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martes, 24 de septiembre de 2024

TU MADRE Y HERMANOS ESTAN FUERA

del santo evangelio según san Lucas 8, 19-21 

En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él. Entonces lo avisaron: "Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte". Él respondió diciéndoles: "Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen". 



La venida de los familiares de Jesús, la presencia de los suyos, le permite a Jesús pronunciar su dicho sobre los verdaderos parientes: "los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica". Jesús exalta la familiaridad engendrada por la escucha de la Palabra.



Nuestros vínculos con El no son solamente los de la inteligencia que se adhiere a una palabra portadora de verdad. Tampoco son solamente los vínculos de la voluntad que se pliega dócilmente a una ley. 
Los vínculos con Jesús son vínculos del corazón, si con esta palabra, entendemos no ya la llamarada de una afectividad tan pronta para arder como para apagarse, sino la comunión confiada de hacer las mismas opciones de vida de Jesús y compartir su mismo destino. 
 Esta es la nueva familia nacida de unos vínculos más fuertes que los de la sangre. Los vínculos del corazón que fundamentan nuestra fe y nos hacen ser inseparables de Jesús, a pesar de las distancias, de las obscuridades, de las incomprensiones o la desgracia se interpongan en algún momento de la vida entre Cristo y nosotros. Somos los familiares de Jesús y como Maria, la doblemente dichosa por ser madre y por ser discípula, podemos dar a luz a Cristo escuchando su Palabra y poniéndola en práctica. ¡Dichoso tú si así lo haces!

Tú me hablas de manera sencilla, simple, pero clara. Me hablas a través de mi conciencia, de mis superiores, de mis familiares, de mi párroco, de la Sagrada Escritura, de un buen libro de lectura espiritual. 
Me hablas por medio de sucesos, de recuerdos, de regalos. Siempre me hablas, sólo debo estar atento para escucharte. Pero no basta escuchar, es necesario poner en práctica lo escuchado. Es a veces la parte más difícil. 
 ¿Qué es lo quieres de mí, Jesús, aquí y ahora? Dame la gracia de ser de tus íntimos, de escucharte y poner por acción lo que me pides o lo que me dices. Puedo en esta oración repetir con san Agustín: Dame, Señor, lo que me pides, y pídeme lo que quieras.

 ¿Qué es lo quieres de mí, Jesús, aquí y ahora? Dame la gracia de ser de tus íntimos, de escucharte y poner por acción lo que me pides o lo que me dices. Puedo en esta oración repetir con san Agustín: Dame, Señor, lo que me pides, y pídeme lo que quieras.

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