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miércoles, 16 de mayo de 2018

PALACIO DE COMARES II


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En el lado norte encontramos la mayor sala de toda la Alhambra, el Salón de Embajadores, antiguo saló del trono.

 Esta sala se encuentra cobijada dentro la Torre de Comares, que con sus 45 m. de altura es la mayor de toda la fortaleza.
 Para llegar a ella, y tras atravesar el pórtico encontramos, en primer lugar, la sala de la Barca,
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SALA DE LA BARCA NUM 6

Desde la galería norte del Patio de los Arrayanes y a través de un arco apuntado de mocárabes, accedemos a la sala de la Barca, cuyo nombre parece provenir de una degeneración del término árabe baraka, que significa bendición.
Sala de la Barca o Dorada

Esta sala, de forma rectangular de 24 metros por 4,35, parece ser que era más pequeña en un principio, y su ampliación fue realizada por Mohamed V.

 En esta sala existió una bóveda semicilíndrica que fue destruida por el fuego del incendio de 1890, sustituida por una reproducción de aquella que fue totalmente terminada en 1964.
Los muros presentan ricas yeserías con el escudo nazarí y dentro de él, la palabra «Bendición» y el lema de la dinastía «Sólo Dios es vencedor».

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La sala se encuentra rodeada por un zócalo en cuyos extremos encontramos alcobas con zócalos de azulejos, que revisten las columnas que sujetan arcos peraltados y festoneados de mocárabes y pechinas.



Antesala del espacio más importante del Palacio de Comares, su denominación puede derivar de la forma de su bóveda semicilíndrica, semejante al casco de un barco invertido, o tal vez de la palabra árabe al-baraka (la bendición), repetida insistentemente en las yeserías de sus muros.



A finales del siglo XVI fue necesario repintar el techo, por lo que también se la conocía hasta épocas recientes como Sala Dorada. La forma y dimensiones del techo lo convierten en un ejemplar extraño y único.
El original quedó casi totalmente destruido a consecuencia de un incendio el 15 de septiembre de 1890, finalizando su restauración en junio de 1965, a partir de dibujos, fotografías y piezas salvadas.



La armadura, de lazo ataujerado, es de madera de pino. Sus extremos son de cuarto de esfera con decoración de lazo de 12. El eje central conjuga ruedas de 12 y sinos o estrellas de 8, combinándolas sucesivamente.



Un zócalo de diferentes alicatados reviste toda la sala, incluidas las alcobas que se abren a los extremos mediante grandes arcos semicirculares. Las alacenas fueron ampliadas en el siglo XVII para abrir sendas ventanas con rejas al patio, como puede verse en los grabados del siglo XIX y en fotografías antiguas.


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 Saliendo de la sala de la Barca, en el espacio entre ésta y el Salón de Embajadores, podemos ver, a la derecha, un pequeño oratorio, probablemente reservado para el Sultán.




TORRE DE COMARES


 Es la mayor de las torres existentes en la Alhambra, con una altura de 45 metros.

En sus muros se abren nueve pequeñas alcobas, iguales dos a dos, excepto la central frente a la entrada, reservada al Sultán y más ricamente decorada.


  Su nombre se debe a las vidrieras de colores de los balcones que iluminan la gran sala que ocupa el interior de la torre, denominadas “comarías”.


"vidrieras" (qamriyya) que cerraban los desaparecidos "ajimeces" (balcones de madera en voladizo) que en tiempos nazaríes cerraron los nueve camarines de la sala (hecho constatado por un relieve de la torre conservado en la Casa del Castril, a las orillas del Darro).

 Estas elegantes balconeras de madera fueron desmontadas en el S.XVII, tras sufrir graves daños por la explosión de 1590 de un polvorín cercano, y aunque en principio se sustituyeron por un balcón de hierro y un nuevo guardapolvos, su inestabilidad aconsejaron retirarlos para siempre.



 Hoy, desde el Paseo de los Tristes ya no pueden contemplarse los balcones nazaríes, se ven balcones selladps de celosía de madera.



Salon-de-Embajadores-Alhambra
 En el interior se encuentra el Salón de los Embajadores.
Cuentan que desde uno de sus balcones, la madre de Boabdil, al saber que su hijo estaba negociando con los cristianos la rendición, le dijo: «Mira lo que entregas y acuérdate de que todos tus antepasados murieron reyes de Granada y el reino muere en ti».



 En esta torre sitúa la leyenda el pacto de los Reyes Católicos con Colón para el descubrimiento de América y el legendario ofrecimiento de la gran Isabel de empeñar sus alhajas para ayudar a la expedición.


SALA DE EMBAJADORES

 Este salón de la Alhambra era el centro simbólico del poder nazarí que se pone de manifiesto en el refinamiento y esplendor de la decoración.

 Presenta planta cuadrangular y se abre en el interior de la torre de Comares.

 Es la sala más espaciosa y aquí se celebraba el gran consejo presidido por el rey en presencia de todos los grandes del reino: visires, ulemas, alcalde, capitanes.

Salón de embajadores en la Alhambra
 También era usado para recepciones de enviados u otras personas de alto rango.

 Esta es la sala más majestuosa de palacio, donde se encontraba el trono y se realizaban las recepciones oficiales.

 La sala comunica con la Sala de la Barca por un doble arco. Es una sala cuadrada, de 11,30 de lado por 18,20 de altura, que tuvo suelo de mármol, aunque hoy día es de losetas de barro, en el que se observa en el centro el escudo de los Alamares, realizado en azulejos en el siglo XVI.
Camarines

Hay tres camarines en cada muro (W, N, E), que poseen 2,5 metros de profundidad y un remate con un par de ventanitas cerradas con fina celosía de yeso.



Los camarines poseen todos el mismo ancho (aunque los centrales son más anchos), arcos simples cerrados por modernas celosías (los centrales poseen arcos gemelos), un par de ventanitas de celosía, rica decoración, zócalos alicatados y un techo de lacería (los centrales en forma de artesa).



Merece mención especial el camarín central del muro norte, donde se ubicaba el trono.


 Pocos sitios existen en la Alhambra cuya función es tan conocida, pues los poemas que complementan este lugar no dejan lugar a la duda.

Otro comentario. El camarín más meridional del muro oriental (primero a la derecha) se convirtió en puerta en 1536, con la intención de dar fácil acceso a las nuevas habitaciones del emperador y, a través de una escalera, a los subterráneos de la torre. Hoy el camarín se encuentra cerrado, recuperando así su aspecto original.


Por cierto, en la pared sur existen dos alacenas (una a cada lado del arco central de acceso) con sus correspondiente puertas (entre el S.XVII y 1930 estuvieron selladas).


Podemos observar que el salón se haya repleto de inscripciones decorativas: tacas, nichos, arcos, paredes, camarines, etc. se hayan repletos de poemas, alabanzas a Dios, al emir, el lema de los nazaríes o textos del Corán, como el que encontramos en la cámara central, la del trono, situado en el alfiz de su arco, que según la traducción de Echevarría reza así:



«Ayúdeme Dios apedreador del demonio. En el nombre de Dios que es misericordioso y tiene misericordia. Ser, Dios, con nuestro Señor Mahoma y su generación, compañía y salvación. Y di: Mi ayuda de la ira de Dios y de todo el demonio que permite rompimiento del infierno; y me libre del mal del envidioso cuando se dispone a envidiar. Y no es viva otra divinidad que la de Dios a quien alabar eternamente. La loa al Dios de los siglos.»





La cámara central, es la de mayor riqueza en cuanto a su decoración. Junto a la inscripción anterior del alfiz, encontramos un artesonado de lazo que cubre el interior de la cámara, que está rodeada por un zócalo de alicatados, adornados con yeserías.

El suelo
El suelo es de losetas vidriadas de diferentes colores alternadas con delicadas cenefas (cuyo nombre correcto sería "holambrillas"). Nunca hubo aquí mármol.



 El actual pavimento data de 1589, aunque muy probablemente se trate de una excelente réplica de su trazado original ya que el centro lo ocupa un tapete de azulejos con el escudo real nazarí.

La sala está rodeada por un zócalo de piezas vidriadas formando figuras geométricas, sobre el que podemos admirar una bellísima decoración de atauriques recubriendo la pared, combinando elementos geométricos y vegetales con gran armonía, rematada por una cornisa de mocárabes pintados.


Cúpula de los Siete Cielos

 El techo se presenta como la representación de los Siete Cielos del Paraíso Islámico, con el trono de Dios situado en el octavo cielo, representado por el cubo central de mocárabes, y los cuatro árboles de la vida situados en las diagonales.

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 La cúpula es una obra maestra de carpintería. Está compuesta por paños de madera de cedro cubiertos de lacería, con un gran cubo de mocárabes en el centro, salpicado de multitud de estrellas, pintado de tal manera que parecen nácar, plata y marfil.



Esta distribución no sólo proporcionaba una atmósfera fresca al estar la mayor parte del espacio en penumbra, sino que además la luz llegaba que del exterior producían efectos de intensa iluminación que se concentraban en el trono.



De nuevo en el patio, seguiremos la visita por una habitación del lado este, que nos comunica con el Palacio de los Leones. Esta comunicación es moderna, ya que antiguamente estos dos palacios no estaban comunicados directamente

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Baños de Comares
Al este del palacio se encuentran los Baños de Comares, construidos al estilo musulmán siguiendo el modelo de las termas romanas.

 Toda la decoración existente es de época cristiana, ya que el mal estado que han presentado los baños a lo largo de los siglos ha hecho que se restauren y reconstruyan varias veces.


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