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lunes, 28 de enero de 2019
CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE SANTIAGO DE COMPOSTELA
es un monasterio franciscano fundado a comienzos del siglo XIII en Santiago de Compostela, declarado Monumento histórico artístico el 16 de agosto de 1896.
Se sitúa extramuros en el casco viejo de la ciudad de Santiago de Compostela, provincia de La Coruña, en el lugar conocido como o Val de Deus (el Valle de Dios).
Dice la tradición que San Francisco de Asís, en peregrinación a Compostela en 1214, fue acogido por una familia compostelana, el hombre era un carbonero llamado Cotolai; en su casa del Monte Pedroso.
Le encomendó a este construir un monasterio pero cuando le replicó que no tenía recursos, le mostró un tesoro cerca de la ermita de San Paio do Monte (San Payo del Monte) que le permitiría llevar a cabo la obra. Val de Deus (Valle de Dios) era un terreno propiedad del monasterio benedictino de San Martiño Pinario (San Martín Pinario), que lo cedió a cambio de una cesta anual de pescado, que se siguió entregando hasta finales del siglo XVIII.
El convento primitivo se vino abajo a comienzos del siglo XVIII y no quedan de él más que cinco arcos apuntados que se conservan en el claustro principal y el sepulcro de Cotolai.
Estos arcos estaban en la Sala Capitular, en la que Carlos V celebró las Cortes de Santiago en 1520. La reconstrucción, que conllevaba cambiar la orientación de su iglesia, se inició en 1742, y no fue sin problemas, ya que los vecinos (especialmente los monjes de San Francisco) se quejaban de la magnitud de la obra, que les quitaba luz y ventilación y que, además, ocuparía tierras pertenecientes a los de San Martín. La disputa se saldó rebajando la altura de la iglesia franciscana.
La renovación de la fábrica medieval se inició con el arzobispo Maximiliano. La iglesia
Las obras del nuevo templo siguieron las trazas dadas por Simón Rodríguez, pese a que la lentitud de las obras hizo que la participación de los otros maestros supusiese la inclusión de algún cambio sustancial.
La planta de la iglesia corresponde al tipo "jesuítico", en forma de rectángulo en el que se inscribe una cruz latina.
Fachada.
La fachada de la iglesia, diseñada (en estilo barroco) en el siglo XVIII por Simón Rodríguez, se impone en el contorno por su tamaño.
Fue ejecutada por Fray Manuel Caeiro, no estando terminada aún en 1770, hecho que hace que responda a dos conceptos diferenciables en la decoración reducida a la parte inferior de la misma, cambiando drásticamente por encima de la altura del entablamiento que cambia de forma perceptible adaptándose a los principios neoclásicos.
La parte inferior es barroca y la superior neoclásica y consta de tres cuerpos y tres calles. En la central destacan cuatro columnas dóricas que flanquean una imagen de San Francisco (obra de José Antonio Mauro Ferreiro Suárez).
El segundo cuerpo está dominado por un enorme ventanal flanqueado por columnas jónicas, sobre las que se apoya un frontón triangular. Las calles laterales soportan los dos campanarios.
El atrio
El atrio se encuentra varios metros por debajo del nivel de la calle en un extremo, y delante de él, a ras de esta, se levanta un monumento a San Francisco realizado por Francisco Asorey en 1926. Interior del templo
Altar mayor.
El interior del templo también es sobrio, aunque monumental. La planta es de cruz latina con tres naves.
La central, de cinco tramos, y el crucer cubierto por una bóveda de cañón con cúpula de media naranja en las pechinas, modificaciones de Fray Manuel Caeiro.
En la decoración del interior del templo se aprecia la impronta de Simón Rodríguez con la decoración de placas y cilindros
.
A los lados de las naves y a los del presbiterio se sitúan capillas intercomunicadas sobre las que discurre una tribuna.
Tres son, básicamente, las líneas de culto que se desarrollan en el interior del templo. En primer lugar la vinculada a Jesús y su Pasión. En este sentido se localizan aquí el paso de la Santa Cena, obra del escultor Juan Sanmartín, encargada por el Ayuntamiento en 1863 ; el Ecce Homo; el Cristo de la Buena Muerte que tiene a José Ferreiro como autor; la Cruz, que había sido traída por los franciscanos de Tierra Santa, que se data en el siglo XV; y, además, el Sagrado Corazón de Jesús, obra del valenciano Modesto Pastor, de principios del XX. También hay una representación sobre la muerte de San José, en la que aparece acompañado por Jesús, María y un ángel.
Concretamente el Cristo de la Buena Muerte se incluye en un retablo encargado a Agustín Trasmonte en la última década del siglo XVIII. Tenía, originariamente, a sus lados las figuras de la Virgen María y San Juan, al igual que sucedía en el retablo del Cristo de la Paciencia - también vinculado a Ferreiro- , del monasterio de San Martín Pinario; cabe la posibilidad de la que es hoy una Santa Cecilia - sita en el convento, y que fue anteriormente un San Juan- provenga de este retablo del Cristo de la Buena Muerte.
Las catorce estaciones del Vía Crucis, en otras tantas pinturas, se suceden, por dos veces, en la iglesia, una en su nivel inferior y otra, en el coro.
El culto a María tiene, también, gran importancia en esta iglesia. Puede verse bajo la advocación de la la Inmaculada, en el retablo mayor; en una obra realizada en el taller de Ángel Rodríguez, en el que trabajaron Luis Puente y Jorge Rodríguez, con quienes ha de vincularse esta obra, conocedora de otra anterior – que se encontraba en muy malas condiciones- que ocupó este mismo lugar.
Así mismo el culto a la Virgen de los Dolores tiene retablo propio, al igual que Nuestra Señora de la Valvanera, devoción introducida por el conde de Ximonde en 1772; y la Virgen del Carmen, en un espacio originariamente destinado a ser capilla de San Ildefonso.
Las devociones vinculadas directamente con la orden franciscana cuenta, en este caso, con un notorio desarrollo. Así se nos muestran a Francisco y Clara de Asís, así como a Buenaventura , en el retablo mayor; tienen, igualmente, un retablo, Antonio de Padua, en el crucero; y en otras tantas capillas: Benito de Palermo, Pascual Bailón, Diego de Alcalá,
Bernardino de Sena – que compartía, originariamente, retablo con Juan de Capistrano, amigo suyo, y Jaime de las Marca, su discípulo (en sus respectivos espacios están hoy Santa Rita y Santa Teresa)-; los Mártires de Damasco; el beato Duns Escoto… En el retablo que presenta hoy, únicamente, a Francisco Blanco se mostraba, también, en pintura, a “Pedro Bautista y 20 santos más de la Orden que padecieron el martirio en Japón en 1595”.
Santo Domingo de Guzmán, el fundador de los dominicos, se presenta en un lateral del retablo principal que está timbrado, hacia su parte alta, por dos escudos franciscanos. Debe de tenerse en cuenta que, originariamente, el retablo mayor, patrocinado por el arzobispo Vélez, no tenía en su traza de 1833, los cuerpos superiores y se completaba en altura figurando, según se decía por 1862, “… de pinturas un gran retablo”. Es en 1878 cuando fray José Rodríguez le otorga la forma que hoy tiene.
En los retablos que presiden el crucero, podemos ver, arriba, en el que hoy nos presenta al Sagrado Corazón de Jesús,
un medallón con el Santiago ecuestre, en tanto que al otro lado, en el de San Antonio, se muestra, de idéntica forma, uno de los milagros de este santo: el de haberse postrado un caballo ante la hostia consagrada.
La tumba de los hermanos García Pan es obra datada en 1896; cabe relacionarla con el quehacer de Ramón Núñez Fernández, profesor, por entonces de la Escuela de Artes y Oficios de Santiago de Compostela, autor, también, de las tumbas de Lope de Mendoza y Rajoy, en la catedral compostelana. La sacristía tras la capilla mayor tiene la misma anchura que el templo.
Guarda, entre otras, dos imágenes que proceden de los retablos de la iglesia; concretamente la de San Luis de Anjou – que estuvo, originariamente, en el retablo mayor, en el lugar ocupado hoy por San Buenaventura- y la de Rosa de Viterbo.
Un buen relicario se presenta en un lateral de la sacristía. También se guarda aquí el Sagrario del Monumento de Jueves Santos, obra realizadas en 1879, según diseño del P. Francisco Ferrando y realización de Fr. José Rodríguez.
Entre los cuadros que pueden verse en la sacristía cabe citar aquellos que nos muestran los temas de Francisco orante en la catedral compostelana y el tributo de los peces; ambos formaron parte del retablo mayor, en su parte baja.
También tienen su mérito los que nos muestran los siguientes temas: Francisco degollando con la espada de San Pablo a un Obispo indevoto, Francisco bendiciendo a Asís, Duns Escoto guiando un carro triunfal con la Inmaculada – lo identifica el letrero que lleva en su mano; dice así Potuit; decuit; ergo fecit ('pudo, quiso, lo hizo')-.
Iglesia-capilla de la Orden Franciscana Seglar (Tercera Orden)
Domingo de Andrade realizó la austera Capilla de la Orden Tercera, estructurada en una planta rectangular simple cubierta con bóveda de cañón y una capilla mayor de planta cuadrada cubierta con una cúpula.
El retablo mayor fue realizado por Miguel de Romay en el 1714. Contiguo al Convento se encuentra la citada Capilla que en Santiago es conocida como iglesia de los Terciarios o de la Venerable Orden Tercera (actualmente denominada Orden Franciscana Seglar), este complejo es propiedad de la Fraternidad Franciscana Seglar de Santiago de Compostela y comprende: la iglesia-capilla, sacristía-antigua capilla y el cementerio de la citada Tercera Orden Franciscana.
Esta Orden fue fundada por san Francisco de Asís, pero es de seglares.
Imaginería
A las naves laterales se abren quince retablos, la mayoría realizados por fray José Rodríguez, lo mismo que el retablo central. Este último consta de tres cuerpos. En el inferior, Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de los Predicadores, y San Boaventura, primer cardenal de la Orden Franciscana, acompañan una imagen de la Virgen María. En el segundo, una talla de San Francisco, obra de Ferreiro Suárez tiene a su lado un escudo de la Orden de San Francisco y otro con la Cruz de Tierra Santa y las Cinco Llagas del santo. En el cuerpo superior hay otra talla de Santa Clara y en el centro un libro abierto.
Claustro
Otro de los claustros
Notas[editar]
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El claustro en el cual se instala el Museo de Terra Santa, fue construído a principios del s. XVII y atribuído a Ginés Martínez. En la planta baja se han integrado cinco arcos góticos, correspondientes a la antigua sala capitular, obra atribuíble a Pedro Bonet, a quien encontramos trabajando en Compostela en 1261. En dicha sala se reunió en 1520 la Corte de Castilla, y así hoy se la denomina, Sala de Carlos V.
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