Madre, diez días con nosotros y ha llegado el momento de decirte adiós. Diez días que desde lo alto de tu trono nos has mirado a todos y a cada uno de los que ante Ti nos hemos postrado. Has visto lágrimas: unas de felicidad y otras de tristeza. Has escuchado muchas peticiones, muchas de ellas sin poder ser concedidas, pero Tu, que sabes bien que es el sufrimiento, nos darás fuerza para seguir adelante.
Yo, Madre querida de Altagracia, que tantas cosas te pedía desde niña, un año más vuelvo a poner mi vida ,la de mis hijos y -este año- la de mi nieto en tus manos, sin pedirte nada.
Como cada año, en estos días, han faltado personas que ya gozan de tu presencia. Yo personalmente he recordado a Angelita, todos los años lo mismo: te traía, te llevaba a pesar de su edad y sus dolencias. Estoy segura Madre que este año habrá difrutado mucho -todo el camino- junto a Ti.
Vuelves a tu ermita, recibirás las visitas de tus hijos amados que viven aquí , los que vivimos fuera de Siruela nos llevamos muy gravado en el corazón:
- Tu cara, cara de bondad, paz y belleza espiritual.
- Tu mirada, mirada que transmite tu amor, amor que nos servira de ejemplo en nuestro quehacer diario.
- Tus manos abrazando a Tu Hijo, manos que también nos abrazan a nosotros.
Un año más te digo: ¡ADIOS MADRE!
Y ya Madre, a la puerta de tu ermita.
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