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martes, 3 de mayo de 2011

EL DÍA DESPUÉS DE LA BEATIFICACIÓN

Guardias suizos custodian el feretro de Juan Pablo II. EFE
Más de cien mil personas aguardan hoy en la plaza de San Pedro del Vaticano para entrar en la Basílica y venerar los restos mortales de Juan Pablo II, que este domingo fue beatificado por el papa Benedicto XVI ante un millón y medio de personas.






12.000 personas por hora pasan ante el cuerpo del nuevo Beato.




La policía italiana custodia todas las entradas a la plaza y revisa bolsos y mochilas de los miles de peregrinos.




MISA DE ACCIÓN DE GRACIAS

Más de 60.000 personas asisten a la primera misa en honor al Beato Juan Pablo II

El cardenal Bertone ha oficiado la misa de Acción de gracias.




 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Durante este año, se podrá celebrar una misa en honor del beato Juan Pablo II en cualquier diócesis del mundo, previa autorización por parte de la Santa Sede.
 
 
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Sin embargo, en los años siguientes y hasta su canonización, tan sólo se podrá celebrar en la diócesis de Roma y de forma excepcional en las diócesis de Polonia, cada 22 de octubre, según el decreto emitido por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Para la canonización del ya beato Juan Pablo II tan sólo se necesita un nuevo milagro ocurrido después de la beatificación.














«Todos recordamos cómo el día de la celebración de su funeral, el viento cerró dulcemente las páginas del Evangelio colocado sobre el ataúd. Era como si el viento del Espíritu hubiese querido marcar el final de la aventura humana y espiritual de Karol Wojtyla, toda iluminada por el Evangelio de Cristo. En este Libro él descubría los designios de Dios para la humanidad, para sí mismo pero sobre todo, percibía a Cristo, su rostro, su amor, que para Karol era siempre un llamado a la responsabilidad. A la luz del Evangelio –dijo el Cardenal Secretario de Estado– leía la historia de la humanidad y las vivencias de todo hombre y de toda mujer que el Señor había colocado en su camino. De aquí, del encuentro con Cristo en el Evangelio, manaba su fe».

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