´MIÉRCOLES
“ ¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ”
según san Mateo 8,28-34
En aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gadarenos. Desde el sepulcro dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino.
En aquella época se creía que los espíritus malévolos manchaban, ensuciaban y contaminaban a las personas. Este endemoniado vivía junto a los sepulcros, es decir, en el reino de la muerte. Era como un ser muerto en vida y además contagiaba el mal a las personas y les privaba de libertad. Con este milagro, Jesús pretende devolver a las personas la dignidad perdida y devolverles el derecho a disfrutar de la vida. Hay que tener en cuenta el texto paralelo de Marcos 5, 1-20.
Y le dijeron a gritos: «¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?».
endemoniado apareció “sentado, vestido y en su sano juicio” (v.15) Se habla explícitamente de la dignidad totalmente restaurada, aunque a los ricos (los porqueros) les importe poco esto y prefieran el negocio de los cerdos.
A cierta distancia, una gran piara de cerdos estaba paciendo. Los demonios le rogaron: «Si nos echas, mándanos a la piara». Jesús les dijo: «Id». Salieron y se metieron en los cerdos.
“El endemoniado aparece haciendo propaganda por el territorio extranjero de lo que Jesús había hecho con Él (v.20). Jesús es universal. Es de todos los pueblos. ¿
Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo al mar y se murieron en las aguas. Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados. Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país.
Gracias por tu poder sobre los elementos de la naturaleza y, sobre todo, tu poder para liberar al hombre de todo lo que le oprime, le envilece, no le deja ser persona.
MARTES
“ ¿Quién es este, que hasta el viento y el mar lo obedecen? ”
según san Mateo 8, 23-27
En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron.
En esto se produjo una tempestad tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron y lo despertaron gritándole:
¡Que poca fe! Por una parte con la invitación a no temer, en el amor no tiene cabida el miedo, para Dios somos importantes, Él se preocupa por nosotros y por nuestras cosas.
«¡Señor, sálvanos, que perecemos!».
Él les dice: «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?».
Y por la otra, nuestra falta de confianza en el Señor, nuestros miedos, nuestras angustias… que muchas veces nos hacen dudar, desconfiar, son oportunidades que nos presenta la vida para crecer en el abandono en el Señor y en su providencia.
Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma.
La presencia en nuestra vida de Jesús y su evangelio nunca cultivará nuestro miedo. No nos ha invitado a dirigirnos a tierra firme, sino a proseguir en la aventura de la fe.
Los hombres se decían asombrados: «¿Quién es este, que hasta el viento y el mar lo obedecen?».
LUNES
“ Tú, sígueme ”
Seguir a Jesús supone optar por la vida con todas sus consecuencias: "Deja que los muertos entierren a sus muertos”.
san Mateo 8, 18-22
En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de cruzar a la otra orilla. Se le acercó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adonde vayas». Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza».
Bien interpretado, es un buen lema de vida. Invita al seguimiento, a la decisión, a ponerse ya en camino, sin entretenerse ni dar disculpas. Invita también a dejar atrás lo que ya está muerto, lo pasado, aunque haya sido muy importante, y a mirar a lo que está por delante.
Otro, que era de los discípulos, le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre».
Nadie puede arrancar el seguimiento del Señor calculando privilegios y honores, sino antes al contrario, barruntando los sinsabores de todo tipo que le acarreará la decisión.
Jesús le replicó: «Tú, sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos».
Invita a no vivir de lo antiguo, a no quedarnos fijados mirando para atrás, sino a lanzarnos a lo que está por delante... detrás de Jesús. Porque Él vivió todo esto. Sin tener dónde reclinar la cabeza. A la intemperie.
Estamos llamados a ser testigos de ese amor, a contagiar nuestra fe, la esperanza y dar frutos de amor.
DOMINGO
Celebramos hoy la fiesta de San Pedro y de San Pablo. San Pedro era una persona normal, de los que hoy no saldría en televisión, un pescador de Galilea, de carácter directo, impetuoso. Vivía del trabajo de sus manos en el mar. Pero hubo algo que cambió su vida, un acontecimiento que marcó un antes y un después: el encuentro con Jesús de Nazaret. Desde el primer momento, Pedro quedó prendado, entusiasmado, cogido, seducido… por Jesús de Nazaret. Vio en él algo especial. Por eso, cuando le pidió que lo dejase todo para seguirle y le prometió que le iba a hacer pescador de hombres… Lo dejó todo y le siguió.
“ Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo ”
según san Mateo 16, 13-19
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
En el evangelio de hoy, ante la pregunta de Jesús: Y vosotros,¿quién decís que soy yo? Pedro responde: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. San Pedro experimentó que las palabras de Jesús contienen vida, sentido, luz, y llevan a estar a gusto, a llenar el corazón, a tener esperanza.
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿ quién decís que soy yo?». Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió: «¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
No todo en la vida de Pedro fue un camino de rosas. Experimentó la debilidad. También Pedro fue débil. Tan débil que llegó a negar a su Maestro y Señor en el proceso seguido contra Él. “Ni le conozco”. Pero Jesús resucitado salió de nuevo a su encuentro y, en su debilidad y arrepentimiento, le acogió, le perdonó y le puso al frente de su iglesia. Solamente le pidió que no dejase de amarle: “Pero ¿me amas?”.
Quizás la frase que resume la vida de Pablo es aquella en la que confiesa: “Para mí la vida es Cristo”. Desde que Jesús salió a su encuentro cuando iba persiguiendo a sus seguidores, y le hizo caer en la cuenta de que era el Hijo de Dios y que su evangelio era la mejor noticia para todos los hombres, gastó y desgastó su vida en la predicción de Jesús y su evangelio. Su vida sin Cristo no se entiende, si la quitan a Cristo no hay vida para él.