SILENCIO Y ORACIÓN
Al final de una mañana primaveral de un año entre el 30 y el 33 todo había terminado
A las tres de la tarde. El sufrimiento llega hasta el limite. Pero antes de morir, Jesús perdona a sus verdugos, y en actitud profunda de oración y de obediencia, entrega su vida al Padre. Se ha consumado la redención.
Del Evangelio según San Marcos IS, 33-37.
Y al llegar la hora sexta, toda la tierra se cubrió de tinieblas hasta la hora nona. Y a la hora nona exclamó Jesús con fuerte voz: Eloí, Eloí, ¿lamá sabacthaní? que significa: Dios mio, Dios mio, ¿por qué me has desamparado?
Y algunos de los que estaban cerca, al oírlo decían: Mirad, llama a Elías. Uno corrió a empapar una esponja con vinagre y, sujetándola a una caña, le daba de beber, mientras dacia: Dejad, veamos si viene Ellas a bajarlo. Pero Jesús, dando una gran voz, expiró".
Las tinieblas y la oscuridad llenan la tierra porque el hombre no ha querido reconocer la luz verdadera. Jesucristo ha traspasado la barrera de la muerte, se ha dejado arropar por ella.
Y cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por en medio.
Colgado del madero, sólo y abandonado de todos, Jesús quiere abrazar a todo hombre. A cada uno de nosotros. Se ha inmolado hasta el sacrificio supremo. Quiere apurar el cáliz hasta la última gota y hace aprenda de su vida al Padre.
EL SEÑOR DE SIRUELA EN SU ERMITA
PERDONA A TU PUEBLO, SEÑOR, PERDONA A TU PUEBLO, PERDÓNALE, SEÑOR.
Por tu poder y amor inefable, por tu misericordia entrañable, perdónanos Señor.
Somos el pueblo que has elegido
y con tu sangre lo has redimido,
perdónanos Señor.
Desde la Cruz nos diste a tu Madre, vuélvenos al abrazo del Padre, perdónanos Señor.
Y MARÍA EN SOLEDAD EN LA IGLESIA
Y EN EL ATARDECER, EN SIRUELA, EL ENTIERRO CRISTO
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