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lunes, 28 de diciembre de 2020

MONASTERIO DE LA MAGDALENA DE SARRIA, IGLESIA

 LA IGLESIA



 La iglesia del monasterio sigue en su planta a las llamadas de tipo benil: templo de una nave amplia, cubierta de madera y con capillas absidiales. 
Se trata de un tipo de origen italiano, introducido en Galicia por franciscanos y dominicos, típico de los siglos XIV y XV. 
La ornamentación se concentra en la capilla mayor y la capilla del Santo Cristo.

Las bóvedas y capiteles



De la primera edificación que con cierta seguridad podemos establecer un plano definido de conjunto sería el que se conoce como la primera iglesia gótica, pero que yo considero románica de transición. 

Todos los elementos arquitectónicos que podemos observar se amoldan perfectamente a lo que es característico de este estilo arquitectónico, aunque se dé en fecha tardía, algo por lo demás habitual en España y en Galicia, y que en Sarria se confirma una vez más.

 Los mismos capiteles de los pilares nos hacen pensar en esta fidelidad al románico de transición ya que no se ejecutan como en el estilo románico normal, es decir, cada columna con su factura y adornos unificados, aparentando una sola pieza. 



 Los capiteles no se presentan, tanto sean historiados o de flora convencional y estilizada, con entidad propia e independiente de sus colindantes, sino que hacen un conjunto en que se entrelaza lo historiado, sea mitológico o costumbrista, con lo vegetal, tanto sea estilizado y convencional como si reproduce la flora del entorno.





Entrada al Templo
Por la Puerta Románica de la fachada principal


Por  la “Puerta de las Gracias”, del Claustro


Nos situamos mirando hacia el coro. A nuestra izquierda, la actual entrada a la iglesia desde el exterior del edificio y a la derecha la “Puerta de la Gracias”.


EL CORO

Detalle del artesonado de madera del coro.




San José y San Antonio de Padua

Confesionerio y San Blas



En el coro alto  el órgano, claro, fabricado en Ludwigsburg (Alemania) y traído de Poyo, que había sido su primer destino, y el retablo de la Virgen del Rosario ya de la época mercedaria, es un sencillo retablo de madera barnizada en nogalina, del estilo neogótico tan del gusto y repetido hasta la saciedad a principios del siglo XX.






CAPILLA MAYOR

A principios del siglo XVI, a raíz de la terminación de la capilla Mayor, el templo se reorientó en la forma actual.



El templo posee dos bóvedas auténticas, la de la capilla Mayor y la de la capilla del Santo Cristo, que son de distinta época y, por supuesto, de distinta autoría.

De la de la capilla Mayor sabemos la fecha o tiempo de su ejecución: principios del siglo XVI. Se compone de dos cuerpos: uno sobre el tramo rectangular, con bóveda de crucería, y la otra sobre el tramo poligonal, con bóveda atípica de abanico. Sus nervios diagonales arrancan de ménsulas situadas en los ángulos del paramento y se entrecruzan en tres claves lisas con las ligaduras correspondientes.


Por las notas dispersas en los documentos y por los apuntes gráficos conservados sabemos que este retablo también (como toda la obra conventual) es resultado de la conservación de restos anteriores y de añadidos posteriores. 
Así, por un apunte gráfico del libro Protocolo de 1705 sabemos que el retablo mayor constaba de dos cuerpos o tramos y tres calles y con seis hornacinas, pero sin columnas separatorias de las calles. En el apunte del P. Mosquera en su “Libro de las Sepulturas” (1763) aparecen ya las columnas separatorias pero de forma salomónica. 
Parece que en ese tiempo, en la parte superior, se instala todo un “Calvario”: en lugar de la gran cruz desnuda, la espada y la pluma, estaba colocado un Santo Cristo y las imágenes de la Dolorosa y del Discípulo Amado. Por el año 1763 o posteriores se colocó un nuevo remate o ático en forma de frontón semicircular con tres hornacinas: en la central se colocaron las tres imágenes del Calvario y en las laterales dos pinturas de santos, que más tarde fueron sustituídas por dos escudos agustinianos y en la actualidad. En el año 1797, se hace el traslado del Calvario del ático al altar de la capilla del Santo Cristo.

San Agustín, flanqueado por las dos partes complementarias del escudo mercedario. 
Sobre ellos: el escudo que corona el ático del retablo. Capelo de obispo, pluma de ave, libro abierto, corazón asaeteado e iglesia, son los atributos del obispo, doctor y fundador, San Agustín.


El cuerpo siguiente

En los primeros años de la restauración mercedaria se llevó a cabo la redistribución actual de imágenes: Preside la de la Virgen de la Merced, en vez de la de Nª Sra. de Gracia, y las demás imágenes fueron sustituidas por las de los santos de la propia Orden: San Pedro Nolasco, San Ramón Nonato, San Pedro Pascual y Santa María de Cervellón.



El sagrario, de plata, es obra de mediados del siglo XX (1953). El que pertenecía al antiguo retablo ocupa hoy su lugar correspondiente en el restaurado retablo del Sagrado Corazón.


Son interesantes los bajorrelieves (de San Miguel y san Juan Bautista, imágenes que también recibían una gran veneración en las iglesias parroquiales de la villa) y adornos añadidos que, aprovechados de restos de retablos o viacrucis y otros hechos ex profeso tal vez, fueron distribuidos por los distintos cuerpos del retablo con tal acierto que lograron un resultado final conjuntado y armonioso a la vez que rico en matices diferentes.
Desde el presbiterio, a nuestra izquierda los dos retablos.




Retablo del Sagrado Corazón



Antes llamado de San José y que estaba colocado hasta 1953 en la capilla de San Lorenzo o del “martillo”, cubriendo los arcos apuntados de los nichos que miran al rosetón románico y que hacen esquina con la antigua puerta de la sacristía, pero que había pertenecido anteriormente a la capilla a la que retornó en 1953. Dice el P. Mosquera en el “Libro de las Sepulturas” que en el año 1766 se hizo nuevo y fue colocado en dicho arco.



La comunidad puso la madera y la manutención del artista y D. Lucas Somoza dio unos 800 reales para su construcción. No se conoce el nombre del tallista, pero es muy probable que fuera el mismo que añadió ciertos adornos rococó a algunos elementos del altar mayor por este tiempo.





En la hornacina del ático, bajo un dosel formado por media esfera gallonada y entre unas cortinas de terciopelo granate se deja ver la imagen de la Beata Mariana de Jesús sobre un cielo de tenues y difuminadas nubes algodonosas.




Retablo de Nª. Sra. de Fátima
Como ya se ha mencionado, se corresponde con la portada románica de Santa María Magdalena al exterior. 


El (retablo) de Nª. Sra. de Fátima, obra de pocos años atrás, consiste en un amplio nicho con arco de medio punto y estructurado en casetones adornados con motivos vegetales. Imita al del vecino del Sagrado Corazón en la combinación de dorados claros y los fondos pintados en verdes suaves y difusos imitando mármoles.


En la parte derecha
Capiteles entre la nave transversal (o capilla de San Lorenzo) y la capilla del Santo Cristo, parte de cuyo arco toral, que el P. Solla Fontán señalaba como románico tardío, se ve a la izquierda.


Virgen con el Niño, en la parte inferior de este pilar.




Capilla de San Lorenzo. 
 Nave transversal que va desde la portada románica de Santa María Magdalena hasta la pared que le separa de la sacristía, lo que era el templo primitivo, antes de las obras de rehabilitación ejecutadas recientemente. 







A la izquierda vemos el corillo bajo el que hay una puerta de estilo románico tardío (la que se ve desde el claustro, antes de estas obras estaba tapiada).

Puerta románica

Los dos nichos abiertos en esta pared que da al claustro.








La puerta románica que da a la sacristía y la imagen de Santa María Magdalena. A la derecha se ve parte de la puerta que se abrió para la sacristía en el hueco del sepulcro al que nos referiremos a continuación.



Un sepulcro ocupaba el lugar en que hoy se abre la puerta de la sacristía. Lo construyeron para su enterramiento D. Iñigo López de Orozco Ribadeneira y Armesto y su esposa Dña. Inés Díaz de Balboa Somoza do Rial.
 Enmarca el arcosolio un arco semejante en molduras a las de los dos de la capilla Mayor: columnillas finas y baquetón y escocia con guirnalda. 
El arco termina en pináculo central, y, bajo un remarcado alfiz, se cobijan dos escudos con armas y blasones de los Ribadeneira, los Orozco, los Balboa y los Díaz

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 La capilla del Santo Cristo, 






con los nervios de su bóveda de perfil triangular, se asemeja a las bóvedas de los templos dominicos de Ribadavia, Pontevedra y Tui. 


La bóveda que cubre la capilla del santo Cristo es algo irregular y atípica: siete nervios independientes que arrancan de igual número de ménsulas situadas en los ángulos del paramento poligonal de la capilla absidal se juntan de forma desmañada y poco concéntrica en una clave central lisa. Seis de las siete ménsulas son molduras, y la séptima representa una cabeza humana barbada con expresión de espanto.





 Iniciamos la visita a la capilla examinando el sepulcro situado entrando a la izquierda. 

 En el muro noreste de la capilla del Cristo se halla también un sepulcro de elegante y delicada traza manuelina. Perteneció a la familia de los señores del Castillo de los Infantes.
El sepulcro se cierra con tapa a dos aguas sobre la que se esculpen sendas bisagras y, en la cara que da al público, tres escudos correspondientes a las familias emparentadas con la del Castillo de los Infantes.


No se sabe quien ocupó el nicho. El arcosolio se remata con el clásico pináculo gótico, a cuyos lados campean los escudos que repiten los blasones de los mismos de la tapa del sepulcro: los de los Valcárcel, Ribadeneira, Balboa y los Lemos.


Altar del Cristo







El altar del Santo Cristo tiene una relativa importancia, tanto por la devoción que siempre le tributaron los fieles y por las imágenes (que no son las tallas primitivas) que forman el “Calvario” como por el recinto recogido que lo acoge. Según apunte gráfico del P. Mosquera, en 1705 sólo figura en este sencillo retablo la figura del Santo Cristo entre dos candelabros.



Es hacia el año 1797 cuando se trasladan allí la talla de San Juan Evangelista y de la Virgen Dolorosa, procedentes del ático del altar mayor. En la actualidad conserva una disposición similar a la de finales del siglo XVIII.