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sábado, 7 de octubre de 2023

 Nuevo curso y, por lo tanto, en muchas parroquias, colegios e instituciones eclesiales, motivos para la esperanza y para seguir ahondando en nuestras raíces y vida cristiana. 



 lo realizaremos en nombre de Aquel que tanto nos quiere y tanto nos ama: Dios. Lo celebraremos entonando cánticos de alabanza, domingo tras domingo o, lo meditaremos, desde esa Palabra que nos invita, en este Año Jubilar Paulino, 

 El Señor, en su nombre, nos envía a su viña, no para recoger frutos pero sí, entre otras cosas, para sembrar; para intentarlo de nuevo. Unos, como catequistas –y a pesar de muchas dificultades- daremos, desde la palabra y con el testimonio, razón de nuestra fe. 

La viña del Señor serán esos niños y jóvenes que queremos den frutos con el color y el gusto del cristianismo Otros, como sacerdotes, animaremos a nuestras comunidades. Rezaremos y celebraremos con ellas la presencia real y misteriosa de Cristo en la Eucaristía. En su nombre, una y otra vez, llamaremos a la conversión personal y comunitaria por el Sacramento de la Penitencia, etc. Otros más, como religiosos/as, seguiréis echando las redes en lo aparentemente vacío y duro. Vuestra vida consagrada, una vez más, será exponente de vuestra misión y de vuestra confianza en Dios. Sí, amigos; ¡hay que intentarlo de nuevo! Nadie puede matar el tesoro de la fe que llevamos en vasijas de barro. Nada puede detenernos en el afán de manifestar, por activa y por pasiva, que Jesucristo sigue siendo la mejor herencia, el gran amigo, la piedra sobra la cual podemos construir un mundo, una familia, unas relaciones basadas en el amor, en el perdón o en la fraternidad. ¿Que es utopía? ¿Que son bonitas frases sin final feliz? Hemos de intentarlo. 

 3.- Como criados del Señor nos queda el consuelo de que El nos dará la fuerza para enfrentarnos a los sinsabores y dinamitar los corazones gélidos. Como criados, intrépidos y constantes, seguiremos esperando y luchando contra toda desesperanza. No veremos los frutos pero, el Señor, nos dice que hay que seguir trabajando, rezando, creando, imaginando para que su viña, lejos de morir, reverdezca por sus cuatro costados. Como hijos suyos, preferidos, amados e injertados por el Bautismo a la suerte de Cristo, daremos lo mejor de nosotros mismos. 

A tu viña, que es tu pueblo, donde, las yemas de sus sarmientos sean la paz y el amor que Tú nos traes A tu viña, que son los hombres, que son los jóvenes,  que son los niños,  que son los ancianos, 

 ¡MANDAME, SEÑOR! A tu viña, aunque me sienta sólo A tu viña, aun a riesgo de ser apedreado A tu viña, a pesar de no ser comprendido A tu viña, aunque no me acompañe el éxito A tu viña, aunque sea rechazado ¡MANDAME, SEÑOR! Porque, entre otras cosas y muchas más, sé que Tú me acompañas y vienes conmigo Amén

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