LUNES “ Si muere, da mucho fruto ”
San Juan 12, 24-26
La semilla posee una gran energía vital.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto.
Esa vida tan potente se desarrolla a partir de la siembra, se cubre de tierra muere y aparece la nueva vida.
El Señor utiliza el ejemplo del grano de trigo y nos dice que para dar fruto es necesario pasar por la muerte. Se nos habla de la muerte como generadora de vida.
El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna.
La vida es fruto del amor. Amar es darlo todo, entregarlo todo, sin escatimar nada; hasta desaparecer. El Señor hace realidad esta palabra porque va a entregarse por los demás.
El que ofrece su vida por los demás, ama de verdad, se olvida del propio interés y seguridad, lucha por la vida, la dignidad y la libertad, intenta hacer del día a día una entrega por amor.
El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará».
Jesús nos invita a sus seguidores a que nos demos como la semilla, gran acto de entrega.
Así es el amor al prójimo -servir a Jesús es servir al prójimo- para saltar a la vida eterna: un gesto altruista de donación que entierra el amor propio para ofrecerse al hermano.
Quien sirva al prójimo, está sirviendo a Jesús; y a quien sirva a Jesús, el buen Padre lo honrará y lo colmará de vida plena para toda la eternidad. .
DOMINGO
“ ¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!
san Mateo 14, 22-33
Volvemos a encontrarnos con el pasaje evangélico donde el Señor se acerca al encuentro con los discípulos andando sobre las aguas.
Después de que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar.
Nuestro Señor con mucha humildad y sensibilidad despide a las personas y El se marcha solo para orar.
Al igual que Jesús nosotros teníamos que aprender a ser humildes con nuestros semejantes y a dar importancia a la oración, al silencio y a la intimidad con Nuestro Padre Dios.
Llegada la noche estaba allí solo. Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario.
A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar.
Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma.
Jesús les dijo enseguida: «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!».
En el seguimiento a Jesús hay escenas de miedo. Momentos donde parece detenerse la felicidad apareciendo noches oscuras, seguir a Jesús no implica vivir al margen de las pruebas, de los sufrimientos o de los temores.
Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua». Él le dijo: «Ven».
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:
«Señor, sálvame».
Vivir con Jesús, aporta la fortaleza y serenidad necesarias para seguir adelante
No tengas miedo.Yo estoy aquí.
Con fe podemos andar sobre las aguas. Esa fe nos hará ser más valientes, más invencibles, más fuertes y sobre todo que nuestra tristeza se convertirá en alegría.
Hastas los enfermos con fe aceptaran sus males de distinta manera.
Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?».
En cuanto subieron a la barca amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios».
¡No tengáis miedo! Nos dice el Señor en este domingo.
CON FE FUERTES EN LA DEBILIDAD
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