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sábado, 27 de julio de 2024

ORACIONES DEL 2º TIEMPPO ORDINARIO DOMINGO XVI, XVII Y XVIII

DOMINGO XVIII

QUÉ ME DAS, SEÑOR, A CAMBIO (Domingo XVIII B) 

De mi confianza cuando la deposito en ti y me alejo de los que me prometes otros paraísos ¿Qué me das, Señor, a cambio? De mi seguimiento y de mi fidelidad de mi silencio o de mi reconciliación de la ofrenda de mi vida o de mis esfuerzos 

¿Qué me das, Señor, a cambio? De mi fe, aunque sea débil y hasta interesada De mi constancia, aunque a veces me quede por el camino De mi audacia, aunque en momentos piense más en mí que en Ti ¿Qué me das, Señor, a cambio? 

¿Me darás, tal vez, la Vida Eterna, frente a esta efímera? ¿Tal vez tus palabras verdaderas en contra de las falsas que me rodean? ¿Tal vez tu mano cuando otras me abandonan?

 ¡Necesito que me des tanto, Señor! Tu presencia, cuando me encuentro huérfano Tu luz, cuando la oscuridad eclipsa mi esperanza Tu cielo, cuando sólo veo tierra y más tierra Tus mandamientos, cuando construyo una vida a la carta Tu respuesta, cuando ya nadie me escucha ni me responde 

¡Dame, Señor, sobre todo tu persona! Que temo no encontrarte en la dirección por donde busco o, tal vez, hacerme un “dios” a mi medida Que temo encontrarte demasiado rápido sin cambiar mis días en poco o en nada Que temo confundirte con otros señores y disfrazarte de comodidad y de riqueza de orgullo y de existencia del todo fácil 

Ven a mi encuentro, Jesús, y aléjame de todo aquello que me impide ser tu testigo de todo aquello que me aleja de tu reino de todo aquello que me confunde y me degrada de todo aquello que, simplemente, no eres Tú. Amén

D

Señor, ven a ser el alimento de mi alma porque sólo Tú eres mi fortaleza.

L

Jesús, como esa gente vengo a tu encuentro, quiero hablar contigo y escuchar tus palabras en esta oración. ¿Qué quieres que haga hoy por ti? No busco ningún interés personal, lo único que te pido es que multipliques tu gracia en mí para poder experimentar tu amor y tu cercanía para trasmitirlos a los demás

M

Jesús, quiero vivir con coherencia mi fe. Ayúdame a extender tu reino en la tierra incluso, si es necesario, con las palabras.

X

Señor mío y Dios mío, aquí estoy a tus pies para alabarte. Quiero ser todo tuyo y ofrecerte todo lo que soy. No quiero hacer nada más que tu voluntad. Quiero hacer lo que Tú me pidas pues sé que eso es lo que da la plena felicidad y la paz profunda.

J

Hoy, Señor, quiero iluminar la lámpara de mi vida con la tuya. “Quiero que tu luz me deje ver la luz” (Sal. 36,9). La lámpara de mi vida con frecuencia se apaga, si no se deja iluminar por tu Luz. Yo no puedo presumir de ser astro con luz propia; pero no me importa con tal de ser iluminado por Ti, mi Sol, que alumbras siempre y nunca te apagas.

V

Jesús, al igual que Pedro no me gusta, en muchas ocasiones, el camino que debo recorrer para aspirar a la santidad. Por eso hoy, con mucha fe y esperanza, te busco en la oración para suplicarte me concedas llegar a percibir tus sentimientos y conocer a fondo tu corazón. Que el centro de mi oración seas Tú, y no tanto mis problemas o dificultades personales.
S

Padre santo, ayúdame a buscar lo que me haga crecer en el amor, para darte gloria y servir mejor a los demás: bienes que duren y valgan para la eternidad. Y, aunque no me guste ni me atreva a buscarla, que sepa renunciar a mí mismo para tomar mi cruz y seguirte.


 DOMINGO XVII




 AQUÍ ME TIENES, SEÑOR Soy poco, muy poco o casi nada, pero con tus manos multiplicarás lo que en el mundo sea más necesario por tu Reino. Conoces mi debilidad, mis pecados, mis carencias y errores, más sé que con tu mirada, y por mí fe, multiplicarás lo bueno que en mí pusiste y harás que, aquellos que me rodean, puedan servirse de la bondad que desparramas. 

 AQUÍ ME TIENES, SEÑOR Quiero ser uno de esos cinco panes, para que, el hambriento que sale al camino no marche a su casa sin haber comido del pan de mi fraternidad del auxilio de mi solidaridad del agua de mi caridad 

 AQUÍ ME TIENES, SEÑOR Tal vez, sea insuficiente; mis capacidades, mi pensamiento, mi alabanza, mi oración, mi entrega, mi testimonio. Tal vez sea poco lo que la cesta de mi corazón albergue. Pero, aquí me tienes, Señor Mucho me diste y, por ello, te doy las gracias, te bendigo y te alabo. Mucho me diste y, por ello, te pido que nunca deje de ser sensible a las necesidades de mis hermanos. Amén 

D

Cada día que pasa, cada día que vivimos es una oportunidad que Dios nos da para multiplicarnos, desgastarnos y brindarnos generosamente por los demás. Al fin y al cabo, en el atardecer de la vida, nos examinarán del amor. Dejarán de tener efecto nuestras cuentas corrientes. Nuestras inversiones. Nuestros apellidos y nobleza. Nuestra apariencia y riqueza….y comenzará a valer, su peso en oro, las manos que supieron estar siempre abiertas. 

L

Pidamosle hoy al Señor que no permita que el ritmo frenético de nuestras jornadas nos atropelle hasta el punto de dejar de estar inspirado por el amor en todos nuestros servicios y quehaceres cotidianos y, sobre todo, que no deje que la experiencia de dolor nos aleje de Él, más bien, como hizo Marta, sea para nosotros ocasión y experiencia fecunda de resurrección y de vida.

M

La fe nos invita a saber convivir con el pecado y así vencer al mal con el bien, ha hacer frente en la vida de cada día a las dificultades y pruebas de todo tipo. Mientras, tenemos que practicar la paciencia como hace Dios con nosotros hasta que al final de los tiempos brille la luz del bien y reine el amor.

Señor de Misericordia, vengo a ponerme en tu presencia para pedirte que pongas tus palabras y tu mensaje en mi corazón para que sepa darte el fruto que Tú buscas en mí. Aumenta mi fe para verte en mi vida y en los demás; aumenta mi esperanza para vivir con alegría deseando estar contigo en la eternidad; y aumenta mi amor para nunca abandonarte ni dejarte solo porque Tú nunca me abandonas ni te apartas de mí.

X

. Arriesga tu vida, pues el tesoro, desde luego, es la salvación, el amor,la pasión que Dios siente por nosotros. ¿Harías tú lo mismo por el Reino? Si es así, eres un verdadero discípulo. Que San Ignacio de Loyola, maestro espiritual, cuya fiesta celebramos hoy, nos ayude a saber discernir en nuestra vida hasta qué punto reflejamos ese amor y pasión por Dios por encima de todas las cosas.

Hazme digno depositario de tus dones e ilumina mi mente y entendimiento para escuchar tus palabras en este momento de oración en el que vengo humildemente a pedirte tu ayuda. Santifica mi vida para ayudar a otros a encontrarte.

J

Si Dios es amor, todo en la Biblia me tiene que hablar del amor. Si no saco amor es que no la he leído bien.

Tú quieres y puedes estar presente en mi oración. Ante mi debilidad, ante la distracción, necesito de tu gracia para que nunca más desprecie la intimidad que puedo llegar a tener contigo en la oración.

V
Aunque Dios tenga el poder de transformarnos no puede actuar si nuestra libertad no se lo permite. Les faltaba fe. La falta de docilidad y de apertura a la gracia imposibilita la acción divina en nuestros corazones.
Señor, cada vez que avanzo sin ti, las caídas y los tropiezos se dejan ver casi inmediatamente, por eso inicio mi oración confiando en que tu misericordia hará la diferencia en esta oración y en mi vida. Gracias por estar siempre conmigo.
S

Así estamos llamados a vivir nosotros, como Juan el Bautista, seguros en el Señor, confiados en Él, pendientes más de su juicio que el de los ho faltaba fe. 

DOMINGO XVI




 ¡DIFÍCIL PERO… ADELANTE! Proclamando, con voz fuerte y clara, que el Señor es el centro de nuestra historia que, sin Él, todo desvaría y está llamado al fracaso. Anunciando, de palabra y de obra, que el Señor es la fuente de nuestra energía que no es un ayer que pasó que no es un ídolo con túnica y un simple cayado Que, el Señor, es mucho más que leyenda 

 ¡DIFÍCIL PERO... ADELANTE! Enseñando que, un cielo, nos aguarda Recordando que, en Dios, somos hermanos Gritando que, el perdón, puede más que el odio Trabajando para que, la tierra, sea una estampa de lo que nos espera en lo eterno. 

 ¡DIFÍCIL PERO…ADELANTE! Conscientes de nuestros pecados y miserias Convirtiéndonos de caminos y actitudes equivocadas Retornando de la dispersión y de la confusión Rezando para que, aquello que decimos y obramos, sea inspiración divina y no solamente humana

 ¡DIFÍCIL PERO…ADELANTE! Que, Jesús, nos precede en el camino nos empuja cuando los vientos del mundo nos detienen nos alienta cuando nuestros pies se frenan nos levanta cuando nuestros rostros caen nos perdona cuando nuestros pecados nos abruman Que, Jesús, nos quiere de carne y hueso Que, Jesús, es consciente de nuestro barro Que, Jesús, sabe que no somos dioses Que, Jesús, confía en nuestras débiles manos 

 ¡DIFÍCIL PERO…ADELANTE! ¡Siempre adelante! En nuestra tarea de ser cristianos En nuestro deseo de anunciar el cielo En nuestro empeño de que Cristo sea conocido En nuestras encrucijadas y desvelos ¿Siempre, siempre, adelante

D
Siendo cristo vivo y con los brazos abiertos intento cubrir la distancia
Necesitamos enseñar con el corazón lecciones de cercanía, de ternura, de dulzura. Y al corazón sólo le puede dar lecciones otro corazón “que esté enternecido” por el gran amor que nos tiene. Ése es Jesús.
L
La Magdalena es una mujer desfasada ya que no ha dado el paso al Cristo de la Resurrección y se conforma con el cadáver de Jesús. Pero lo que siente por Jesús es locura. Y este amor loco, desinteresado, sin el menor atisbo de egoísmo, es el que siempre me ha cautivado. Haz que yo viva siempre de este amor.
M
Que nuestra oración de hoy sea esta: 
“Contigo estoy vivo, sin ti estoy muerto. Contigo lo soy todo, sin ti no soy nada. Átame a ti, para que no sea yo un Sarmiento cortado, un sarmiento sin fruto. 
Que tu Palabra me una a ti, que la eucaristía me alimente de ti,
X
Señor, yo necesito una siembra de tu palabra. Y necesito que la siembres Tú, el mejor sembrador. Necesito que la semilla de tu palabra caiga sobre mí “como lluvia que empapa la tierra” y la hace fructificar. No me interesa, de momento, la cosecha. Eso es cosa tuya. Me interesa la siembra, el quedar sembrado de verdad, de bondad, de dulzura, de misericordia.
J
Como Santiago peregrina
Señor, te pido humildemente tu gracia, que es lo único que realmente importa y necesito. Soy todo tuyo, sin reserva alguna. Dame un corazón desinteresado que se consuma sólo por tu amor.
V
Señor, la semilla de tu Palabra siempre produce buenos frutos. No permitas que las distracciones me arrebaten lo que en esta oración quieres revelarme. ¡Ven, Espíritu Santo!
S
Dios mío, si alguna vez me llegase a cansar de venir a ti, quisiera pedirte la gracia de comprender que el amor, más que en sentimientos, tiene sobre todo fundamento en el querer ser fiel, en el estar, en la constancia, en la renovación continua, en el austero goce de la entrega por quien se ama. Con esta disposición, que me viene de tu gracia, hoy vengo nuevamente a conversar contigo.

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