Bienaventurada sea la Navidad, porque las distancias entre cielo y tierra se acortan.
Bienaventurada sea la Navidad, porque el amor desciende sobre la tierra.
Bienaventurada sea la Navidad, porque los sencillos ven a Dios.
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén
y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.
Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
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