SABADO
SALMO
La gloria del Señor habitará en nuestra tierra
VIERNES
“ Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley? ”
San Mateo 22, 34-40
El amor como compendio de toda la ley divina.
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?».
Jesús nos aclara con rotundidad que nuestro amor se lo debemos dirigir a nuestro Dios y amarle con todas nuestras fuerzas que para algo es nuestro Dios, y también a nuestros semejante y a nosotros mismos. El amor debe presidir nuestra vida.
Él le dijo: «“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”. Este mandamiento es el principal y primero.
El segundo es semejante a él:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».
El Señor se encuentra en poner el amor a Dios y al hermano como el centro y esencia de la ley de Dios. Une Dios y el prójimo. La unidad del precepto de amar a Dios y al hermano es indisoluble.
Más tarde, San Pablo en el himno de la caridad nos recuerda que si nos falta el amor todo lo demás no nos sirve y que amar es cumplir la ley entera.
MIÉRCOLES
“ ¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno? ”
San Mateo 20, 1-16
El Señor llama muchas veces para trabajar en su viña
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.
Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo y les dijo: “Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido”.
Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo:
“¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?». Le respondieron: “Nadie nos ha contratado”. Él les dijo: “Id también vosotros a mi viña”.
En el propietario vemos su preocupación porque todos encuentren empleo, por eso su invitación a trabajar en su viña y en diversos momentos del día sale al encuentro de la gente proponiéndoles un lugar en su viña, si vemos en dicho propietario el reflejo de Dios, entendemos que en su reino todos son invitados y lo que quiere es que todos los hombres se salven.
Todos somos llamados a corresponder a la gracia, no importa la situación de la vida en la que nos encontremos.
Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz: “Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno.
Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno.
Al recibirlo se pusieron a protestar contra el amo: “Estos últimos han trabajado solo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno”.
Él replicó a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete.
Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”. Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos».
El propietario da una paga, da a todos lo mismo.
Dios sigue sorprendiéndonos, su proceder no es como el nuestro, no realiza ninguna injusticia porque da a los primeros lo que había convenido en darles, sin embargo, es generoso con los últimos.
En la óptica humana, esta decisión es una auténtica injusticia, en la óptima de Dios un acto de bondad, porque la justicia divina da a cada uno lo suyo y, además, incluye la misericordia y el perdón.
Una parábola que nos revela el corazón misericordioso de Dios. Cuánto tenemos que aprender y crecer en el amor. «¿vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”, Pregunta que nos sigue planteando.
MARTES
“ Difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos
San Mateo 19, 23-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «En verdad os digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos.
Lo repito: más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de los cielos».
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: «Entonces, ¿quién puede salvarse?». Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Es imposible para los hombres, pero Dios lo puede todo».
En el Evangelio de hoy seguimos con la continuación del pasaje del joven rico, los discípulos han entendido que el aviso es para todos, la pregunta que lanza es sobre la salvación, y la respuesta dada por Ntro. Señor: lo que es imposible para los hombres es posible para Dios, que lo puede todo. Nada es imposible para Dios. Está claro que el hombre no puede salvarse a si mismo; Dios es el único que salva, se nos entrega, se nos regala, todo es gracia.
Entonces dijo Pedro a Jesús: «Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?».
Jesús les dijo: «En verdad os digo: cuando llegue la renovación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
El reino de Dios no se gana como pensaba el joven, con los propios méritos y bienes, sino que se recibe gratuitamente de Dios. Él da su amor y su Reino a quien se abandona en sus manos y lo deja todo por seguir al Señor y su Evangelio.
Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos primeros».
LUNES
“ Ama a tu prójimo como a ti mismo
San Mateo 19, 16-22
En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó:
«Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?».
Jesús le contestó: «¿Por qué me preguntas qué es bueno?
Uno solo es Bueno.
Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos».
Él le preguntó: «¿Cuáles?». Jesús le contesto: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo».
En el Evangelio de hoy nos presenta uno de los encuentros de Ntro. Señor con un joven, es un joven con inquietud que no se conforma con lo que ya realiza, que sigue buscando, que quiere algo más. Sin embargo ante la propuesta del Señor, se entristece, le parece mucho, le parece que le supera sus fuerzas.
El joven le dijo: «Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?».
Jesús le contestó: «Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres —así tendrás un tesoro en el cielo— y luego ven y sígueme».
Al oír esto, el joven se fue triste, porque era muy rico.
Dios no nos quita nada, al contrario, llena nuestra vida de plenitud, porque Dios es Amor infinito: el único que sacia nuestro corazón. Es en el amor de Dios donde nos abrimos al amor, y nos capacita para poder amar al otro, es en su amor donde aprendemos a ver a los demás desde el corazón de Dios y reconocemos en los demás a aquellos por los que el Señor ha dado su vida amándonos hasta el extremo.
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