La ausencia de las personas queridas es notoria.
Mamá, ya no me encuentro las puertas abiertas y todo preparado para que pasen las procesiones. A Pepa le pasa lo mismo, somos nosotras las encargadas de hacerlo para que sin vosotras -Pilar y Manuela- pasen las imágenes y que todo esté como a vosotras os gustaba.
También recuerdo tu cara María, mirabas con mucha fe y devoción a tus queridas imágenes mientras posiblemente pedías por los tuyos.
Como yo, muchas personas notaran la ausencia de sus seres queridos. Estoy segura que ellos en estos días están más cerca de nosotros, siguiendo paso a paso muestras procesiones.
En Siruela he vivido muchas Semana Santa. Durante bastante muchos años obligada, otros alejada y sin querer saber nada. Pero al final aprendí a vivir, estos días, con fe y devoción junto a Jesús Nazareno y a su Madre.
El Viernes Santo, Cristo que ya ha entregado su vida por mi y detrás su Madre, mi Madre, con su tristeza y dolor por la perdida de su Hijo. Una Madre dolorida que nos comprende a todas las madres cuando nos acercamos a Ella.
Gran sentimiento profundo hacia Ella sabiendo que, años atrás, impidió que mi madre pasara por el trance doloroso que Ella había pasado.
Gracias Madre.
Gracias Madre.
He vuelto a vivir, un año más, unida a Jesús con su Cruz a cuesta y a su Madre Dolorosa los días de Semana Santa para hacerles más llevadera su Pasión.
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