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sábado, 28 de septiembre de 2024

SEMANA XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO

 DOMINGO

Los textos que nos propone la liturgia de este XXVI domingo del Tiempo Ordinario nos revelan a un Dios generoso, un Dios que no discrimina ni excluye, sino que derrama su gracia y su Espíritu sobre todos, sin distinción.

DOMINGO

“ El que no está contra nosotros está a favor nuestro



según San Marcos 9, 38-43. 45. 47-48

En el Evangelio de hoy nos ofrece dos enseñanzas fundamentales. Llamada a Evangelizar, viendo lo bueno, venga de donde venga, y otra, nos avisa contra cualquier acción que pueda ser ocasión de escándalo.

 En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros». 

Para Evangelizar lo primero revisarnos, cómo es nuestra actitud para con los demás, y si esos no piensan como nosotros, apreciar lo bueno. “NO SE LO IMPIDÁIS”. 

 La iglesia nos propone los caminos de comunión, la importancia del dialogo, de acercar posturas, de evitar la división.

 Jesús respondió: «No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y el que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa. 

El segundo punto, tiene que ver con el escándalo.

El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. 

El escándalo puede trabajar en contra de la evangelización, en un momento derrumba todo los construido, el mal suele desencantar y hace perder la esperanza. 

Para la nueva evangelización se necesitan hombres y mujeres con deseos de trabajar por el bien, la verdad y la justicia, pero intransigentes con el mal. Propagadores del bien, denunciadores del mal. Misericordia con el pecador, intransigencia contra el pecado.

Si tu mano te induce a pecar, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos a la “gehenna”, al fuego que no se apaga. 

 Y, si tu pie te hace pecar, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies a la “gehenna.” 

 Y, si tu ojo te induce a pecar, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojoa la “gehenna”, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga».

El escándalo puede trabajar en contra de la evangelización, en un momento derrumba todo los construido, el mal suele desencantar y hace perder la esperanza. Para la nueva evangelización se necesitan hombres y mujeres con deseos de trabajar por el bien, la verdad y la justicia, pero intransigentes con el mal. Propagadores del bien, denunciadores del mal. Misericordia con el pecador, intransigencia contra el pecado.


Los que estamos dentro de la Iglesia, hemos de reconocer que, todavía, nos solemos parecer más a esos discípulos de corazón pequeño: "Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en su nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no era de los nuestros"; que a la actitud abierta, confiada, generosa de Jesús: "el que no está contra nosotros, está a favor de nosotros"

ORACIONES DEL 2º TIEMPPO ORDINARIO DOMINGO XXV

 DOMINGO XXV



CUANDO DIGO....

 Cuando digo…"Yo soy cristiano" No estoy gritando "Yo estoy salvado". Estoy susurrando "Yo estaba perdido" Por eso elegí este camino. 
Cuando digo… "Yo soy cristiano" No lo digo con orgullo. Estoy confesando que tropiezo Y necesito que alguien sea mi guía. 
Cuando digo…"Yo soy cristiano" No pretendo ser fuerte. Estoy confesando que soy débil Y oro para poder continuar. 

Cuando digo… "Yo soy cristiano" No estoy presumiendo de mis éxitos. Estoy admitiendo que he fallado Y no puedo pagar la deuda. 
Cuando digo…"Yo soy cristiano" No estoy proclamando que soy perfecto. Mis defectos son demasiado visibles Pero, Dios cree que soy digno. 
Cuando digo… "Yo soy cristiano" Siento el aguijón del dolor Y sufro mis dolores de cabeza Y por esto alabo Su nombre. 

Cuando digo… "Yo soy cristiano" No deseo juzgar, No tengo autoridad, Yo sólo sé que soy amado.
D
Un niño maestro de vida. Se nos pide que, como el niño, no pretendamos sobresalir. Los seguidores de Jesús debemos perder miedo a la insignificancia. Debemos amar nuestra insignificancia. Debemos aprender, como el niño, a abrir los ojos a la belleza, a la bondad, a la vida; a ser felices con pocas cosas.

L
Jesús nos habla de la necesidad de iluminar y de la necesidad de encender la lámpara. 
Hoy, Señor, te pido  que mi vida esté iluminada por tu luz. Tú eres la “luz del mundo”. Tú quieres que este mundo esté iluminado por tu luz. Todo pecado es oscuridad. Y Tú me mandas ir a quitar del mundo las sombras de la mentira, del egoísmo y de la ambición. Pero yo no puedo iluminar si antes no he sido iluminado por Ti. Señor, que tu luz me haga ver la luz,
M

“Toma, Señor y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y poseer. Tú me lo diste, a ti, Señor, lo torno. Todo es tuyo. Dispón de mí según tu voluntad. Dame tu amor y gracia, que eso me basta”.

X
Nosotros seremos rechazados; incluso puede que hasta sean perseguidos, como los discípulos. Pero esto no les tiene que impresionar: deben hablar en nombre de Jesús y predicar el Reino de Dios, sin preocuparse de tener éxito. El éxito se lo dejan a Dios.
J
La pregunta para nosotros, que ya hemos visto a Jesús y le hemos metido en nuestra vida, es si queremos permanecer a su lado, en su amistad, porque ya hemos experimentado que su camino lleva a la vida y vida en abundancia.
Mi corazón te busca, Señor, Dios mío. Quiero conocerte más y mejor. Quiero ser tu amigo incondicional, tu discípulo fiel y tu apóstol incansable. Muéstrame tu rostro y permíteme sentir tu mano que actúa realmente en mi vida. Forma en mí las actitudes de humildad, docilidad y escucha para dejar que el Espíritu Santo me mueva en este rato de oración. Así sea.
V

Nosotros creemos en un MESÍAS CRUCIFICADO. Es la CRUZ la que suprime todos los malos entendidos. La cruz no es un incidente en la vida de Jesús, es algo querido, estaba previsto en los planes de Dios. Y es en la cruz donde radica la novedad de Cristo: en la entrega de si mismo que no se echa atrás ni siquiera frente a la muerte, donde está encerrada la victoria de Dios.
S

Señor, abre nuestra mente y nuestro corazón para acoger y entender tu Palabra. Haznos dóciles para seguir fielmente tu camino. Fortalece nuestra voluntad para vencer todos los obstáculos y dificultades que nos impidan hacer tu voluntad. Ayúdanos a sumergirnos en nuestro “Reino interior” en el que Tú habitas, nos defiendes y nos libras del mal. 

viernes, 27 de septiembre de 2024

SEMANA XXV DEL TIEMPO ORDINARIO

 SÁBADO

“ El Hijo del hombre va a ser entregado ”





A la admiración por lo que hacía, los milagros, Jesús contrapone sus palabras, que son también fuente de vida y de verdad, y lo que nos dice no está en contradicción con lo que hacía, el bien. Pero nosotros preferimos quedarnos con los milagros, y olvidarnos de Su Palabra de vida, que, no obstante, pasa por la cruz y el sufrimiento.

según san Lucas 9,43b-45 

En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacia, Jesús dijo a sus discípulos: «Meteos bien en los oídos estas palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres». 

La cruz humanamente no se entiende. Sólo se puede vislumbrar desde “el amor desmedido” como le pasó a Jesús. Para una persona que ama poco, todo le parece mucho; pero para una persona que ama mucho, todo le parece poco.

A Jesús le pareció poco el haberse encarnado, el haber pasado por la vida “como uno más, como uno de tantos”; le pareció poco todo lo que tuvo que padecer en su pasión.

 Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no captaban el sentido. 

 Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.



Señor, abre nuestra mente y nuestro corazón para acoger y entender tu Palabra. Haznos dóciles para seguir fielmente tu camino. Fortalece nuestra voluntad para vencer todos los obstáculos y dificultades que nos impidan hacer tu voluntad. Ayúdanos a sumergirnos en nuestro “Reino interior” en el que Tú habitas, nos defiendes y nos libras del mal. 

VIERNES

“ Y vosotros, ¿ quién decís que soy yo? ”



según san Lucas 9,18-22 

Jesús estaba orando…”, Lucas siempre alude a la oración en los momentos importantes de la vida de Jesús.

Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?» 

 Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha resucitado uno de los antiguos profetas».

 Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». 

Pedro y los demás Apóstoles, a diferencia de la mayor parte de la gente, creen que Jesús no es sólo un gran maestro o un profeta, sino mucho más. Tienen fe: creen que en él está presente y actúa Dios

 Pedro respondió: «El Mesías de Dios».

Jesús no vino a enseñarnos una filosofía, sino a mostrarnos una senda; más aún, la senda que conduce a la vida. Esta senda es el amor, que es la expresión de la verdadera fe. Si uno ama al prójimo con corazón puro y generoso, quiere decir que conoce verdaderamente a Dios.

En cambio, si alguien dice que tiene fe, pero no ama a los hermanos, no es un verdadero creyente. Dios no habita en él.

 Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. porque decía: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».

¿quién es Jesús por el que yo me comprometo? El Evangelio de hoy responde con el anuncio de la pasión: Jesús es el hombre nuevo, totalmente entregado a la voluntad del Padre.



Nosotros creemos en un MESÍAS CRUCIFICADO. Es la CRUZ la que suprime todos los malos entendidos. La cruz no es un incidente en la vida de Jesús, es algo querido, estaba previsto en los planes de Dios. Y es en la cruz donde radica la novedad de Cristo: en la entrega de si mismo que no se echa atrás ni siquiera frente a la muerte, donde está encerrada la victoria de Dios.

JUEVES

“ ¿Quién es este? 


según san Lucas 9, 7-9 

Después de ser bautizado por Juan el Bautista, después de rodearse de un pequeño grupo de amigos, se dio a proclamar el evangelio del Reino de Dios, su buena noticia. El predicador Jesús, pronto empezó a tener fama.

En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba sobre Jesús y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, en cambio, que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.

Sus oyentes se dieron cuenta de que no era como los otros predicadores, sus palabras sonaban de manera distinta, hacía curaciones, trataba con amor especial a los pobres, a los afligidos, prometía un camino que llevaba a la alegría en esta tierra

 Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?». Y tenía ganas de verlo.

Pero sabemos que quería verlo por mera curiosidad o por el temor a que este nuevo profeta le pudiese echar en cara la muerte de Juan.




La pregunta para nosotros, que ya hemos visto a Jesús y le hemos metido en nuestra vida, es si queremos permanecer a su lado, en su amistad, porque ya hemos experimentado que su camino lleva a la vida y vida en abundancia.


MIÉRCOLES

“ Proclamad que el Señor es grande ”

L

según san Lucas (9,1-6) 

En aquel tiempo, habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.

Jesús comparte poderes y autoridad con los Doce y con todo creyente, porque el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún (Jn 14, 12). El ser discípulo de Jesús, gracias al don de la fe, además de ser un honor y un privilegio, es un servicio a la humanidad.

 Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: «No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno.

Los quiere ligeros.

Incluso en este evangelio de Lucas se quita el bastón, lo único que aparece en el evangelio de Marcos (6,8). Lo más probable es que Jesús les dejara un bastón para defenderse de las fieras del camino. Cuando San Lucas lo quita, significa que ya en las comunidades primitivas el bastón comenzaron a interpretarlo como símbolo de poder.

 Quedaos en la ca.sa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. 

 Y si algunos no os reciben, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de vuestros pies, como testimonio contra ellos». 

 Se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.


Nosotros seremos rechazados; incluso puede que hasta sean perseguidos, como los discípulos. Pero esto no les tiene que impresionar: deben hablar en nombre de Jesús y predicar el Reino de Dios, sin preocuparse de tener éxito. El éxito se lo dejan a Dios.

MARTES 

“ Escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica ”



san Lucas 8, 19-21 

En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él. 

Entonces lo avisaron: "Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte". 

Él respondió diciéndoles: "Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen".

No basta con oír, es necesario escuchar. El oír es cosa de los oídos, el escuchar es cosa del corazón. Escuchamos la Palabra. Con mayúscula, porque la Palabra no es algo, sino Alguien

Somos su madre y sus hermanos si escuchamos la Palabra y la cumplimos. Comenzando por lo más esencial: Este es mi mandamiento, que os améis unos a otros como yo os he amado (Jn 13, 34). Esto nos hace miembros de la gran familia de Dios, unidos por lazos más fuertes que los de la sangre. Es una gran bendición el haber nacido en una familia cristiana; pero es mucho mayor la bendición de la nueva familia formada por hermanos de todo tiempo y de todo lugar. Con María de Nazaret como madre de todos, porque nadie como ella ha escuchado la Palabra de Dios y la ha guardado.

Hoy, Señor, te pido  que mi vida esté iluminada por tu luz. Tú eres la “luz del mundo”. Tú quieres que este mundo esté iluminado por tu luz. Todo pecado es oscuridad. Y Tú me mandas ir a quitar del mundo las sombras de la mentira, del egoísmo y de la ambición. Pero yo no puedo iluminar si antes no he sido iluminado por Ti. Señor, que tu luz me haga ver la luz,

LUNES

“ Nada hay oculto que no llegue a descubrirse ”





según san Lucas 8,16-18 

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: «Nadie ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; sino que la pone en el candelero para que los que entren vean la luz.

La lámpara de la fe lo ilumina todo con la gozosa certeza del amor infinito y gratuito de Dios. Así es cómo la vida adquiere sentido y brilla la esperanza. Esta lámpara nos ha sido dada, no para esconderla en lo interior y disfrutarla nosotros solos, sino para iluminar a los demás. Esta lámpara, esta fe, si no es misionera, ni es lámpara ni es fe.

 Pues nada hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público. Mirad, pues, cómo oís. pues al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener».

Cuanto más comparto la luz de la lámpara, más crece esa luz. Por eso es muy cierto que al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener. Al que comparte, se le da más; adquiere una mayor receptividad y una percepción más fina. En cambio, el timorato que se guarda su talento, acaba perdiéndolo.


Jesús nos habla de la necesidad de iluminar y de la necesidad de encender la lámpara. El discípulo no alumbra con su propia luz, sino con la única luz que viene de Cristo. Si lo hace de manera diferente, sentirá la tentación de confundir sus propias ideas y sus propios gustos y sus propias opciones con las de Cristo. Por eso cada día necesitamos encender nuestra lámpara con la luz de Cristo, con su Palabra. Es su luz y no la mía la que ilumina al mundo. Hay que iluminar pero no sólo de palabra sino con la vida. Iluminamos cuando mi vida refleja, lo menos lejos posible, el modo de ser, de pensar y de hablar de Jesús.

DOMINGO

“ Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos ”



según San Marcos 9, 30-37 

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. 

Caminan solos por los caminos de Galilea. Jesús no quiere distracciones; lo que va a decirles es de la mayor importancia. Se trata del camino que debe recorrer Él, y también todos sus seguidores. No es ésta la primera vez que les habla en privado de su muerte y resurrección; tampoco será la última.

 Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará». 

 Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle. 

Todos , los discípulos también, podemos estar tan ocupados con lo nuestro, que lo de los demás nos resbala. Los sueños de grandeza que dominan a aquellos discípulos les hacen impermeables a las palabras de Jesús. Piensan que Jesús les va a aportar poder y dignidad. En cuanto Jesús deja de hablar y se alejan de Él unos metros, se ponen a discutir sobre quién de ellos es el más importante.

Un comportamiento tan ridículo de los discípulos no deja de ser consolador para nosotros, porque todos participamos de parecidos sueños de prestigio y honor.

 Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?». 

 Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. 

 Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos». 

Más consolador aún es el comportamiento de Jesús hacia ellos. Reacciona con tanta paciencia y con tanto cariño.

 Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado»



Un niño maestro de vida. Se nos pide que, como el niño, no pretendamos sobresalir. Los seguidores de Jesús debemos perder miedo a la insignificancia. Debemos amar nuestra insignificancia. Debemos aprender, como el niño, a abrir los ojos a la belleza, a la bondad, a la vida; a ser felices con pocas cosas.

¿ QUIEN ES JESUS PARA MI?

 santo Evangelio según san Lucas (9, 18-22) 

Una vez que Jesús estaba orando solo, lo acompañaban sus discípulos y les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?».




Pregunta decisiva la que hace hoy Jesús y según respondamos sabremos qué tipo de creyente somos.

 Pedro respondió muy bien:"Tú eres el Mesías de Dios". 

Pero con ello no queda todo resuelto, ya que la fe no se limita a una adhesión intelectual, sino que debe suscitar un compromiso personal. 

 Entonces ¿quién es Jesus por el que yo me comprometo? 

El Evangelio de hoy responde con el anuncio de la pasión: Jesús es el hombre nuevo, totalmente entregado a la voluntad del Padre. Es la CRUZ la que suprime todos los malos entendidos. Nosotros creemos en un MESÍAS CRUCIFICADO. La cruz no es un incidente en la vida de Jesus, es algo querido, estaba previsto en los planes de Dios. 

La presencia de Dios se manifiesta en el camino de la cruz, es decir, en la entrega de sí mismo, en el rechazo de toda imposición, en el amor que acepta ser contradicho y aparentemente derrotado. Y aquí radica la novedad de Cristo: en la entrega de si mismo que no se echa atrás ni siquiera frente a la muerte, donde está encerrada la victoria de Dios. 

Esta es la sabiduría del corazón y esta es la novedad que puede cambiar nuestras vidas: "es dando como se recibe, y es muriendo como se resucita a la vida eterna'


La cruz me confunde. No estoy habituado a ella. Pienso que no podré cargarla. Cuando uno es pequeño, poco piensa en el dolor y el sufrimiento; pero la vida pronto le enseña en qué consiste. Y al mismo tiempo, incluso cuando uno es pequeño, ya tiene cierto sentido de sacrificio, de renuncia, de un optar entre esto en vez de aquello. Buscamos siempre lo mejor, y muchas veces somos conscientes que un camino estrecho promete más.

miércoles, 25 de septiembre de 2024

OS ENVIO A PROCLAMAR EL REINO DE DIOS

  evangelio según san Lucas (9,1-6) 

En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.





"Los envió a proclamar el Reino de Dios". Desde su nacimiento la Iglesia está hecha para el anuncio.

 La Iglesia, cada uno de nosotros, somos misioneros por naturaleza. Jesús nos envía para hacer lo que él hacía: predicar la conversión, expulsar males y curar enfermos.

 Hoy se nos presenta el primero de estos fragmentos, correspondiente a la Misión de los Doce; ellos deben ir por toda Galilea para, con su misión, compartir la naturaleza de la misión de su Maestro presentada en los capítulos 7 y 8, donde quedó claro que el mensaje del Reino de Jesús se dirige a hombres y mujeres y rompe los límites de lo puro e impuro; para ello les da poder y autoridad para proclamar el Reino, expulsar demonios y sanar enfermos. 

Me pediste no llevar alforja, ni bastón, ni pan, ni dinero. Me pediste no aferrarme a las cosas de este mundo. No hacer de ellas mis dioses. No convertirlas a ellas en mis respuestas. Hoy miro mi vida una vez más. ¿Cuáles son mis seguridades?, ¿qué es lo que persigo?, ¿por qué me descubro una y otra vez lejos de ti? Busco mi felicidad, busco mi seguridad en mi trabajo, en mis pertenencias… incluso en personas…

NOSOTROS


Pero Tú vienes y me dices “me necesitas sólo a mí”, “sólo yo podré llenarte”, “solo en mí serás libre”, “sólo en mí puedes amar de verdad”, “sólo en mí encontrarás la seguridad que jamás se quiebra”. Palabras duras para mí… ¿Es que acaso debo separarme de todos mis bienes, apartarme de las personas, eliminar todo deseo que no seas Tú?…

La Iglesia, cada uno de nosotros, somos misioneros por naturaleza. Jesús nos envía para hacer lo que él hacía: predicar la conversión, expulsar males y curar enfermos. ¡Cómo ha cambiado la historia en este hoy nuestro! 

¿Me siento enviado (a) por Jesús? 

¿Cómo llevo adelante la misión del Señor?

  

MARYIRIO DE SAN FERMÍN EN AMIENS

San Fermín, obispo de Amiens y mártir - 25 de septiembre

Martirio de San Fermín o Ferminio, obispo de Amiens y mártir 

Originario de Pamplona, España.

Fermín (o Firmino) nació en una familia pagana pero creció con un sacerdote que lo educó en el cristianismo. Evangelizador de Francia, se convirtió en obispo de Amiens y fue arrestado durante las persecuciones. 

Negándose a abjurar, fue martirizado entre 290 y 303.

 

Martirio de San Fermín o Ferminio, obispo de Amiens y mártir Originario de Pamplona, España, Fermín (o Firmino) nació en una familia pagana pero creció con un sacerdote que lo educó en el cristianismo. 

Evangelizador de Francia, se convirtió en obispo de Amiens y fue arrestado durante las persecuciones. Negándose a abjurar, fue martirizado entre 290 y 303. Aunque en Pamplona, San Fermín es venerado el día 7 de julio, en Amiens se le venera el 25 de septiembre, fecha de su martirio. 

 De San Fermín obispo mártir poseemos las “Actas”, que según los bolandistas están datadas entre finales del siglo V a principios del VI, aunque poniendo “en cuarentena” algunos de los datos que en ella se dicen.

 Sin embargo, es necesario conocer los elementos principales de esta leyenda, ya que algunos episodios han servido como motivos de decoración escultórica en la propia iglesia catedral de Amiens. Fermín sería originario de una noble familia hispana residente en lo que hoy es Pamplona, siendo hijo de Fermo y Eugenia que eran paganos pero que se convirtieron al cristianismo cuando San Saturnino de Tolosa estuvo predicando por aquella zona.



El hijo mayor, Fermín, fue puesto bajo la tutoría del sacerdote Honesto, quién lo bautizó y lo instruyó en la fe cristiana. Posteriormente, Honorato de Tolosa lo ordenó de sacerdote y posteriormente, de obispo. Y aquí aparece la primera contradicción, ya que en el elenco de los obispos de Tolosa no consta ningún Honorato. 

 Fermín se mantuvo en su ciudad natal – y de ahí nace la tradición que lo hace primer obispo de Pamplona -, y posteriormente se dedicó a evangelizar algunas regiones de las Galias, como Aquitania, Alvernia y otras del noreste francés. Dicen las actas que a pesar de la resistencia encontrada en los sacerdotes paganos, consiguió numerosísimas conversiones y como consecuencia de esto, fue arrestado por el gobernador romano Valerio, que lo golpeó con palos, pero que lo dejó en libertad.

 Finalmente se estableció en “Samobriva Ambianorum” (la actual Amiens) donde durante algunos años siguió ejerciendo su labor apostólica, convirtiendo a muchas gentes del pueblo e incluso a algunos nobles, entre ellos al senador Faustiniano. Los magistrados Longulo y Sebastián lo hicieron encarcelar y lo invitaron a que abjurase de la fe, pero Fermín se mantuvo firme, por lo que los magistrados, a fin de no suscitar una rebelión popular, decidieron decapitarlo en secreto en la cárcel un 25 de septiembre.

 Fermín tendría algo más de treinta años cuando murió y su cuerpo fue recuperado por Faustiniano, quién lo sepultó en la localidad de Abdalène, en el lugar donde hoy se erige una iglesia en honor de San Aqueolo.



Según estos datos, Fermín habría vivido en la segunda mitad del siglo III, por lo que algunos proponen como fecha del martirio el año 290, en tiempos de Diocleciano, pero antes de que Constancio Cloro gobernase en las Galias. Sin embargo esta fecha es un tanto problemática, ya que en ese año y en los siguientes no hubo persecuciones en las Galias, salvo que Fermín fuera víctima de la actuación de algún magistrado en concreto y no víctima de la aplicación de un edicto imperial. 


 La ciudad de Pamplona lo tiene como co-patrón junto a San Saturnino de Tolosa y en ella goza de un culto muy solemne y muy popular, del que por primera vez tenemos constancia en el año 1186, cuando el obispo Pedro II recibió desde Amiens reliquias de San

 Fermín, reliquias que aun se conservan y que son sacadas en procesión en su festividad del 7 de julio. En el año 1217 ya tenía un altar dedicado en la catedral pamplonica y ya se celebraba su fiesta con una octava. En el 1332 se le compuso un Oficio litúrgico propio, que posteriormente fue desarrollado en los breviarios escritos en ese año y en los años 1383 y 1440.

 El Papa Sixto V aprobó en el 1587 nueve lecciones propias para el Oficio de Maitines y su fiesta se celebraba el 10 de octubre; posteriormente, en el 1590 fue trasladada al 7 de julio, haciéndolo extensiva a toda España. El Papa Alejandro VII, el 14 de abril del 1657, declaró a San Fermín y a San Francisco Javier patronos principales de Navarra. 



 En la ciudad de Pamplona, actualmente sigue teniendo una capilla en la catedral y otra en la iglesia de San Lorenzo, que según la tradición, está construida en el solar que ocupaba la casa nativa del santo. Las fiestas de San Fermín en Pamplona son mundialmente conocidas y tienen un marcado carácter folklórico. 

 San Fermín figuraba en las letanías medievales de los santos. 


Bajorrelieve de la leyenda de San Fermín en la Catedral de Amiens





En Amiens, antiguamente, se le dedicaban cinco fiestas: el 13 de enero (la invención de las reliquias), el 25 de septiembre (el martirio), el 2 de octubre (la octava), el 10 de octubre (su llegada a Amiens) y el 16 de octubre (la reposición de sus reliquias). En el Medievo fue invocado como protector de los toneleros, de los mercaderes de vino y de los panaderos, y a él se recurría cuando se padecían las enfermedades del escorbuto y de la erisipela.



martes, 24 de septiembre de 2024

TU MADRE Y HERMANOS ESTAN FUERA

del santo evangelio según san Lucas 8, 19-21 

En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él. Entonces lo avisaron: "Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte". Él respondió diciéndoles: "Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen". 



La venida de los familiares de Jesús, la presencia de los suyos, le permite a Jesús pronunciar su dicho sobre los verdaderos parientes: "los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica". Jesús exalta la familiaridad engendrada por la escucha de la Palabra.



Nuestros vínculos con El no son solamente los de la inteligencia que se adhiere a una palabra portadora de verdad. Tampoco son solamente los vínculos de la voluntad que se pliega dócilmente a una ley. 
Los vínculos con Jesús son vínculos del corazón, si con esta palabra, entendemos no ya la llamarada de una afectividad tan pronta para arder como para apagarse, sino la comunión confiada de hacer las mismas opciones de vida de Jesús y compartir su mismo destino. 
 Esta es la nueva familia nacida de unos vínculos más fuertes que los de la sangre. Los vínculos del corazón que fundamentan nuestra fe y nos hacen ser inseparables de Jesús, a pesar de las distancias, de las obscuridades, de las incomprensiones o la desgracia se interpongan en algún momento de la vida entre Cristo y nosotros. Somos los familiares de Jesús y como Maria, la doblemente dichosa por ser madre y por ser discípula, podemos dar a luz a Cristo escuchando su Palabra y poniéndola en práctica. ¡Dichoso tú si así lo haces!

Tú me hablas de manera sencilla, simple, pero clara. Me hablas a través de mi conciencia, de mis superiores, de mis familiares, de mi párroco, de la Sagrada Escritura, de un buen libro de lectura espiritual. 
Me hablas por medio de sucesos, de recuerdos, de regalos. Siempre me hablas, sólo debo estar atento para escucharte. Pero no basta escuchar, es necesario poner en práctica lo escuchado. Es a veces la parte más difícil. 
 ¿Qué es lo quieres de mí, Jesús, aquí y ahora? Dame la gracia de ser de tus íntimos, de escucharte y poner por acción lo que me pides o lo que me dices. Puedo en esta oración repetir con san Agustín: Dame, Señor, lo que me pides, y pídeme lo que quieras.

 ¿Qué es lo quieres de mí, Jesús, aquí y ahora? Dame la gracia de ser de tus íntimos, de escucharte y poner por acción lo que me pides o lo que me dices. Puedo en esta oración repetir con san Agustín: Dame, Señor, lo que me pides, y pídeme lo que quieras.

lunes, 23 de septiembre de 2024

SER LUZ EN MEDIO DEL MUNDO

 santo evangelio según san Lucas 8,16-18 

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: «Nadie que ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama, sino que la pone en el candelero para que los que entran tengan luz.



La lámpara se pone en el candelero para que los que entren vean la luz 

Jesús nos habla de la necesidad de iluminar y de la necesidad de encender la lámpara. 

El discípulo no alumbra con su propia luz, sino con la única luz que viene de Cristo. Si lo hace de manera diferente, sentirá la tentación de confundir sus propias ideas y sus propios gustos y sus propias opciones con las de Cristo. 

 En un tiempo oscuro y plomizo, la fe cristiana ilumina la vida con la luz de la esperanza, que conviene colocar en la entrada para que los de fuera puedan ver cuando entren. La luz no es nada en sí, sino la condición indispensable para poder ver lo que hay alrededor. 

Por eso cada día necesitamos encender nuestra lámpara con la luz de Cristo, con su Palabra. Es su luz y no la mía la que ilumina al mundo. Es fácil caer en la tentación de escuchar la Palabra por miedo o vergüenza solo para nuestro provecho, la Palabra como la luz es pública y visible, esconderla es un modo de hacerla morir. 

 Hay que iluminar pero no sólo de palabra sino con la vida. Iluminamos cuando mi vida refleja, lo menos lejos posible, el modo de ser, de pensar y de hablar de Jesús. 

 ¡Seamos luz! ¡Acortemos distancia!



Y Jesús exhorta a sus seguidores a que sean luz para iluminar la realidad -opaca y llena de claroscuros- con la luz esplendente de la esperanza en la vida eterna. 

Las velas encendidas sobre el altar cada vez que se celebra la misa nos recuerdan precisamente que Jesús, cabeza de la Iglesia, es luz del mundo y nosotros, su cuerpo místico, estamos obligados a reflejarla para bien de los que viven en tinieblas.

Señor, que aprenda a ser luz en medio del mundo.



domingo, 22 de septiembre de 2024

JUBILEO 2025

 


¿Qué es un Jubileo?
El Jubileo o Año Santo es una celebración que tiene lugar en distintas Iglesias cristianas históricas, particularmente la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa, y que conmemora un año sabático con significados particulares


La celebración del jubileo se origina en el judaísmo
 Consistía en una conmemoración de un año sabático que tenía un significado particular.

 Esta fiesta se realizaba cada 50 años. Durante el año se ponían a los esclavos en libertad, se restituían las propiedades a quienes las habían perdido, se perdonaban las deudas, las tierras debían permanecer sin cultivar y se descansaba.

 En la Biblia encontramos algunos pasajes en los que se menciona la celebración judía.
Tal vez el más importante se encuentre en el Levítico (Lv 25,8).

 La palabra jubileo se inspira en el término hebreo de yobel, que alude al cuerno del cordero que servía como instrumento.


Jubileo también tiene una raíz latina, iubilum que representa un grito de alegría.
 En la antigüedad, para los hebreos, era un año declarado santo que caía cada 50 años.

 Durante el año se daba la igualdad a todos los hijos de Israel, ofreciendo nuevas posibilidades a las familias que habían perdido sus propiedades y la libertad personal.

 Ahora se llama Jubileo universal.
 La Iglesia le ha dado un significado más espiritual. En la actualidad consiste en un perdón general, una indulgencia abierta a todos.

¿Cuáles son sus orígenes?

 Se remonta al Antiguo Testamento, como explica el sitio de la Santa Sede: «La ley de Moisés había determinado para el pueblo Hebreo un año particular: ‘Declararéis santo el año cincuenta, y proclamaréis en la tierra liberación para todos sus habitantes Será para vosotros un jubileo; cada uno recobrará su propiedad, y cada cual regresará a su familia.

Año que seguía a cada ciclo de siete períodos de siete años, contando desde la entrada de Israel en la Tierra Prometida.

 En el décimo día del séptimo mes (mes de Tisri), el Día de Expiación, se hacía sonar un cuerno curvo de animal, proclamando libertad por toda la tierra. Para los esclavos hebreos, muchos de los cuales se habían vendido debido a una deuda.




 Este año cincuenta será para vosotros un jubileo; no cortaréis ni segaréis los rebrotes, ni vendimiaréis la viña que ha quedado sin podar, porque es el jubileo que será sagrado para vosotros. Comeréis lo que el campo dé de sí.
 En este Año Jubilar recobraréis cada uno vuestra propiedad’ (Libro del Levítico)». La celebración del Jubileo preveía, entre otras cosas que se devolvieran las tierras a los antiguos propietarios, la remisión de las deudas, la liberación de los esclavos y también el reposo de la tierra.


El jubileo católico
Como se señaló antes, el jubileo cristiano tiene su origen en el jubileo hebreo.
 En la Iglesia católica, el Año jubilar o Año santo es un tiempo en que se concede gracias espirituales singulares (indulgencias) a los fieles que cumplen determinadas condiciones, a imitación del año jubilar de los israelitas mencionado en el Antiguo Testamento.

 En la Iglesia católica, el jubileo es una celebración que de ordinario tiene lugar cada 25 años y en la que se concede la indulgencia plenaria.
 El jubileo católico puede ser ordinario o extraordinario. El Año Santo ordinario, o año jubilar, es el celebrado en los intervalos preestablecidos mientras que el extraordinario, o jubileo, es el proclamado como celebración de un hecho destacado.

Los requisitos son simples: estar bautizado, confesarse y repudiar los pecados, pasar por la Puerta Santa, escuchar Misa y comulgar, rezar por las intenciones del Papa, profesar el Credo  ¿Por qué es llamado Año Santo?

Porque se lleva a cabo con solemnes ritos sacros, pero también porque tiene como objetivo la santidad de los hombres.

sábado, 21 de septiembre de 2024

SIGUEME

 santo evangelio según san Mateo 9, 9-13 

En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió.


Hoy celebramos la fiesta del apóstol y evangelista san Mateo. Él mismo nos cuenta en su Evangelio su conversión. Estaba sentado en el lugar donde recaudaban los impuestos y Jesús le invitó a seguirlo. Mateo —dice el Evangelio— «se levantó y le siguió» (Mt 9,9). 

Con Mateo llega al grupo de los Doce un hombre totalmente diferente de los otros apóstoles, tanto por su formación como por su posición social y riqueza. Su padre le había hecho estudiar economía para poder fijar el precio del trigo y del vino, de los peces que le traerían Pedro y Andrés y los hijos de Zebedeo y el de las perlas preciosas de que habla el Evangelio. 

 Su oficio, el de recaudador de impuestos, estaba mal visto. Quienes lo ejercían eran considerados publicanos y pecadores. Estaba al servicio del rey Herodes, señor de Galilea, un rey odiado por su pueblo y que el Nuevo Testamento nos lo presenta como un adúltero, el asesino de Juan Bautista y el que escarneció a Jesús el Viernes Santo. ¿Qué pensaría Mateo cuando iba a rendir cuentas al rey Herodes? 
La conversión de Mateo debía suponer una verdadera liberación, como lo demuestra el banquete al que invitó a los publicanos y pecadores. Fue su manera de demostrar el agradecimiento al Maestro por haber podido salir de una situación miserable y encontrar la verdadera felicidad. San Beda el Venerable, comentando la conversión de Mateo, escribe: «La conversión de un cobrador de impuestos da ejemplo de penitencia y de indulgencia a otros cobradores de impuestos y pecadores (...). En el primer instante de su conversión, atrae hacia Él, que es tanto como decir hacia la salvación, a todo un grupo de pecadores». 

 En su conversión se hace presente la misericordia de Dios como lo manifiestan las palabras de Jesús ante la crítica de los fariseos: «Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Mt 9,13).




«Escuchemos este mensaje de san Mateo, meditémoslo siempre de nuevo, para aprender también nosotros a levantarnos y a seguir a Jesús con decisión» (Benedicto XVI)

viernes, 20 de septiembre de 2024

21 DE SEPTIEMBRE: SAN MATEO

MATEO APÓSTOL

Mateo significa: "regalo de Dios".

Se llamaba también Leví, y era hijo de Alfeo.

Su oficio era el de recaudador de impuestos, un cargo muy odiado por los judíos, porque esos impuestos se recolectaban para una nación extranjera. Los publicanos o recaudadores de impuestos se enriquecían fácilmente. Y quizás a Mateo le atraía la idea de hacerse rico prontamente, pero una vez que se encontró con Jesucristo ya dejó para siempre su ambición de dinero y se dedicó por completo a buscar la salvación de las almas y el Reino de Dios.

Voación de San Mateo, Carvaggio

Como ejercía su oficio en Cafarnaum, y en esa ciudad pasaba Jesús muchos días y obraba milagros maravillosos, ya seguramente Mateo lo había escuchado varias veces y le había impresionado el modo de ser y de hablar de este Maestro formidable.

Resultado de imagen de san mateo y la pintura


 Y un día, estando él en su oficina de cobranzas, quizás pensando acerca de lo que debería hacer en el futuro, vio aparecer frente a él nada menos que al Divino Maestro el cual le hizo una propuesta totalmente inesperada: "Ven y sígueme".



Mateo aceptó sin más la invitación de Jesús y renunciando a su empleo tan productivo, se fue con El, no ya a ganar dinero, sino almas. No ya a conseguir altos empleos en la tierra, sino un puesto de primera clase en el cielo.








San Jerónimo dice que la llamada de Jesús a Mateo es una lección para que todos los pecadores del mundo sepan que, sea cual fuere la vida que han llevado hasta el momento, en cualquier día y en cualquier hora pueden dedicarse a servir a Cristo, y El los acepta con gusto.

Mateo dispuso despedirse de su vida de empleado público dando un gran almuerzo a todos sus amigos, y el invitado de honor era nada menos que Jesús. Y con Él, sus apóstoles. Y como allí se reunió la flor y nata de los pecadores y publicanos, los fariseos se escandalizaron horriblemente y llamaron a varios de los apóstoles para protestarles por semejante actuación de su jefe. "¿Cómo es que su maestro se atreve a comer con publicanos y pecadores?"





Jesús respondió a estas protestas de los fariseos con una noticia que a todos nos debe llenar de alegría: "No necesitan médico los que están sanos, sino los que están enfermos. Yo no he venido a buscar santos sino pecadores. Y a salvar lo que estaba perdido". Probablemente mientras decía estas bellas palabras estaba pensando en varios de nosotros.




Desde entonces Mateo va siempre al lado de Jesús. Presencia sus milagros, oye sus sabios sermones y le colabora predicando y catequizando por los pueblos y organizando las multitudes cuando siguen ansiosas de oír al gran profeta de Nazaret. Jesús lo nombra como uno de sus 12 preferidos, a los cuales llamó apóstoles (o enviados, o embajadores) y en Pentecostés recibe el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego.


 Los judíos le dieron 39 azotes por predicar que Jesús sí había resucitado (y lo mismo hicieron con los otros apóstoles) y cuando estalló la terrible persecución contra los cristianos en Jerusalén.
San Mateo se dirigió probablemente a Etiopía a predicar, donde habría muerto martirizado hacia el año 42.


Las reliquias de San Mateo yacen desde el año 954 en Salerno, Italia. en la cripta de la  Catedral,















SEMANA XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO

SÁBADO

“ Oración, Vocación, Misericordia ”


según san Mateo 9, 9-13 

Qué bonitas estas palabras del evangelio!: “Vio Jesús a un hombre”. Lo que explica todo en los relatos de vocación es “la mirada de Jesús”. Es muy difícil decir no a Jesús después de mirarte. Es una mirada cariñosa, penetrante, limpia, sin prejuicios. Es una mirada de amor que penetra, seduce, cautiva. Lo que ve Jesús es “la persona”. No ve ni le interesa ver las circunstancias de esta persona. Ni siquiera le importan sus pecados.

En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió. 

 Y estando en la casa, sentado en la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos. 
Es curioso que aquel hombre, llamado Mateo, “estaba sentado”. Estaba anclado en su trabajo, feliz con su trabajo, bastante rentable, por cierto. Y, con sólo mirarle Jesús, “se levantó y le siguió”. Sólo la mirada de Jesús nos puede levantar de nuestros pecados, de nuestras frustraciones, de nuestra pasividad, de nuestra pereza. ¡Si supiéramos dejarnos mirar por Jesús!…

 Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?». 

Lo primero que hace Mateo es “invitarle a comer”. Necesita celebrar ese encuentro, darle gracias, por haberse fijado en él a pesar de ser corrupto y colaboracionista de los romanos. Jesús no le ha recriminado nada, no le ha tenido en cuenta su pasado, y ha tenido la delicadeza de llamarlo para ser su apóstol.

 Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. 

Andad, aprended lo que significa "Misericordia quiero y no sacrificio": que no he venido a llamar a justos, sino a los pecadores». 


Hoy, pidámosle al Señor que nos conceda la gracia de escuchar ese “sígueme”, imposible de resistir, que nos conducirá a la vida eterna.

VIERNES

“ Jesús iba acompañado por algunas mujeres ”




según san Lucas 8,1-3 

San Lucas nos muestra cómo Jesús “iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del Reino de Dios”.

 Esa era su única preocupación (Lc 4,43), y toda su vida giró en torno a esa misión. Nació pobre y así mismo murió. Le bastaba con tener qué comer y qué vestir, pues el verdadero misionero depende de la Divina Providencia (Cfr. Mt 6,26). 

En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce, y por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.

 Así, vemos cómo a Jesús y a los Doce les acompañaban un grupo de mujeres, entre las que se encontraba María Magdalena, a quien la Orden de Predicadores venera como su protectora, “que le ayudaban con sus bienes”.

Pero Jesús rompe los esquemas sociales y culturales a la hora de optar por un auténtico feminismo, incluso incorporando a las mujeres a su propia misión evangelizadora. Y fue una mujer, María Magdalena, la que dio a los discípulos la noticia de que Cristo había Resucitado.



Señor, te agradezco que hayas incorporado a la mujer a tu misión, a la construcción del Reino. En medio de un contexto totalmente machista, Tú optaste a favor del feminismo de una manera clara y contundente

Al igual que aquellas mujeres, todos los cristianos tenemos la obligación de contribuir, en la medida de nuestros medios, al sostenimiento de nuestra Iglesia, para que nuestros pastores puedan concentrarse en su misión de enseñar. Pero, ¡ojo!, que esa Palabra sea cónsona con el mensaje de Cristo.

JUEVES

“ ¿Quién es este, que hasta perdona pecados? ”




Los protagonistas de esta escena son dos hombres y una mujer. 

El fariseo se recrea en recoger la basura y el estiércol del pasado de la pecadora para tirárselo a la cara: “Es una prostituta”.
 En cambio a Jesús no le interesa para nada lo que ella ha sido sino lo que ella está llamada a ser: “puede ser una santa”. Es interesante la pregunta de Jesús al fariseo: ¿Ves esta mujer? Porque tú no la has visto. Sólo has visto sus pecados, su miseria, su pasado.

Segun san Lucas 7, 36-50 


En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. 

Esta mujer, desde que ha entrado en esta casa, no ha dejado de sorprenderme con mil detalles de afecto y de cariño: Me ha lavado los pies con un perfume exquisito. Y no lo ha derramado a cuentagotas, sino que ha roto el frasco y me lo ha derramado del todo, sin reservarse nada.

En esto, una mujer que había en la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino trayendo un frasco de alabastro lleno de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con las lágrimas, se los enjugaba con los cabellos de su cabeza, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. 

Esa mujer tiene un gran corazón; esa mujer con sus besos, su ternura, sus mil detalles, es una afrenta y acusación para ti que, al entrar en tu casa, ni me has saludado, ni me has ofrecido agua para lavarme; eso que se hace en todas las casas con los invitados. Realmente has sido un grosero. Esa mujer ha demostrado mucho amor y por eso se le han perdonado sus muchos pecados.

Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: «Si este fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que que lo está tocando, pues es una pecadora». 

 Jesús respondió y le dijo: «Simón, tengo algo que decirte». El contestó: «Dímelo, maestro». Jesús le dijo: «Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. 

¿Cuál de ellos le mostrará más amor?» Respondió Simón y dijo: «Supongo que aquel a quien le perdonó más».

Nos pone delante dos actitudes ante Dios. Uno con una actitud autosuficiente, eso le dificultad alcanzar el reino de Dios e incluso recibir el favor de Dios, que ya cree poseer; y la otra por su postura humilde, su arrepentimiento, su amor, consigue el perdón y el don de Dios.

 Le dijo Jesús: «Has juzgado rectamente». Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? He entrado en tu casa y no me has dado agua para los pies; ella, en cambio, me ha regado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. 

Tú no mediste el beso de paz; ella, en cambio, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho, pero al que poco se le perdona, ama poco». 

El amor y el perdón se implican mutuamente, como nos recuerda la Sagrada Escritura: “el amor cubre multitud de pecados” (1 Pe 4,8). Ante Dios todos somos deudores y todos hemos recibido el perdón desde la gratuidad. Es necesario comenzar por reconocernos pecadores, necesitados y no merecedores del mismo.

 Y a ella le dijo: «Han quedado perdonados tus pecados». Los demás convidados empezaron a decir entre ellos: «¿Quién es este, que hasta perdona pecados?». 

 Pero él dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz».


Jesús acoge, ama, levanta, anima, perdona y da nuevamente la fuerza para caminar, devuelve la vida.

MIERCOLES

Solo protectar y mas protectar por todo y olvidando que el mundo fue creado por Dios.....dueño y Señor de todo.

“ ¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ”




evangelio según san Lucas (7,31-35)

 En aquel tiempo, dijo el Señor: «A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes? 

La queja de Jesús que refleja el evangelio proclamado es esa indiferencia de sus contemporáneos al no reconocer las llamadas de Dios a través de las personas y de los sucesos:

Se asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de: “Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”. 

Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y decís: “Tiene un demonio”; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “Mirad qué hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”. 

Como los coetáneos de Jesús solemos rechazar las insinuaciones de Dios, tanto a la penitencia de Juan como la condescendencia de Jesús. Pero la llamada insistente de hoy es acoger el Amor, el sabio designio de Dios.

Sin embargo, todos los hijos de la sabiduría le han dado la razón».



Miremos a lo esencial: en el corazón del hombre Dios ha puesto el Amor, la eternidad. Por eso Pablo dice de la caridad que " permanece", es lo único que permanece eternamente. MARTES

“ A ti te lo digo, levántate ”



En el Evangelio de hoy nos aparece la compasión del Señor, siente lástima, condolencia y ternura por la viuda que ha perdido a su hijo y por eso quiere realizar el prodigio de devolver a la vida al muchacho. La compasión lleva a intervenir al Señor.

según san Lucas 7,11-17 

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. 

sin embargo, el corazón de esta narración no es el milagro, sino la ternura de Jesús hacia la mamá de este chico. La misericordia toma aquí el nombre de gran compasión hacia una mujer que había perdido el marido y que ahora acompaña al cementerio a su único hijo. Es este gran dolor de una mamá que conmueve a Jesús y le inspira el milagro de la resurrección.

 Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo: «No llores». 

Luego, tocando el féretro, hace que el cortejo se detenga. Nadie le ha pedido nada. Nadie cree que Jesús pueda devolver la vida al muchacho y la alegría a su madre. Hoy, lo único que funciona es la compasión. A Jesús, a Dios, le puede la compasión. Ni la muerte ni el pecado son tan fuertes como la misericordia.

 Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: 

«¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!». ´

En esta victoria sobre la muerte, veamos el poder de Jesús para superar las muertes cotidianas que nos hunden en la desesperanza. Cuando, en cualquier circunstancia, pensamos que no hay nada que hacer, hagamos resonar en lo interior su palabra: Yo te lo ordeno, levántate.

 El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo.»

 Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la comarca circundante.


Nosotros también como el hijo de la viuda de Naím podemos escuchar la voz de Cristo que nos invita a levantarnos de nuestras postraciones, abatimientos y desánimos. Si el corazón se deja tocar por Cristo, entonces su gracia se convierte en una fuerza transformante, que sana y restablece lo que estaba enfermo.

 LUNES

“ Una palabra tuya bastara para sanarme ”




Al Evangelio le encanta mostrar modelos evangélicos sorprendentes.
 Hoy es el turno de un centurión, el supremo representante en Cafarnaún del odiado poder colonial romano. Su fe en Jesús es tanta que no necesita la presencia de Jesús:

según san Lucas 7,1-10 

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de exponer todas sus enseñanzas al pueblo, entró en Cafarnaún. 

 Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, el centurión le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese a curar a su criado.

 Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: «Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestra gente y nos ha construido la sinagoga». 

 Jesús se puso en camino con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. 

Este hombre es, además, un modelo de convivencia y de respeto hacia una cultura y religión extrañas para él. Tanto que se gana el cariño de los judíos:

Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque también yo soy un hombre sometido a una autoridad y con soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace». 

Siempre que comulgamos repetimos las palabras del centurión a Jesús. Repitamos también su actitud interior de fe y humildad. Es lo que de verdad importa. 

A propósito de esto, San Cirilo de Jerusalén escribía en el siglo IV: Cuando te acerques a recibir el Cuerpo del Señor, acércate haciendo de tu mano izquierda como un trono para tu mano derecha, donde se sentará el Rey. En la cavidad de la mano recibe el Cuerpo de Cristo y responde ‘amén’.

 Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: «Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe». Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.

"Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero di una sola palabra y mi criado quedará sano". Maravillosa afirmación que, desde entonces, continua resonando en la boca de los creyentes, llamados a acoger como huésped al Señor en el misterio eucarístico. 
Jesús, exalta esta actitud de humildad y de fe, y le concede lo que pide, proclamando así que él ha venido para todos, judios y paganos.

DOMINGO

“ El que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará ”



según San Marcos 8, 27-35 

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?» 


Si hoy tuviéramos que responder al Señor sobre ambas preguntas, ante la primera: “¿Quien dice la gente que soy yo?”, es posible que al darle la respuesta pensemos en aquellos con los que nos relacionamos, con los que convivimos, tendríamos que decirle al Señor, que muchos no te conocen, te ignoran porque no saben quien eres,  es posible, que ante esta respuesta nos preguntara a los cristianos de hoy: ¿que estáis haciendo?, ¿como es posible que logréis silenciar mi Palabra? ¿como estáis viviendo? ¿no sois capaces de contagiar todos los beneficios que reporta el tesoro de la fe? ¿que os esta pasando?.

 Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas».

 Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?» Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías». 

Y para ti, ¿Quien soy?. No es cuestión de dar una respuesta prefabricada, ni del catecismo, tendríamos que ponernos delante de Él y abrir nuestro corazón, ver cómo nos relacionamos, qué importancia tiene, si acogemos su Palabra, si nos dejamos interpelar por ella, si produce cambios y transformación en nuestra vida…

 Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días». 

 Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!». 

En la corrección realizada a S. Pedro: ¡Piensas como los hombres no como Dios!, también nos toca a nosotros, nos cuesta poner a Dios en el centro, muchas veces no se nota que somos cristianos, nuestros falsos respetos silencian la Palabra, nos acomodamos a convivir con el mal, nos cuesta ir “contracorriente”, nos dejamos vencer por los miedos y terminamos conviviendo con el espíritu mundano.

 Y llamando a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. 

Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará. Pues ¿de que le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?».

Y concluye el pasaje de hoy con la invitación al seguimiento.


Es fácil seguir a Jesús cuando todo sonríe, cuando todo sale bien. Pero cuando azota el viento del dolor, la prueba, la dificultad, el rechazo por creer o la muerte ¿quien se atreve mantenerse fiel a Jesús? ¿Quien es capaz de mirar al cielo y decir: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”?

La cruz está ahí, siempre. Si queremos seguir a Jesús, habrá que abrazarse a ella.