Páginas

jueves, 18 de enero de 2024

ZACARIAS E ISABEL II

  


Los historiadores suponen que vivían en Aim-Karim, a unos diez kilómetros de Jerusalén,



La incredulidad de Zacarías lo enmudece


 La historia de Zacarías e Isabel nos enseña que nunca debemos perder la esperanza porque «nada es imposible para Dios». (Lc 1, 37).
 Zacarías es un sacerdote de la octava clase, la de Abías, uno de los 24 establecidos por David para regular los turnos de servicio semanales en el templo.
 Se casó con Isabel, también descendiente de una familia sacerdotal, y se estableció en Ain Karen. Son ya ancianos y su matrimonio no había gozado de la bendeción de un heredero, y tal esterilidad se interpretaba no solo como una desgracia sino como una maldición que los emarginaba; sin embargo, su unión es sólida, se aman y su vida es justa.

¿Te imaginas dos personas mayores, viejecitos y que no habían podido tener hijos?
 Es inevitable, quizá para ellos también, pensar ¿por qué Dios no los bendijo con hijos? 
 Quizá Isabel muy pronto, o muy poco después de haberse casado, empezaría a ver con cierta pena, cómo sus vecinas o sus amigas, iban ya por la calle con pequeños en brazos, o incluso de la mano. Pero para ella no había llegado aún esa bendición…



 Un día, mientras estaba en el templo, Zacarías recibió un anuncio divino por medio del arcángel Gabriel, que le preanunció el embarazo de su esposa. Zacarías, sin embargo, a pesar de ser un hombre piadoso, no creyó y pidió al mensajero de Dios una prueba. El ángel le reprochó su incredulidad y lo enmudeció, (Lc 1, 11-18), hasta el octavo día después del nacimiento del niño, cuando el niño fue circuncidado: entonces se le abrió de nuevo su lengua para confirmar que su nombre debería ser Juan, como el ángel se lo había anunciado. (Lc 1, 64). 



Una pareja estéril del Antiguo testamento hecha fecunda 

Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo. Pero el Ángel le dijo: "No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan. Él será para ti un motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque será grande a los ojos del Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre, y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor, su Dios. Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijosy atraer a los rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto".




Cuando el amor y la confianza son verdaderos, crecen y dan fruto con el tiempo: la semilla se convierte en un gran árbol.
 El evangelista Lucas hace un paralelismo entre esta pareja que ha fatigado para ser tocada por la gracia procreadora de Dios, y la fe total de Marìa que ha creído y concebido sin necesidad de pruebas. 
De ese modo Lucas muestra cómo Dios puede hacer maravillas en las vidas de aquellos que confían en Él y que esperan confiados el momento de su intervención. 




Estos dos santos de la antigua alianza nos dan la lección de que solo cuando un corazón cree sin pruebas y ama de verdad, puede experimentar el poder del Señor, no según sus propios planes, sino según la voluntad de Aquel que es siempre soberano y al que hay que abandonarse con una fe incondicional, como la de María. 



Según cuenta el Evangelio de Lucas, Isabel era "de las hijas de Aarón" (Lucas 1:5).





 Ella y su marido Zacarías eran "rectos ante Dios, seguían todos los mandamientos y órdenes del Señor sin culpas" (Lucas 1:8-12). Cuando Zacarías se encontraba en el Templo de Jerusalén fue visitado por el arcángel Gabriel: No temas Zacarías, que tu petición ha sido escuchada, y tu mujer Isabel te dará un hijo, a quien llamarás Juan. Te llenara de gozo y alegría y muchos se alegrarán de su nacimiento. Será grande a los ojos del Señor; no beberá vino ni licor. Estará lleno del Espíritu Santo desde el vientre materno y convertirá a muchos israelitas al Señor su Dios.






 

No hay comentarios:

Publicar un comentario