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domingo, 20 de febrero de 2011

EL MILAGRO DE LA M. BONIFACIA

El milagro que permite la canonización, reconocido por Benedicto XVI el pasado 27 de marzo, tuvo lugar el 10 de junio del 2003 en Katanga, Republica Democrática del Congo. La plegaria de varias personas a la intercesión de la Madre Bonifacia logró la curación extraordinaria y repentina de Kasongo Bavon, un comerciante y padre de familia congoleño de 33 años que estaba a punto de morir en un pequeño hospital de las Siervas de San José pero deseaba ardientemente sobrevivir para no dejar abandon


Según el decreto de reconocimiento del milagro Kasongo Bavon es natural de Kolwezi (Katanga, República Democrática del Congo). De confesión neoapostólica, era vendedor ambulante en el momento de la curación, estaba casado y tenía una hija. A finales de marzo de 2003 el señor Bavon se vio aquejado de fiebre alta y escalofríos. Creyendo que se trataba de malaria, muy frecuente en la zona, se automedicó. Pero los síntomas se agravaron, por lo que se decidió a ir al Hospital de la Misión Católica de Kayeye, dirigido por las Siervas de san José.




Bonifacia Rodríguez fue beatificada el pasado día 9

El médico del centro lo visitó y, después de un diagnóstico clínico de probable peritonitis aguda por perforación tífica, le practicó de urgencia una laparotomía explorativa, en el curso de la cual emitió el diagnóstico de “fiebre tifoidea con perforación en el tercio terminal del ileon” y le realizó una resección ileal. Al término de la intervención, la enfermera Sierva de san José que ayudaba al doctor encomendó el enfermo a la intercesión de la madre Bonifacia, fundadora de la Congregación, creyendo que no sobreviviría.



Después de un mes, Kasongo Bavon presentó un cuadro preocupante, calificado por un diagnóstico clínico previo como oclusión intestinal aguda y el 3 de junio fue sometido a nueva laparotomía explorativa, que puso de manifiesto un cuadro abdominal muy grave por la presencia de una perivisceritis abdominal difusa, enfermedad que el doctor veía por primera vez. Le practicó una adhesiolisis muy laboriosa durante cuatro horas, terapia contraindicada en aquel caso. El pronóstico fue infausto.
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Después de tres días, la herida se abrió y la situación se presentó desesperada. Era el 6 de junio de 2003. Las Siervas de san José intensificaron la oración y comenzaron una novena, pues no había esperanza de vida. El 9 de junio el doctor se vio obligado a operarlo por tercera vez. Antes de comenzar, invocó a la madre Bonifacia y los enfermeros allí presentes se unieron a su oración. También participaron en la plegaria su padre y su cuñado, protestantes, y su mujer y el propio Bavon, neo-apostólicos, que


acababan de conocer a Bonifacia. La laparotomía evidenció la presencia de una peritonitis plástica con dos perforaciones en el intestino. Suturó rápidamente las perforaciones y, viendo la extrema gravedad de Bavon, sin hacer nada más, cerró de prisa el abdomen y le dijo a su padre que probablemente moriría en las próximas horas, pronóstico compartido por el personal sanitario del centro.

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Sin embargo, contra toda esperanza, al día siguiente, 10 de junio de 2003, Kasongo Bavon se sentía curado, no sentía dolores y pedía de comer con mucha ansia a la hermana Sacramento Villalón,ssj. Al tercer día la herida apareció seca y limpia, sin supuración y se reanudó espontáneamente el tránsito intestinal.

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