YA ES SEMANA SANTA

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viernes, 3 de enero de 2025

DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA Y DIAS SIGUIENTES

SABADO

“ ¿Qué buscáis? ”



san Juan 1, 35-42
La lectura evangélica (Jn 1,35-42), de hoy nos presenta la vocación de los primeros discípulos.

 En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Este es el Cordero de Dios».

En el caso de estos, el llamado no comienza directamente de boca de Jesús. Muchas veces Jesús se vale te personas para llamarnos; por eso tenemos que estar atentos a la voz de nuestros hermanos. En este caso se valió de Juan el Bautista, quien les señala la persona de Jesús y les dice: “Éste es el Cordero de Dios”.
Tal fue la impresión que causó la presencia de Jesús en estos discípulos, que nos cuenta la escritura que: “los dos discípulos oyeron (las) palabras (de Juan) y siguieron a Jesús”.
 Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?».

“¿Qué buscáis?”. Pudo haberles preguntado sus nombres, hacia dónde se dirigían, por qué le seguían… No olvidemos que Jesús es Dios, que conoce nuestros pensamientos. Él sabía lo que buscaban. Tan solo quería una confirmación; no para Él, sino para ellos mismos.

 Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?». 
Él les dijo: «Venid y veréis».

 Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima. 

entonces los discípulos “fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día”. Tal fue la impresión que esa experiencia causó en el evangelista, que hasta recuerda la hora: “serían las cuatro de la tarde”.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)». 
¿De que les hablaría Jesús esa tarde?
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro)».

Lo cierto es que tan impresionados quedaron los discípulos con la experiencia de Jesús, que tan pronto salieron, uno de ellos, Andrés, encontró a su hermano Simón y no pudo contenerse. Antes de saludarle, como impulsado por un celo inexplicable exclama: “Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)”.

Eso me hace preguntarme a mí mismo: ¿Busco yo seguir a Jesús? Si Jesús me preguntara: “Y tú, ¿qué buscas?” ¿Qué le contestaría?
Siempre pienso en la mirada de Jesús, y trato de imaginarla…, y se me eriza la piel…



VIERNES

“ Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo ”


La liturgia va preparando el terreno para la solemnidad del Bautismo de Cristo que celebraremos el domingo, como clausura del tiempo especial de la Navidad.

según el san Juan 1, 29-34 

Hoy, el evangelista se detiene en presentarnos la escena del encuentro entre Jesús y Juan el Bautista en la orilla del Jordán.

Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. 

Envueltos todavía en el ambiente navideño, y en este día en que celebramos el Santísimo Nombre de Jesús, tratamos de penetrar un poco en el inconmensurable misterio del Hijo de María. 

 Andrés y Juan escuchan las palabras de su maestro, el Bautista. Parece tan seguro de lo que dice, como desconcertado; porque el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo no es lo que él imaginaba.

Este es aquel de quien yo dijo: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. 

El Bautista identifica a Jesús cuando éste se le acerca. Así se convierte en testigo suyo. No hay misión sin encuentro previo.

 Luego serán Andrés y Juan los que darán testimonio de Jesús. Y después de ellos, todos nosotros a los que el Señor se ha acercado mediante el don de la fe. 

Es una buena ocasión para recordar y agradecer al Señor por tantos Bautistas que Él ha puesto en nuestras vidas.

Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel». Y Juan dio testimonio diciendo: «He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”. 

Dos referencias animales señalan el momento: el cordero de Dios era el animal que se sacrificaba en el templo para expiación de los pecados del pueblo; la paloma era una forma arcaica de referirse al propio pueblo elegido de Israel.

Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».

Estás palabras las escuchamos todos los días. Las repite el sacerdote antes de la Comunión y no nos asusta la grandeza, que encierra,  este Misterio de Amor. 

Estamos acostumbrado pero no sabemos qué estamos llamados a hacerlas vida. 

El Cordero, el Enviado, el Mesías esta entre nosotros quiere decir que Dios  ha venido para quedarse para siempre. 

a la grandeza que encierra  este Gan Misterio. 


JUEVES

“ Permaneced en él ”





san Juan 1, 19-28

 Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran: 

«¿Tú quién eres?» Él confesó y no negó; confesó: «Yo no soy el Mesías». 

Su misión es, por tanto, hablar en nombre de otro y dar testimonio en favor de otro. ¡Mucha humildad se necesita para cumplir esta misión! Y Juan supo hacerlo de modo excelente, aun a costa de su vida.

Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?». Él dijo: «No lo soy».

 «¿Eres tú el Profeta?». Respondió: «No».

Juan no  solo no retiene a los que le siguen, sino que les invita a ir tras la verdadera Luz.

 Y le dijeron: «¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?».

Por eso la actitud de Juan Bautista es un impulso para que desde donde estamos, nos reconozcamos mensajeros, anunciadores de la buena nueva de Dios a nuestro mundo.

 Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías». 

El texto de hoy es una invitación a ser valientes, pues es muy difícil no caer en la tentación de sentirnos un poco mesías, de dejarnos alabar por lo bien que uno habla, por lo bien que ha salido la catequesis, por lo bien que hacemos todo lo que nos piden.

Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?».

 Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia». 

Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.



Si estás en la otra orilla, y te sientes alejado, desesperanzado, triste, abatido, solo, hundido, descartado, ¡no temas!, esta buena noticia es para ti. Reconoce quién eres, reconoce Quién habita dentro de ti y ponte en camino para cruzar el Jordán de tu vida y pasar a la tierra prometida de la vida eterna, la vida plena, que goza de todo lo bueno, bello y verdadero que hay en el mundo y que es para ti.

MIERCOLES

“ Conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón ”



según san Lucas 2, 16-21 

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. 

Es bello todo lo que nace: el nacimiento del día, el nacimiento de una fuente, el nacimiento de una flor. ¿Qué diremos del nacimiento de un niño? Alguien ha dicho muy bien que “cuando nace un niño es la señal más clara de que Dios sigue amando este mundo” Y sigue sonriéndonos. ¿Qué diremos del nacimiento de Jesús? Jesús nace en lo sencillo, en lo pequeño, en lo cotidiano.

Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. 

Pero gracias a María, todos nosotros somos “hijos de Dios” y podemos llamar a Dios ABBA. 

María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. 

Como María “guardaba todo en el corazón”. No lo guardaba en la mente, sino en el corazón. Todo lo amaba. El peso de la vida es el amor; y si amamos mucho, la vida tiene un peso, un valor. Por lo demás, desde el momento que Dios se ha hecho hombre, toda persona que nace tiene su dignidad de hijo de Dios, creado a su imagen y semejanza. 

Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. 

Que Jesús sea luz no nos puede dejar indiferentes. Miremos a los pastores: era tan grande el gozo que sentían por lo que habían visto que no paraban de hablar acerca de ello: «Todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían» (Lc 2,19).

Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

De hecho, el nombre con el que fue bautizado era uno de los nombres más comunes en la época y lugar donde él nació. El nombre Yeshua del cual recibimos Jesús por medio de la traducción griega fue tan común que arqueólogos han descubierto más de 70 tumbas con el nombre Yeshua provenientes del tiempo de Jesús. 

Si “en el Principio” hubo Palabra, Vida y Luz, es porque estamos llamados a ser palabra, vida y la luz. Estamos llamados a ser hijos de Dios y a vivir como tales. ¡No te conformes con menos! ¡Hemos nacido de Dios! No tenemos otro apoyo que Dios, su amor y su espíritu. Venimos al mundo en pleno viaje y el tiempo nos urge a proseguir el camino.


 MARTES

“ Para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama ”



según san Juan 1, 1-18 
San Juan evangelista nos introduce en el misterio de Dios. Insondable, inabarcable, incomprensible para nuestra capacidad limitada, pero fascinante. Nos habla de un Verbo que antecede al tiempo, una Palabra suficiente para crear todo lo que vemos.

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. 
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
Pero nos habla, a su vez, de cómo esa Palabra anterior a todo, creadora de cielo y tierra, llega hasta nosotros encarnada en un hombre idéntico a nosotros en todo salvo en el pecado. Ese es el gran misterio de la Natividad de Jesús que hoy se hace niño en el portal para que nada de lo humano le sea ajeno, para experimentar las fatigas, los dolores y el sufrimiento que tú mismo puedas vivir en tu vida.

 El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció. 
Es Dios el que viene a nuestro encuentro, es el Verbo el que se encarna, se hace carne, cobra vida sensible a nuestros sentidos, no en apariencia, no como si estuviera representando un papel, sino radical e inconfundiblemente de verdad. 
Ante el misterio de la Natividad sólo cabe la admiración, sólo es posible suspender el razonamiento y quedarse balbuciendo porque de otra manera no nos cabe en la cabeza que Dios haya cobrado cuerpo y sea hombre verdadero como nosotros.

Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. 

Los judíos esperaban la salvación a través del Mesías prometido, pero lo que les llega de la mano de Dios es Dios mismo encarnado. No supieron verlo como dice el evangelista porque los suyos no lo conocieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
 Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo:

«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. 

Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo. 
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.



Sólo cuando somos capaces de trascender lo que los ojos ven -la historia personal del nacimiento que estos días adornan nuestras casas- para suspender el entendimiento ante la contemplación del misterio, sólo entonces empezamos a atisbar lo que supuso hace dos mil años y supone día a día en tu vida que Dios se haga hombre. 
Y antes que hombre, un chiquirritín indefenso que tiembla. Ahí está tu salvación. El Verbo se ha hecho carne para salvarte, para pagar la deuda que habías contraído con tu pecado. Envuelto en pañales, tiritando en la noche de paz, se acuna nuestra salvación. Bendito sea Dios.

LUNES

“ Y la gracia de Dios estaba con él ”




san Lucas 2, 36-40 

En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años.

Me llama poderosamente la atención esta ancianita que ha pasado toda la vida en el Templo. Una mujer que no se ha cansado de servir al Señor.

 De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día.

hoy día en la sociedad es que “asustan los compromisos de por vida”. A los jóvenes de hoy, a pesar de sentirse enamorados, les asusta el tener que vivir con un hombre o con una mujer “toda la vida”. Lo mismo diríamos de los seminaristas o de las novicias. 

¡Aquí estoy! Y estoy con la misma alegría y la misma ilusión que tenía cuando yo era joven.

 Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. 

Vidas llenas, vidas en plenitud, que acogen, cobijan y nutren a toda persona que se acerca a ellas. La razón de esas vidas tan llenas es que han crecido junto a la acequia. No les ha faltado el riego de la Palabra de Dios y de la oración. Por eso han podido llegar hasta el final de la vida sin cansarse.

Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, Jesús y sus padres volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.

 El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.



Ana ve al Niño Jesús. Así, con mirada de fe, contempla a un niño en los brazos de su madre y descubre en el al Salvador del mundo. De este modo la vejez de la mujer aparece como sinónimo de experiencia, del camino recorrido, de la capacidad de distinguir lo trascendente de lo efímero. ¡Qué importante y necesaria esa mirada hoy! 

Sin embargo, hay que destacar que Ana no se queda sólo con una mirada de fe, pues se vuelve testigo que anuncia: ¡Sí, es verdad, Dios cumple sus promesas!

DOMINGO

“ Jesús iba creciendo en sabiduría ”


del santo Evangelio según San Lucas 2, 41-52 

En medio de este tiempo de Navidad donde todas las miradas están puestas en el Niño-Dios que nace, hoy la Iglesia nos invita a mirar también a José y a María, sus padres: la Sagrada Familia.

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua. 

 Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. 

 Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo. 

 Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. 

 Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados».

 Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron lo que les dijo. 

 Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo esto en su corazón.

 Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

Fueron una familia normal y corriente. María y José tuvieron que trabajar duramente. Su vida de familia se compuso de muchos días de semana, llenos de trabajo, de preocupaciones, de alegrías y penas compartidas, de paciencia, amor, diálogo y respeto mutuo. Días en que no se celebraba nada especial, simplemente se vivía. Pero precisamente ahí en ese día a día fue donde se fraguó la santidad de aquella familia. Hoy se convierte para nosotros en signo del amor de Dios en nuestro mundo y modelo de nuestra vida de familia.


Hoy  buscamos la sabiduría de Cristo para llevarla a nuestras familias. 
Un antiguo escritor, Orígenes, comentando el Evangelio de hoy, decía que es necesario que aquel que busca a Cristo, lo busque no de manera negligente y con dejadez, como lo hacen algunos que no llegan a encontrarlo. Hay que buscarlo con “inquietud”, con un gran afán, como lo buscaban José y María

jueves, 2 de enero de 2025

EL NOMBRE DE JESÚS

FIESTA, TRES DE ENERO, NOMBRE DE JESUS 

Inocencio VI estableció en 1721 una fiesta del Nombre de Jesús, para toda la Iglesia latina, el segundo domingo después de Epifanía.;;o

 San Pío X la trasladó al primer domingo de enero (a no ser que coincidiera con el día de Epifanía, en cuyo caso se celebraba el 2 de enero).
 Después de desaparecer del calendario, la nueva edición del Misal de 2002 la recuperó el 3 de enero.



En el acto de la Circuncisión, por decreto divino, intimado primero a María (Lc. 1, 31):
"Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús";

y después a José (Mt. 1,23:

"He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo,
Y llamarás su nombre Emanuel,
que traducido es: Dios con nosotros".
el Niño Dios recibió el nombre de Jesús.


Adoración del Nombre de Jesús. El Greco

El monograma que representa el Santísimo Nombre de Jesús consiste en las tres letras: IHS.

Archivo:Spain.Barcelona.Sagrada.Familia.Simbologia.JHS.cut.png

 En la Edad Media el Nombre de Jesús se escribía: IHESUS; el monograma contiene la primera y la última letra del Santísimo Nombre de Jesús.

 Se encuentra por primera vez en una moneda de oro del siglo VIII: DN IHS CHS REX REGNANTIUM (El Señor Jesucristo, Rey de Reyes). Algunos equivocadamente creen que las tres letras son las iniciales de "Jesús Hominum Salvator", Jesús Salvador de los Hombres.


Desde el s. XIII, los dominicos erigieron asociaciones de fieles con el título de Sociedad del Santo Nombre de Dios y le dedicaron altares en sus templos. San Bernardino de Siena se servía en sus predicaciones de una tabla con el monograma del Nombre de Jesús pintado (IHS en letras góticas, con una cruz sobre la H), rodeado por un sol con rayos.


 Por influencia suya, la ciudad de Siena lo adoptó como escudo. También se generalizó la costumbre de colocar este emblema en las puertas de los Sagrarios. San Ignacio de Loyola lo convirtió en el escudo de la Compañía de Jesús. Santa Teresa de Jesús lo usaba como sello y lo escribía al inicio de todas sus cartas.


miércoles, 1 de enero de 2025

CONSERVABA TODO EN SU CORAZÓN

  santo evangelio según san Lucas (2,16-21) 

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores.

“ Conservaba estas cosas, meditándolas en su corazón ”


Varios temas se concentran en este día: La fiesta de Santa María, madre de Dios, el tema de la paz y el estreno del Año Nuevo. María, al estar limpia de todo pecado, vive en un eterno Paraíso. María es el verdadero paraíso de Dios. La única que puede estrenar un calendario siempre nuevo y sin posibilidad de mancharlo. La única que puede darnos una “paz paradisiaca”. La única que puede decir: Este Niño que llevo en mis brazos, a quien acuno con infinita ternura, es Dios. ¡Adoradlo!…

Bendiciones del A.T. “El Señor te bendiga, ilumine su rostro sobre ti, se fije en ti y te conceda la paz”. María recoge en esta bendición, todas las bendiciones importantes del A.T. Las de los patriarcas, profetas, reyes… Y las mujeres más relevantes como Sara, Rebeca, Judit, Ester, tienen sentido profético. Son importantes porque ellas remitían a María, la madre de Jesús. María, al estar llena de Dios, puede transmitir y empapar este nuestro mundo de bendiciones, especialmente de la paz… No olvidemos que María, al no tener pecado original, nunca ha sido expulsada del paraíso. Es más, Ella es un “verdadero paraíso”. Paraíso siempre recién estrenado y nunca manchado. Ella es personalmente la que encarna el verdadero sueño de Dios sobre la humanidad. En ella encontramos el verdadero proyecto de Dios sobre el mundo. Ella es lo que todos estábamos llamados a ser. Y como no tuvo pecado, puede pasear por el paraíso con Dios “a la brisa de la tarde”. La paz que nos da María es nada menos que la “paz paradisíaca” donde “el lobo habitará con el cordero y pastarán juntos el becerro y el león” (Is. 11,6s). La bestialidad del hombre debe desaparecer e implantarse en el mundo la auténtica convivencia humana.
María “guardaba todo esto en su corazón”. ¿Qué es esto que guardaba María? El misterio de Dios hecho hombre en sus entrañas
En el tercer Concilio Ecuménico en el 431. Allí se proclamó a María, Madre de Dios. Las crónicas nos dicen que, mientras los padres conciliares delibraban dentro del Templo, el pueblo estaba fuera “rezando”. Al conocer la definición… sacaron a hombros a los padres conciliares y con antorchas encendidas iniciaron una procesión llena de aclamaciones a ¡Santa María, Madre de Dios! El Concilio, de ninguna manera, quiso decirnos que María fuera la “engendradora de Dios” en el sentido de que sin ella Dios no hubiera existido. Esto sería una gran herejía. Pero sucede que si el hijo de una pobre mujer llega a ser ministro, Presidente, o Papa, esa mujer es la madre del ministro, del presidente o del Papa. Como María dio a luz a Jesús -que era Dios- se le llama la madre de Dios. Y esa misma madre nos la entregó Jesús a todos nosotros en la Cruz para que también fuese madre nuestra. Por eso cada uno de nosotros puede decir con admiración y gozo: ¡LA MADRE DE DIOS ES MI MADRE




Este fin de año, quiero ponerme en tu presencia para poder contemplar profundamente este gran misterio de la vida. Dame la gracia de ver lo que quieres que vea, escuchar lo que quieras que escuche y entender lo que Tú quieras que escuche.

SANTA MARÍA MADRE DE DIOS

SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS


 La Iglesia Católica quiere comenzar el año pidiendo la protección de la Santísima Virgen María.

La fiesta mariana más antigua que se conoce en Occidente es la de "María Madre de Dios". Ya en las Catacumbas o antiquísimos subterráneos que están cavados debajo de la ciudad de Roma y donde se reunían los primeros cristianos para celebrar la Misa, en tiempos de las persecuciones, hay pinturas con este nombre: "María, Madre de Dios".


 Si nosotros hubiéramos podido formar a nuestra madre, ¿qué cualidades no le habríamos dado? Pues Cristo, que es Dios, sí formó a su propia madre. Y ya podemos imaginar que la dotó de las mejores cualidades que una criatura humana puede tener.

CONCILIO DE EFESO

 Cuando en el año 431 el hereje Nestorio se atrevió a decir que María no era Madre de Dios, se reunieron los 200 obispos del mundo en Éfeso (la ciudad donde la Santísima Virgen pasó sus últimos años) e iluminados por el Espíritu Santo declararon: "La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios".

 Y acompañados por todo el gentío de la ciudad que los rodeaba portando antorchas encendidas, hicieron una gran procesión cantando: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén".

 El título "Madre de Dios" es el principal y el más importante de la Virgen María, y de él dependen todos los demás títulos y cualidades y privilegios que Ella tiene. Los santos muy antiguos dicen que en Oriente y Occidente, el nombre más generalizado con el que los cristianos llamaban a la Virgen era el de "María, Madre de Dios".

 SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS

 La Solemnidad de Santa María Madre de Dios es la primer Fiesta Mariana que apareció en la Iglesia Occidental, su celebración se comenzó a dar en Roma hacia el siglo VI, probablemente junto con la dedicación –el 1º de enero– del templo “Santa María Antigua” en el Foro Romano, una de las primeras iglesias marianas de Roma.





 La antigüedad de la celebración mariana se constata en las pinturas con el nombre de “María, Madre de Dios” (Theotókos) que han sido encontradas en las Catacumbas o antiquísimos subterráneos que están cavados debajo de la ciudad de Roma, donde se reunían los primeros cristianos para celebrar la Misa en tiempos de las persecuciones.

 Más adelante, el rito romano celebraba el 1º de enero la octava de Navidad, conmemorando la circuncisión del Niño Jesús. Tras desaparecer la antigua fiesta mariana, en 1931, el Papa Pío XI, con ocasión del XV centenario del concilio de Éfeso (431), instituyó la Fiesta Mariana para el 11 de octubre, en recuerdo de este Concilio, en el que se proclamó solemnemente a Santa María como verdadera Madre de Cristo, que es verdadero Hijo de Dios; pero en la última reforma del calendario –luego del Concilio Vaticano II– se trasladó la fiesta al 1 de enero, con la máxima categoría litúrgica, de solemnidad, y con título de Santa María, Madre de Dios.


 De esta manera, esta Fiesta Mariana encuentra un marco litúrgico más adecuado en el tiempo de la Navidad del Señor; y al mismo tiempo, todos los católicos empezamos el año pidiendo la protección de la Santísima Virgen María.




EN EL PRINCIPIO YA EXISTIA LA PALABRA

  del santo Evangelio según san Juan (1,1-18) 




“ Conservaba estas cosas, meditándolas en su corazón ”

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres.


Hoy el Evangelio nos remonta a los orígenes: “En el Principio…”. Y ¿qué hubo “en el Principio”? “En el Principio” había Palabra. La Palabra que deshace el caos y que ordena la vida. “En el Principio” había Vida. La Vida en abundancia es el proyecto de Dios para el mundo. “En el Principio” había Luz. Luz que alumbra, que ilumina, que da seguridad, que orienta, que quita las cegueras… Luz para vivir…

 Si “en el Principio” hubo Palabra, Vida y Luz, es porque estamos llamados a ser palabra, vida y la luz. Estamos llamados a ser hijos de Dios y a vivir como tales. ¡No te conformes con menos! ¡Hemos nacido de Dios! No tenemos otro apoyo que Dios, su amor y su espíritu. Venimos al mundo en pleno viaje y el tiempo nos urge a proseguir el camino. 


 Hoy se va un año según el mundo. Esta noche los hombres se desearán mutuamente un "feliz año" sin saber como será éste. Nosotros sabemos que sea como sea y venga lo que venga lo tenemos que vivirlo como hijos De Dios. ¡Hijos de Dios! ¿Seremos capaces de afrontar el futuro sin más equipaje que nuestra fe? Solo Cristo es el Alfa y la Omega, el Principio y fin. En este año nuevo ¡Pon corazón!


Este fin de año, quiero ponerme en tu presencia para poder contemplar profundamente este gran misterio de la vida. Dame la gracia de ver lo que quieres que vea, escuchar lo que quieras que escuche y entender lo que Tú quieras que escuche.