Cristo ya en la iglesia -llena de personas-nadie quiere perdese los momentos tan emotivos que se van a vivir.
Poco después María, Ella que en la Pasión y junto a la Cruz se sintió crucificar con Él.
Los latigazos que se abatían chasqueando sobre el cuerpo del Hijo flagelado, flagelaban en el mismo instante el alma de la Madre,
Los clavos que penetraban cruelmente en los pies y en las manos del Hijo, atravesaban al mismo tiempo el corazón de la Madre.
Las espinas de la corona que se enterraban en las sienes del Hijo, se clavaban también agudamente en las entrañas de la Madre.
Los salivazos, los insultos, el vinagre y la hiel atormentaban simultámeamente al Hijo y a la Madre.
Y ante el descendimiento de la Cuuz una escena conmovedora, Jesús, su Hijo amado, en los brazos de su Madre que llora su muerte.
No cabe duda,aunque cueste creerlo. Su Hilo está muerto. Él, que era el Hijo del Altísimo, Él, que era el Salvador del Pueblo de Israel.
Él, cuyo reino no tendría fin. Él, que era el Camino la Verdad y la Vida. Él está en sus brazos muerto.
Dura prueba para la fe de María. Su Hijo, el destinatario de todas esas promesas, yace ahora cadáver en su regazo.
En el alma de María se irgió una oscura borrasca que amenazaba apagar la llama de su fe aún palpitante. Pero su fe no se apagó. Siguió encendida y lucía más que nunca.
¡Que fuerte eres Maadre!
Es la única que ha sostenido en sus brazos todo el peso de un Dios vivo y todo el peso de un Dios muerto -que era su Hijo-
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