Son las ocho de la tarde y con esta imagen en mi retina siento el repicar de las campanas que anuncian que la Virgen de Altagracia ha dejado su ermita
al terminar una emotiva y olorosa -albahaca- Eucaristía.
En sus andas repleta de manojos de albahaca y acompañada por muchas personas, unas por devoción y otras por agradecimiento a los favores recibidos,
empieza su largo y tranquilo caminar hacia su pueblo: Siruela.
Ya son las 9.30 y sigo viviendo en la distancia. La tarde ha caído y el anochecer es evidente
en el Calvario muchas personas esperando a Nuestra Madre, la calle toda iluminada y convertida en un templo vivo y la Virgen entre canciones y pujas a su destino por diez esperados días.
Que decirte Madre, has pasado por mi casa y desde aquí te he dado las gracias nuevamente.
Son las once de la noche y después de un largo recorrido llegas a tu nuevo trono, el recibimiento lo imagino y escucho al coro seguido por las personas cantar "Blanca Paloma". Ya estás con tu gente que te quiere y para decirte hasta mañana entonan:
Oh Virgen de Altagracia, Hermosa,
de Siruela, la Reina y Protectora,
mostrad, Señora, que sois nuestra Madre,
cobijandonos siempre bajo tu manto protector
Son tus hijos que te adoran y te bendicen,
y te proclaman con dulce acento,
su más querida y tierna Madre,
son tus hijos que de veras ansían,
morir clamandote ¡ Oh Virgen de Altagracia,
conduceme al cielo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario