YA ES SEMANA SANTA

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SIENDO NIÑA, MADRE, CUANTAS VECES TE RECE

UN RATITO  A JESÚS POR MARÍA

Tus ojos Madre, Tus ojos hablan lo dicen todo. Tus ojos me ayudan y me invitan a mirar con os ojos de Dios.
Tus manos Madre, Tus Manos Madre de la Soledad, me hablan del Amor de la Calidad, con esas manos sostuviste el vientre lleno de Dios. Esas manos recogiste al Niño Dios en Belén, con esas manos indicaste en el primer milagro en Canaan, con esas manos espero que me recojan el último día de mi vida.
Y Tus labios, ay tus labios Madre de la Soledad. Tus labios que pronunciaron el Si en Nazaret, que pronunciaron el haced lo que El os diga, que pronunciaron el Magnifica y tal vez de tus labios pronunciaron la palabra que más cuesta decir al pie de la Cruz

                            HAGASE EN MI  SEGÚN TU VOUNTAD
 

Madre, Tu ojos enamoran, Madre, Madre de Dios
Madre Reina de Pamplona, Madre Dolorosa
en tus penas mis penas se acaban, Tu dolor en mi corazón.

Madre reina Pamplona, Madre del divino amor
eres la Dolorosa la que nos lleva a Dios
Madre, Madre, Madre de amor,








VIACRUCIS CON LA VIRGEN MARIA******Textos: Javier Leoz(Parroquia de San Juan Evangelista de Peralta. Navarra)Fotografía: Exposición de “La Piedad” de Miguel Ángel, fotografiada por Robert Hupka(+2001)


1ª estación: Jesús es entregadoEl ángelme lo anuncióen Nazaret, y yo lo alumbré en Belén, pero uno de los suyos, representando al amigoingrato, lo entregó a la muerte.Hoy,sigo recordandoaquella noche angelicaly celestial de su nacimiento: ¡qué gran y humilde señal de Dios a la tierra! ¡Dios amor!Una vez más, mi Hijo, como en el día de su alumbramiento, es puesto delantedel mundo sin defensa, sin aplausos, sin grandes reconocimientos, sin proclamar lo que en verdad es: ¡Hijo de Dios!

 2ª estación: El Señor con la cruz a cuestasNo hay vida sin cruz. El anciano Simeón, al calor demi alegría, me alertó:“una espada te traspasará el alma”. Así es. Hoy compruebo la certeza de aquella premonición:mi hijo, Aquel al cualarrullé y acuné en mis brazos, va con una cruz,camino del Calvario. ¡Nunca pensé que, el peso de esos dos maderos, lo iba a sentir en mis entrañas de Madre!Al ser preguntado Miguel Ángelpor qué esculpió el rostro de la Madre tan joven como el del Hijo respondió:“las personas enamoradas de Diosno envejecen nunca” 

3ª estación: Cae el Señor por primera vezCon idénticosilencio. Con el mismo con el que “Dios Hombre” bajó a la tierra, se desploma Jesús camino del Monte Calvario. ¡Cuántas veces recuerdo sus pequeñas caídas por las cuestas y calles de Nazaret! Aquellas eran de niño. Estas son las de un joven que lo da todo por los hombres; aquellas fueron caídas inconscientes; éstas son tropiezosque producen un milagro: el alzamiento del hombre que busca y cree en Dios.

4ª estación: Jesús se encuentra a su MadreNunca olvidaré el primer encuentro con mi Hijo. Era entrada la noche. José estaba inquieto ¡hubiera querido tantas cosas para Dios Emmanuel! La coincidencia de hoy, con mi Hijo, es más cruel y, a la vez, similar a la de su nacimiento. Entonces lo contemplé con amor de Madre y hoy lo quiero con un amor de Madre que ha madurado en el árbol del dolor. Agarrándome a esa cruz, ¡bien lo sabe Jesús y también vosotros!,me podréisencontrar como corredentora, como compañera e intercesora.

5ª estación: El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruzEscasos auxilios, por no decir ninguno, tuvimos José y yo, encaminándonos hacia la gruta de Belén. ¡Una! ¡Tan sólo una! La de un cirineo, se atreve a asomarse, aunque sea por obligación, entre la multitud. ¡Ayuda! ¡Ayuda quiere el Señor para que su Palabra jamás se apague! ¡Para que su amor se extienda! ¡Ayuda, quiere el Señor! ¿Se la quieres prestar tu? Te lo aseguro que, El, te lo devolverá con creces.

6ª estación: la Verónica enjuga el rostro de JesúsRostroal que tantas veces acaricié siendo niño.Aquelal que a multitud de ocasiones,en la fuente de Nazaret,le calmé la sed. Aquel al que con el agua limpia y cristalina le limpié una y otra vez. Aquel, hoy, es aliviado en su rostro por una verónica. ¡Gracias, buena mujer! Tú si que sabes comprender lo que es descubrir, en el que sufre, en el que llora y en los rostros desfigurados, al mismo rostro de Dios. En mi pensamiento de Madre han quedado muchas imágenes de Jesús, pero hoy, en el lienzo de tus manosquedará para siempre grabado el rostro del pesar de Cristo.

 7ª estación: Cae el Señor por segunda vezEn interminable subida por la vía dolorosa, observocomo Madre, al que tantas veces curé y levanté. Y, hoy, la sangre de mi sangre, corre a ríos por las calles de Jerusalén. Y, hoy, la carne de mi carne, se desgarra por el pecado de los hombres, bajo el peso mortífero de la cruz. ¡Adelante, hijo mío! ¡Por Dios y por los hombres,no hay cruz pesada sino fuertes hombros! Te espera un mañana, una madrugada donde tu cuerpo ha de renacer, paraque el de los hombres no se desplomenen el olvido para siempre y definitivamente.


8ª estación: Jesús habla a las hijas de Jerusalén
Jesús siempre tuvo una palabra para cada hombre, un aliento para cada alma, una respuesta distinta para quien se acercaba con diferentes dramas. Aquel que tuvo compasión, con su mirada, nos dice que no tengamos compasión de El. Que nos miremos a nosotros mismos. ¿Cómo no compadecerme de Aquel que siendo admirado hasta no hace muchosdías, hoy se encuentra bajo el peso de una cruzy sin voces que ledefiendan? Como Madre te admiro y en Ticonfío.Sé que, al final, la voz de Dios se impondrá a esta tortura que ahora te humilla.

9ª estación: Cae el Señor por tercera vezMuchas veces me pregunté;¿Era necesario tanto dolor? ¿Por qué tantas caídas? ¿Sirve estacrueltransfusión de sangre para alguien? ¿Moverá los corazones fríos este cuerpo dolorido?No tuve respuesta. Tan sólo, en los días de la Pascua, comprendí que la locura de Dios era de tal magnitud que, nuestro Hijo, se había convertido en el precio del rescate por el hombre. ¡Gracias!como Madre os lo digo, por acompañarnos en este momento!

10 estación: Jesús despojado de sus vestidosAl que desnudo lo abracéen la noche de Navidad, despojado de todo,lo vuelvo a contemplar en la tarde del Viernes Santo. ¡Qué momentos tan dispares y tan similares!Jesús humillado, Dios desprendido de toda riqueza, Jesús en la soledad. En Belén,en la oscuridad de una gruta yhoy en el vértigo que produce asomarse a este monte calvario.¡Desnudo vino Dios a la tierra! ¡Desnudo sube mi Hijo, Cristo, a la cruz!¿Por qué no te vistes tú con el manto de la verdad y de la fe, de la esperanza y del amor a Dios? 

 11ª estación: Jesús clavado en la cruzEl que nació rey de la gloria, asciende entre burlas algrito burlesco de “rey” al patíbulo y trono sangriento de una cruz.Yo miraba a todos lados ybuscaba a mi Hijo en la cruz. Me acordabade aquellos momentos cuando, ya en lacuna, no quería soñar ni verlo como ahora cargando con la cruz. ¡Rey de los judíos! Para mísi que lo fue. ¡Desde el primer momento! ¡Fue el rey del mundo; mi rey ofrendado por los pastores; mi rey adorado por los reyes. Cuántas veces, siendo pequeño le dije, ¡mi pequeño niño, mi gran rey! Y, cuando desde el pie de lacruz, leo el cartel, lo pienso para mis adentros: ¡AHORA, HIJO, MAS QUE NUNCA ERES REY! ¡DAS EL TODO POR TU PUEBLO!

12ª estación: Jesús muere en la cruzUn Dios que descendió sin ruidoa la tierra, guarda silencio en mi Hijo Jesús. Yo no lo entendía. No comprendía el por qué, la crueldad y la radicalidad de estos gestos. ¿No te bastó, Dios mío, la sobriedad, la indiferencia ante su llegadaola calma de Belén? ¡Cuántas veces me lo preguntaba!En Ti, Jesús, se clavan nuestras penas y nuestros sacrificios. En Ti, Hijo mío, desaparecen las discordias y las enemistades. En Ti, en tu mudez y muerte Jesús, los hombres se hacen más hermanos. La cruz se alza como el pasaporte para alcanzar la eternidad. Duerme, mi Hijo, duerme que, desde aquí abajo, como Madre, te sigo arrullando y queriendo.

13ª estación: Jesús en los brazos de la madre¡Bajadlo! ¡Bajadlo! No lo tengáis más tiempo. “Todo se ha cumplido” Lo tuve en mis brazos, siendo pequeño, y lo quiero sostener de nuevo, para que nadie me lo arrebate en estos momentos. ¡Duerme, mi Señor! ¡Descansa! Tu Palabra será fecunda. Tu Reino se extenderá por años sin término.¡Duerme, mi Señor! ¡Siente de nuevo el pecho de tu Madre! La que, en Nazaret, te levantócuando caías, y la que en este Calvario, te recoge conmás emoción yconel amor más probado, maternaly puroque nunca. ¡Duerme, mi Hijo! Tu cosecha será fecunda. Tu Pascua, para el hombre, fructífera y definitiva.

14ª estación: Jesús es puesto en el sepulcroLlega elmomento, que una madre, no quisiera vivir nipresenciar: desprenderse del tesoro que germinó, creció, saltó y se alimentó en sus entrañas durante nueve meses.Te vas, Jesús. Te vas como viniste:al fondo de una gruta.Entonces prestada, hoytambién,pero, además, sellada por una losa. Entonces los campos de Belén se iluminaron por una estrella; hoy el horizonte se ha oscurecido. No hay cantos, algunos de aquellos pastores han muerto y los reyes tardarán tiempo en enterarse de que,el rey de reyes,ha dejado este mundo con la misma comitiva que lo recibió: su Madre y pocos más. ¡Baja, Hijo mío, al sepulcro!Baja para que Dios cumpla lo que estamos llamados a vivir. Que la muerte ya no se impone. Que la vida es eterna. Que un mañana feliz espera al hombre.¡Baja, Hijo mío, al sepulcro!Para que a José, tu padre, lo pueda volver a ver.¡Baja, Hijo mío, al sepulcro!Y, cuando al tercer día escuchemos himnos de gloria y de triunfo, que no olvidemos nunca, que Dios cumple lo que promete y que, a pesar de la cruz, nos espera una inmensa ciudad llena de luz y de felicidad: el cielo.¡Baja, y vuelve pronto, mi Señor!

DIARIO DE MARIA

Te miro a los ojos y, entre tanto llanto,parece mentira que te hayan clavado,que seas el pequeño al que he acunado y que se dormía tan pronto en mis brazos;el que se reía al mirar elcieloy cuando rezaba se ponía serio.

Sobre ese madero veo a aquel pequeñoque entre los doctores hablaba en el Templo;que cuando pregunté respondió con calmaque de los asuntos de Dios se encargaba.

Ese mismo niño el que está en la cruz,el Rey de los hombres, se llama Jesús.Ese mismo hombre que no era un niñocuando en esa boda le pedí más vino.Que dio de comer a un millar de gentesy a pobres y enfermos los miró de frente.Rió con aquellos a quiénes más quisoy lloró en silencio al morir su amigo.

Ya cae la tarde, se nublan los cielos,pronto volverás a tu Padre Eterno...

Duérmete pequeño, duérmete mi niño,que yo te he entregado todo mi cariño.Como en Nazaret, aquella mañana,he aquí tu sierva, he aquí tu esclava