UN AÑO DE LA FE… CON LA MADRE Padre Javier Leoz
1. No hay mejor forma de adentrarse en un nuevo año, y además en el Año de la Fe, que caminando de la mano de María y al compás del latido del corazón de la Virgen. ¡
Cuántos aspectos y motivos recordamos en este día! ¡La paz; Año Nuevo; Santa María, Madre de Dios! ¡Feliz Año Nuevo! Será feliz si, en los 365 días, sabemos dar con aquellas razones que hicieron saltar de gozo y de felicidad a María: ¡Dios! ¡Sólo Dios! ¡Desde ahora me llamarán bienaventurada!
¡Feliz Año Nuevo! Será feliz si, en estos doce meses que ahora iniciamos con esperanza y con tan buenos deseos, no dejamos que se duerma en nosotros la gran noticia que estamos celebrando en estos días: Dios ha bajado... y comparte nuestra suerte. ¿Seremos capaces de hacer frente a “los nuevos Herodes” que intentan asediarle y disuadirle de estar presente en nuestras conciencias, en nuestra sociedad o en nuestras familias?
Santa María, Madre de Dios, es un pórtico que se antepone a los doce meses. Es como si, la Madre de Dios, nos estuviera diciendo: “no tengáis miedo; yo voy por delante” “iniciad este nuevo año con la cabeza bien alta; dejad atrás vuestras penas, defectos, inquietudes… yo os acompaño”
Comenzamos este nuevo período del 2013. ¿Qué nos depararán estas próximas semanas? ¡Sólo Dios lo sabe! Pongamos nuestro futuro en las manos de María. Contemplemos a Jesús como lo que es: un hermano mayor que nos ayudará cuando tropecemos; nos levantará cuando caigamos y nos sonreirá cuando el éxito nos acompañe. ¿Acaso no ha venido para compartir suerte?
Esta fiesta, Santa María Madre de Dios, sigue estando presente en el corazón de muchos creyentes. Resulta, cuando menos chocante, paradójico y hasta sorprendente, cómo se acepta con cierta facilidad el culto, las procesiones, fiestas o romerías a la Virgen y, por el contrario, se vive de espaldas a lo que en Ella fue grande: Jesús y su Reino. María, en el Año de la Fe, puede ser una gran Maestra que nos indique cómo, dónde y de qué manera conocer a Cristo.
2.- La Fiesta de Santa María Madre de Dios nos urge a estar en paz con María pero, sobre todo, la paz con María nos empeña a estarlo también con Dios. La voluntad de María no es quedarnos extasiados con y en Ella, sino preocupados y entusiasmados a la vez por dar gusto a Dios y llevar a la práctica lo que Ella meditaba tantas veces en su corazón: el plan de Dios.
¿Por qué no colocar, con seriedad, a María como antecámara de este nuevo año? ¿Nos proponemos el consagrarnos a Ella desde un acuerdo implícito, ante nosotros, ante el ambiente que nos rodea y ante los demás, de crecer –cristianamente hablando- para no perder peso espiritual?
¡Nuevo Año con la mano y de la mano de María! Nos acosarán los problemas de siempre; desaparecerán amigos nuestros; nos iremos lejos o cerca de Dios; nos traicionaremos a nosotros mismos….pero Santa María, por ser Madre de Dios y Madre Nuestra, nos aportará luz para encontrar el camino perdido; seguridad para avanzar en el camino de la fe y esperanza para no echarnos atrás en nuestra vivencia cristiana.
Que Ella, Reina de la Paz, nos ayude no tanto a pedirla por los pueblos que quedan lejos (aunque también) sino por la paz con nosotros mismos; por la paz de los hijos de la Iglesia; por la paz de las conciencias que andan revueltas y revuelven a los demás; por la paz de las familias que viven en contienda por el “cuánto”; por los jóvenes que encuentran en la violencia una diversión y no un peligro; por la paz de los políticos, para que se serenen en sus decisiones y sientan que no son padres de la patria y sí servidores.
¡Santa María, Madre de Dios! ¡Cuánto juego y contenido da y tiene esta fiesta! Con Ella merece la pena adentrarnos sin temor ni temblor en este nuevo año en el que, además, nos hemos comprometido a reavivar, estudiar, conocer, vivir, celebrar y testimoniar mucho más nuestra fe cristiana.
3.- ORACIÓN ANTE UN NUEVO AÑO Señor, finaliza un año pero he de reconocer que no todo termina en mí. Comencé el primer día del 2012 con muchos deseos e inquietudes. Ahora, cuando llego su tramo final, me doy cuenta que no todo lo que me propuse he llevado adelante ni aquello que pretendí alejar de mí, lo he vencido.
Señor; se clausura un año pero, soy consciente de que en algunas cosas, soy el mismo de ayer:
Donde dije “quiero” he puesto el “así soy”
Donde me propuse “seré” ha ganado el “no lo logré”
Donde prometí un “cambiaré”, ha dominado el “que cambien los demás”
Ahora, a punto de iniciarse un nuevo año, te confieso, mis temores:
¿Merece la pena el que alardee de aquello que no estoy dispuesto a ofrecer? ¿Tendré que pensarme mucho más mis deseos hacia los demás y hacia mí mismo?
¿Dejaré para otra ocasión, más consciente y serena, la copa que rebosa de burbuja pero no de sinceridad?
¿Pensaré detenidamente si, abrazos y llamadas telefónicas en los primeros minutos de la primera noche del año, tendrían que ser más espaciadas para otras tantas donde no dedico un solo instante?
Ahora, cuando me dispongo a comenzar este nuevo año, te pido, Señor:
Que pongas verdad en mis palabras
Que hagas de mis deseos un apostar con pasión por ellos
Que me hagas ser realista a la hora de valorar mis propias fuerzas y medios
Que olvide las fronteras que, la difícil convivencia, levantó el año pasado Que anteponga el bien de los demás al mío propio
Que supere, pero que no olvide, mis errores del pasado para que así pueda aprender de ellos.
Y que, Santa María, que como Madre, mejor me conoce me ayude a vivir con alegría y con juventud de corazón este año 2013 por el que te bendecimos por el que te damos gracias en el cual te queremos presente y ante el cual se abren como siempre tantos temores. ¡Feliz Año 2013, Señor! ¡Feliz Año Santo de la Fe! ¡Feliz Año Nuevo Santa María! ¡Felices días nuevos, hermanos!
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