tocar, para transmitir salud y vida. Miremos con atención nuestras manos: ¿Han servido para bendecir o para hacer daño? ¿Las hemos usado para ayudar o nos han servido para abofetear al prójimo? Hagamos que nuestras manos sean las manos con las que Dios quiere terminar su obra creadora. Esa es nuestra misión: amar con el corazón y bendecir ayudando con nuestras manos.
M
Nosotros mismos podemos experimentar esa desorientación en nuestros círculos más próximos, con personas que caminan mudas aunque hablen mucho, alejadas de Dios por el pecado.
X´
Jesús se rodea así de colaboradores, que sean capaces de llevar la luz de su Palabra a todas las naciones, una vez haya vuelto al Padre, y ser transmisores de la infinita misericordia que Dios les ha infundido a través de Jesús.
J
Recibido el encargo de llevar a todos el amor de Dios, anunciándolo no sólo con palabras, sino con el testimonio concreto de caridad delicada, abierta y universal. Concluye tu oración preguntándole a Cristo cómo puedes corresponderle y trabajar más por Él.
V
Señor, hoy necesito aprender a ser generoso contigo. Toda mi vida quiero que sea una respuesta esplendida al amor que Tú me has dado. No quiero recrearme contemplando las obras de mis manos, pues bien sé que yo no tengo nada que no lo haya recibido. Y sólo cuando me siento un puro regalo tuyo, puedo yo ser un regalo para los demás.
S
Señor, hoy sólo quiero pedirte en este rato de oración, que siempre se cumplan en mí tus deseos: “no está el discípulo por encima del Maestro”. Has puesto la meta demasiado alta como para poder no sólo superarla sino ni siquiera igualarla. Tan solo te pido que cada día me parezca un “poquito más a Ti”, que me sienta un “poquito” más cerca de Ti; que esté un “poquito” más entusiasmado contigo. ¡Un poquito más!
DOMINGO XIII DE T. PRDINARIODO
Estamos llamados a ser testigos de ese amor, a contagiar nuestra fe, la esperanza y dar frutos de amor.
M
Cuando te encuentres con la tempestad que te cambia la vida....no pierdas la paz, recuerda que Jesús dirige tu barca y con El eres más fuerte.
X
Gracias por tu poder sobre los elementos de la naturaleza y, sobre todo, tu poder para liberar al hombre de todo lo que le oprime, le envilece, no le deja ser persona.
J
«Tenemos que tocar las llagas de Jesús, debemos acariciar las llagas de Jesús, tenemos que curar las llagas de Jesús con ternura, tenemos que besar las llagas de Jesús, y esto literalmente. Pensemos, ¿qué pasó con San Francisco, cuando abrazó al leproso? Lo mismo que a Tomás, que su vida cambió».
V
Pidamos al Señor por la intercesión de San Mateo, que tengamos la valentía de proponer la vocación a los jóvenes de nuestro entorno. Ellos, aún sin saberlo, buscan a Dios, porque buscan la felicidad, muchas veces llamando a puertas equivocadas. Ayudémosles a encontrar el camino de la alegría verdadera, la que sólo Dios puede dar.
S
Señor, te agradezco la frescura del evangelio. No habla ni de miedos ni de tristezas. Hablas de bodas, de comidas, de encuentros, de amistad, de fraternidad. Contigo, Señor, se acabó la religión de la distancia, la religión de la tristeza, del sentimiento de culpabilidad, de vivir como esclavos. Contigo está la juventud, la alegría y la fiesta. Contigo, da gusto vivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario