DOMINGO VII DEL T. ORDINARIO
La de la sordera, para que pueda escuchar con nitidez tu voz
La del odio, para que pueda amar sin distinción
La de la maldición, para que pueda desear siempre el bien
La de la debilidad, para que presente mi mejilla donde sea necesario
La del egoísmo, para que nunca mire lo qué doy ni a quién doy
La de la conformidad, para que no exija lo que no me pertenece
¡QUITA, MI MÁSCARA, SEÑOR!
La de los malos modales, y sea así delicado con mis hermanos
La de la maldad, para que disfrute sembrando semillas del bien
La del usurero, para que no busque más beneficio que el ser feliz dando
La de la dureza, para que brote en mí la comprensión
La de la severidad, para que sepa entender y comprender los defectos de los demás
La de la discordia, para que vea amigos y no adversarios
Y por encima de todo, sonreir (no reirse) porque es lo que más odia un enemigo
D
Hoy vivir codo a codo o el trabajar mano a mano con el Señor: el bien del otro. Difícil pero para amar al enemigo.....amar al Gran Amigo.....Jesus de Nazaret.
Por encima de todo y sobre todo, el bien del otro.
M
Aprender de Ti. Servir siendo el último.
Hazme humilde como la cera que se funde en la vela para dar luz y caridad mientras se consume lentamente.
X
Señor. No siempre tengo fuerza para buscarte......soy oveja sin pastor, sal tu a buscarme.
A ti, Señor, te interesan “las personas”. Que éstas no sufran, que sean libres, que sean felices. El bien siempre hay que hacerlo sin mirar a quien.
J
Señor, las personas somos capaces de todo: de lo mejor y de lo peor. Podemos ser altruistas, generosos, desinteresados hasta ir entregando la vida por los más pobres y desgraciados, como nuestra santa moderna, Santa Teresa de Calcuta. Pero también podemos manchar el alma limpia y pura de los niños. Dame, Señor, la gracia de vivir siempre siendo sal, que no estropee su efecto de conservar y dar sabor a este mundo tan triste y tan soso.
V
Señor, yo quiero entender bien lo que Tú piensas de la vida, de nuestros problemas, de nuestros intereses. En el caso de hoy, lo que piensas sobre el amor de los esposos. Dame la fuerza del Espíritu para penetrar en tus sabias palabras ya que éstas y no las palabras humanas van a ser las que orienten nuestra vida.
S
Hoy, Señor, quiero hacer mi oración con el encanto, la sencillez y la espontaneidad de los niños. Sólo si tengo corazón de niño me atreveré a hablarte como a mi Abbá, mi papá. Es la palabra que usaba Jesús cuando hablaba contigo. No vengo a ti a pedirte nada. Me conformo con que Tú siempre seas mi “papá”. Contigo lo tengo todo.
DOMINGO VII DEL T. ORDINARIO
La de la sordera, para que pueda escuchar con nitidez tu voz
La del odio, para que pueda amar sin distinción
La de la maldición, para que pueda desear siempre el bien
La de la debilidad, para que presente mi mejilla donde sea necesario
La del egoísmo, para que nunca mire lo qué doy ni a quién doy
La de la conformidad, para que no exija lo que no me pertenece
¡QUITA, MI MÁSCARA, SEÑOR!
La de los malos modales, y sea así delicado con mis hermanos
La de la maldad, para que disfrute sembrando semillas del bien
La del usurero, para que no busque más beneficio que el ser feliz dando
La de la dureza, para que brote en mí la comprensión
La de la severidad, para que sepa entender y comprender los defectos de los demás
La de la discordia, para que vea amigos y no adversarios
Y por encima de todo, sonreir (no reirse) porque es lo que más odia un enemigo
D
el evangelio de este día, es casi un anuncio de lo que conllevar el vivir codo a codo o el trabajar mano a mano con el Señor: el bien del otro. Por encima de todo y sobre todo, el bien del otro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario