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sábado, 18 de noviembre de 2023

ORACIONES DEL TIEMPOO ORDINARIO XXXII y XXXIII Y XXXIV

DOMINGO DE CRISTO REY




QUIERO PARECERME A TI, MI REY 
Que mis caminos, de palabra y de obra, empiecen y acaben en Ti. Sabiendo que, contigo, todo acabará bien: en victoria y en triunfo seguro con amor, frente al odio desde el servicio, antes que el egoísmo. QUIERO PARECERME A TI, MI REY Extendiendo la inmensidad de tu Reino en cada una de las almas allá donde alguien te busque en el rincón donde, la necesidad, apremie Allá donde, el dolor del hombre, busque y reclame respuestas supremas Allá donde, la orfandad de la humanidad, necesite de una mano que la proteja la sostenga, la levante y la dignifique
 QUIERO PARECERME A TI, MI REY Y, cuando la cruz asome en el horizonte, agarrarme a ella con la obediencia de la fe Derramando desde ese trono de madera mi vida y mi valor, mi esfuerzo y mi generosidad Derramando como Tú, oh Señor, palabras de aliento y de consuelo ánimo, valor y esperanza 
QUIERO PARECERME A TI, MI REY Y, al contemplar tu poder y tu reinado saber que, no hay nada en el mundo, comparable a lo que Tú me ofreces: tu Verdad, tu Camino y tu Vida Dueño, Rey y Señor de la historia ayúdame a ser entusiasta y vasallo de tu Reino Que ningún otro tesoro, reluciente al ojo humano, me aparte de Ti…oh Rey soberano Amén. 
D

El misterio de Dios hecho amor en la locura de la cruz. Ese fue su trono; la Cruz Ese fue su traje; de púrpura rasgada Ese fue su centro; caña débil y de burla Esa fue su corona; de espinas en cabeza clavada ¡Qué Rey ! Nunca tan grande verdad fue por la humanidad rechazada Hoy...la historia se repite en muchos lugares.
L. 
Señor todo lo que tengo en tus manos. 
M
El mundo que creaste defrutandolo con esperanza y amor y con mi forma de vida reconozcan a tu Reino. 
X
“No perecerá ni un cabello de vuestra cabeza”.
 Detrás de todos males, de todos los atropellos, de toda muerte, hay un Dios Padre que cuida con amor no sólo de sus criaturas sino de lo más pequeño de ellas: sus cabellos. Me emociona un Dios tan grande, creador de todas las galaxias, cuidando un cabello de mi cabeza. Señor, que siempre confíe en Ti.
“seréis odiados por causa de mi nombre”. No somos odiados por el hecho de ser hombres, sino por el hecho de ser cristianos.
J
Como a Andrés me has dicho sígueme y te sigo, he dejado las cosas mundanas para centrarme en las cosas tuyas y pensar en el más allá. Te sigo Señor con mis defectos y virtudes. Te sigo siempre Señor. 
V

S
Merece la pena  esperar a Dios, vigilar a Dios, todos tenemos  en el corazón un castillo donde tenemos que velar para que Dios  venga a  el, vamos a cuidarlo y cultivarlo para que en nuestro corazones solo exista Dios



 DOMINGO XXXIII




¡TENGO TANTO MIEDO, SEÑOR!
 De invertir tiempo, ideas y sudor, esfuerzo e ilusión, y como respuesta encontrar sólo el vacío o la incomprensión. ¿Por qué me has dado tanto, Jesús? Con menos talentos divinos, se vive la vida más fácilmente y mejor Con más comodidad y sin tantos riesgos 
¡TENGO TANTO MIEDO, SEÑOR! De no estar a la altura que Tú me marcas de no dar la talla en el campo de batalla: en la familia, o en el trabajo en la enfermedad o en la salud en la palabra o en la obra ¡TENGO TANTO MIEDO, SEÑOR! De gastar por el camino lo que Tú me has dado aquello que pienso que es mío y no tuyo De quemarme por brindarme y ofrecerme o cansarme de sembrar sin recoger nada a cambio 
¡TENGO TANTO MIEDO, SEÑOR! De que regreses y, tu fortuna, la encuentres mal empleada por mi falta de valentía o audacia por mi cobardía o desinterés por mi timidez o mi falta de seguridad ¡CUÁNTO MIEDO TENGO ,SEÑOR! De no invertir mi vida como, Tú en la cruz, lo hiciste: con silencio, grandeza y dolor con perdón, humildad y sacrificio con fe, esperanza o misericordia ¡CUÁNTO MIEDO TENGO, SEÑOR! De mirarme a mí mismo, y viendo lo mucho que me has dado creer que no merece la pena arriesgarlo todo: por Dios y por el hombre por la Iglesia y por el mundo por mis hermanos y por mí mismo ¡CUÁNTO MIEDO TENGO, SEÑOR! Que vengas…y me pilles con el pie cambiado lejos de tus caminos y, con mis talentos, sin haberlos utilizado a fondo. Javier Leoz (Sacerdote)

L
 ¡Ten compasión de mi! Señor que vea. 
Dame mucha fe para que nunca me deje cegar por las cosas del mundo y ver lo que necesito. La luz eres tu Señor que pones profundidad y claridad en mi mirada. 

M
Dame Señor capacidad para ver lo que necesito en estos momentos de mi vida.  Dame el don sobrenatural de la fe para que  no me deje cejar poor las cosas de munndo que me seoara de ti.
X

J

V
En visperas de Cristo Rey te pongo a Ti en el centro de lo que soy, digoy pienso. Por huecos de mi cuerpo entran muchos vandidos pero, tu Señor , entras poor la puerta, me conoces bien y alejas de mi y de mi vida a todos los vandidos.
S
Estoy vivva porque estoy vinculada a Dios y participoo de su Amor. Me quedo contigo Señor y así Tu serás mi vida para siempre.


DOMINGO XXXII




PORQUE TENGO SUEÑO, SEÑOR 
Despiértame con la luz de tu verdad. Porque, la mentira, frecuentemente me narcotiza o la falsedad confunde los caminos por los que avanzo Porque siento que, el mundo que me rodea, me contagia con la pesadez del desencanto con el desazón del pesimismo. Porque frecuentemente, mi Señor, caigo abatido en el traicionero sueño de la desesperanza 
PORQUE TENGO SUEÑO, SEÑOR Levántame y, que en la lámpara de mi alma, nunca falte la alegría de salir a tu encuentro la satisfacción de ser de los tuyos la seguridad de que, esperándote, estoy en lo cierto Levántame y, avívame oh Señor, porque temo que, si tardas demasiado, vaya detrás de otros dioses que, sin exigirme tanto, un día y otro llaman a mi puerta 
PORQUE TENGO SUEÑO, SEÑOR No dejes que me abata el desencanto ni la desilusión no permitas que, las prisas del quererlo todo, me aleje de gustar y esperar el Paraíso definitivo No dejes que, la noche que se cierne sobre el mundo, apague las llamas de tantos hijos tuyos que soñaron, y nunca se cansaron, de verte frente a frente; de tus hijos vivos y de tus hijos muertos de los que por Ti sufrieron y lloraron y de los que, con la lámpara de la fe, la fueron transmitiendo de mano en mano. 
PORQUE TENGO SUEÑO, SEÑOR Que no me duerma en el letargo de la indiferencia que no me pierda en la oscuridad de la impaciencia que no me acueste en la comodidad del “ya no merece la pena” Y si vienes, Señor, y me encuentras o me sorprendes con mi lámpara a punto de extinguirse… perdóname, Señor; sabes que hice lo que pude por amarte, servirte, quererte….y esperarte
L
Señor que al caminar no me falte la fe recordando a Abraham, no pierda la esperanza y mi amor no se nuble teniendo mis ojos en tu Amor. 
M
Señor, hoy quiero convertir en materia de mi oración una de las últimas palabras del evangelio de este día: “Somos siervos inútiles”. o tal vez soy útil..... Dios mío que como Tu yo abra mis ojos, abra mi corazón y abra mis manos a los demás.  ¿Qué hubiera sido de mi vida sin tu gracia, sin tu presencia? Lo dices Tú muy bien: “una casa edificada sobre arena”. Todo lo que hay en mí de sólido, de firme, de consistente, te lo debo a Ti.

X
Que no seamos como los  leprosos  desagradecido. Que  te demos gracias  Señor por todo  ya  que todo lo hemos recibido de Ti. También por lo malo incluido los accidente, estaba en tus planes, pero Tu nos miras como  una madre

Como el leproso samaritano; vivir, como María de Nazaret, en un ininterrumpido Magnificat. Alabar y agradecer es lo primero para quienes, por fe, entendemos un poco de qué va la cosa.
J

El reino tiene que inundar el corazón. Y se manifestará en cosas pequeñas. El reino ya se está produciendo en nuestro mundo cada vez que una persona es capaz de amar como Dios ama. Gratuita y desinteresadamente. El reino acontece cuando creemos en nosotros mismos como hijos e hijas de Dios, capaces de recrear y renovar nuestra vida y la de nuestros hermanos y hermanas desde la justicia y el amor. El reino se hace vida compartida cuando llevamos la eucaristía a la vida y compartimos el pan de la fraternidad con todos los que nos rodean, especialmente con los que más sufren.
V
No podemos vivir olvidados de Dios, distraídos y embebidos en las cosas solo comiendo y bebiendo preocupados por los bienes terrenos. Jesús nos advierte de la ceguera espiritual que nos impide captar en el interior de los acontecimientos buenos o malos esos mensajes de los que Dios no priva a quienes le reconocen como tal: “El que pretenda guardarse su vida la perderá; y el que la pierda la recobrará”

S

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