SAN ANDRÉS DE SATUÉ
La iglesia parroquial de San Andrés en Satué, municipio de Sabiñánigo, en la provincia de Huesca, la Aragón, es una iglesia románica del siglo XI protegida desde 1982 como Monumento Bien de Interés Cultural.
Dedicada al apóstol Andrés, la Iglesia se construyó entre 1050 y 1060 y dependía del Monasterio de San Juan de la Peña.
Durante la guerra Civil Española el edificio fue dañado. En la década de 1970, la iglesia fue totalmente restaurada con la Ayuda de los Amigos de Serrablo.
La nave de la iglesia es de sillares. Tiene un coro semicircular decorado con cinco arcos ciegos que soportan un friso.
Los laterales de la iglesia se apoyan en dos contrafuertes. La torre anexa es un añadido posterior. La portada románica se encuentra en el lado Sur.
En el ábside se hallan cinco arcos ciegos de medio punto apoyados en lesenas que forman la típica arquería ciega del Serrablo.
En el paño central un ventanal en arco de medio punto doblemente abocinado, y sobre todo ello, un friso de baquetones (cuarenta) más las dos hiladas a modo de cornisa.
La ventana central es aspillerada con arco de medio punto realizado por dovelas de despiece radial, que le confieren aspecto de pequeño arco de herradura.
Gruesos contrafuertes señalan al exterior el tramo recto que precede al ábside.
Adosada a la fachada sur se alza la torre-campanario, un robusto ejemplar que presenta dos pares de amplios ventanales de arco de medio punto abiertos al Oeste,
más otros tres, con la misma disposición en triangulo que los pies de la nave, abiertos en el muro meridional (Sur). El campanario se cubre al exterior con tejado a dos vertientes.
SAN PEDRO DE LASIESO
Lasieso, a diferencia de las iglesias citadas, se encuentra al sur de Sabiñánigo.
Su iglesia fue la de un monasterio que seguía la Regla de San Agustín, dedicado a San Pedro y fundado por el Conde Sancho Ramírez, hijo ilegítimo de Ramiro I de Aragón.
Esta iglesia se compone del binomio de dos iglesias:
- una primera, de dimensiones muy pequeñas, mozárabe, sobre la que se asienta la torre; la otra mas grande románica.
La del costado norte parece más antigua. Al menos, conserva en el ábside y en la torre campanario que cabalga sobre ella algunas características propias del mozárabe serrablés, como los baquetones verticales que rematan la parte superio
Al exterior encontramos bajo el alero, el friso de baquetones y una ventana central aspillerada en arco de medio punto que ilumina el interior
- La segunda construcción se encuadra dentro del románico rural, presentando una sola nave cubierta con estructura de madera y ábside semicircular con bóveda de horno.
La nave mas pequeña es casi cuadrada y soporta la torre mediante su estructura de cuatro arcos, disponiendo de dos ventanales de arco de medio punto abocinados muy próximos en su fachada norte.
Tiene entrada al templo por la fachada Oeste, además de la que comunica con la iglesia mayor. Otra puerta comunica con el acceso a la torre campanario que se encuentra sobre esta pequeña iglesia. Dado su tamaño en tiempos fue utilizada como Capilla del Santísimo y en la actualidad hace funciones de sacristía.
El ábside de la nave mayor no lleva decoración alguna y únicamente presenta en su centro un ventanal con derrame hacia el interior.
El ábside menor ofrece un friso de baquetones apoyado directamente en hilada del muro y con una moldura sobre él.
Al igual que en el otro ábside, también se abre una ventana en el centro, aunque en este caso de arco de medio punto.
Sobre la nave pequeña se levanta la torre-campanario, de tipo serrablés.
La torre de tres cuerpos y de acusada forma troncopiramidal, no abre ningún vano en su cuerpo inferior, en el piso intermedio, partiendo de una imposta que los separa, se abren a los cuatro lados ventanales dobles de arco de medio punto con una columna en el centro, en el piso superior hay otros triples con las mismas características aunque mas alargados.
Un friso de baquetones sobre el que se apoyan cuatro hiladas sobresalientes en función de cornisa completa la decoración.
Se cubre con bóveda esquifada y tejado a cuatro vertientes. Del techo de la bóveda cuelga una sola campana, sujeta por un entramado de madera.
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La entrada principal del templo se sitúa en la fachada sur, es sencilla en arco un tanto extraño y está protegida por una edificación del siglo XVIII en forma de porche o atrio.
Sobre esta estructura de gran tamaño se construyó una sala o habitación. De la misma época es el edificio de la abadía que se alza a los pies del templo
SAN JUAN BAUTISTA DE OMISTE
La ermita de San Juan Bautista de Omiste es el ejemplar de románico del Gállego más alejado del núcleo larredense, lugar donde surgió este estilo. La fecha de su construcción se remonta al último tercio del s. XI. Solo la cabecera del templo es enteramente original. La nave, en su mayor parte, es de fecha posterior.
lLa iglesia (hoy ermita) de San Juan de Omiste, muy cerca de la minúscula población de Rasal, es el ejemplar más meridional y más alejado del núcleo principal en torno a Lárrede.
La ermita cuenta en su cabecera con cinco arquillos ciegos lombardos apeados en lesenas, y sobre ellas, el típico friso de baquetones verticales que las caracteriza a todas.
El templo está edificado en sillarejo al modo lombardo. La cabecera se compone de un presbiterio atrofiado con imposta, que le da aspecto de falsa herradura; y tras él, ábside de tambor muy peraltado, cubierto con bóveda de cuarto de esfera.
La decoración absidal, que asomaba bajo el encalado posterior, dejaba entrever un importante Pantocrator orlado por mandorla de intensos colores amarillo y rojo flanqueado por los Tetramorfos, de los que asomaba el correspondiente a San Marcos.
Tras el retablo actual, había pinturas del mismo momento en el cilindro absidal, a modo de cortinajes que orlan y completaban la decoración.
Por la cronología del templo y el estilo de las pinturas, es probable que su datación corresponda con el siglo XIII.
Se trata de una edificación que responde a las características típicas del grupo: una nave cubierta de madera que desemboca un ábside semicircular articulado al exterior con baquetones verticales y arcos ciegos sobre lesenas.
Tras décadas resistiendo a la ruina en un muy precario estado de conservación, hace escasos años fue sometida a una acertada y necesaria restauración llevada a cabo por Prames S.A., haciendo así realidad las reivindicaciones de Antonio García Omedes, quien años antes, había descubierto la existencia de interesantes pinturas murales en su interior.