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jueves, 19 de mayo de 2022

V SEMANA DE PASCUA

VIERNES

“ Esto os mando: que os améis unos a otros ”



según san Juan 15, 12-17 


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Este es mí mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. 

Qué distinta la piedad de Jesús de la de los judíos de su tiempo. Éstos tenían muchas leyes, muchos preceptos, muchas normas. Jesús sólo tiene una. La Ley del amor. Lo que nos dejó como testamento y norma suprema “que nos amemos unos a otros como Él nos ha amado”.

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. 

Lo que nos distingue como cristianos ni siquiera es el amor sino el amor tal y como lo entendió Jesús. Y Jesús entendió el amor hasta estar dispuesto a dar la vida por las personas que amaba. Lo ideal del cristiano es vivir para amar, vivir desviviéndose por los demás, gastar la vida amando, de modo que la mejor manera de perder el tiempo sea emplearlo en algo que no se pueda reciclar en amor.

Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

Uno se pregunta: ¿Se puede obligar a amar? Jesús no obliga a nadie a ser cristianos, pero en el momento que uno opta por serlo, ya no es libre para el amor, porque en el momento que dejo de amar dejo de ser cristiano.

 No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».


Te invito a que abras tu corazón al amor incondicional de Dios, que es el Espíritu Santo, y sentirás ese torrente de amor que invadirá todo tu ser. Entonces sabrás lo que es la alegría del cristiano, y la podrás repartir a raudales con todos. De eso se trata el mandato de Jesús. Créeme, el amor es contagioso.

JUEVES


“ Así os he amado yo ”



según san Juan 15, 9-11 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. 

Seguimos con la invitación de continuar unidos al Señor, “Permaneced en mi amor, para que vuestra alegría sea plena”, para que su amor inunde nuestra vida y su gozo habite en nosotros y nuestra alegría sea completa.

Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. 

Nos encontramos con la esencia del cristianismo, con el amor de Dios, amor que debe estar en el centro de nuestra existencia. Es importante que miremos al Señor y nos preguntemos: ¿Cómo fue el amor de Jesús?

Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud».


Estamos invitados a vivir nuestra vocación de amor, para el amor y en el seguimiento a quien tanto nos ama.

MIERCOLES

“ Permaneced en mí y yo en vosotros ”


La idea principal es que sin Cristo no se puede ser cristiano. Sin meter de lleno en la propia vida a Cristo no se puede ser cristiano, no podemos dar ni un paso cristiano sin él. “Sin mí no podéis hacer nada”, así es de rotundo el mismo Cristo.


según san Juan 15, 1-8 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. 

Lo esencial de nuestra vida cristiana no es saber que estamos unidos a Cristo como los sarmientos a la vid. Lo importante es vivirlo, experimentarlo, disfrutarlo. Separarse es arrancarse.

Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 

. Algo duele por dentro cuando me separo de Jesús. Separarse es “secarse”. Algo terrible pasa en mi vida cuando me separo de Jesús. ¿Para qué sirven unos sarmientos separados de la vid? Sólo para alimentar el fuego.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. 

Sin Cristo, mi vida se va apagando, se va secando, se va muriendo. En cambio, el sarmiento unido a la vid, echa yemas, pámpanos, uvas. ¡Qué vida tan llena! Por otra parte, en la vida práctica, una vid sin sarmientos tampoco produce frutos. ¡Qué responsabilidad tan enorme!

Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».



Sin Ti yo no soy nada. Contigo, tengo la misma vida de Dios. Deja que en esta oración caiga de rodillas y adore “desde el tiempo” tu Eternidad; “desde mi finitud”, tu Infinitud y “desde mi pequeñez” tu Inmensidad.

MARTES

“ La paz os dejo, mi paz os doy ”


En el Evangelio de hoy el Señor nos ofrece la PAZ. La paz a la que se refiere es el resultado de una unión íntima con Él. Es un fruto de la presencia del Espíritu Santo en nuestras almas, y que hay que pedir en la oración humilde.

según san Juan 14, 27-31a 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. 

La paz de Jesús la ha bebido en las mismas entrañas de su Padre. Esa es la paz que crea comunión y hace felices a todos los que la poseen.

Que no turbe vuestro corazón ni se acobarde. 

El Hijo se va y deja a la Iglesia como herencia su Paz, el don de los tiempos nuevos. Y a lo largo de los siglos los Cristianos no tendremos otra cosa que ofrecer sino su paz: “Por donde paséis, decid:¡Paz a esta casa!”.

Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”.

 Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. 

Si los cristianos, especialmente en la Eucaristía, nos damos esa paz de Jesús, ¿Cómo es posible que después de comulgar tengamos esa agresividad, esa violencia, esa poca paciencia, esas palabras tan duras e hirientes?

Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis. 

Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el príncipe del mundo; no es que él tenga poder sobre mi, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que, como el Padre me ha ordenado, así actúo yo».

Los discípulos de todos los tiempos no tendremos otra cosa que decir a un mundo que se consume por falta de verdadera paz, sino el saludo de la paz acompañado por una vida pacificada. ¿Seremos hoy y siempre instrumentos de su paz?




LUNES

“ El que me ama guardará mi palabra ”


San Juan expresa muy plásticamente lo que implica el seguimiento de Jesús. Seguir a Jesús significa estar enamorado de Él, guardar sus palabras. Beber de la fuente de la Palabra y dejarse embargar por el Espíritu de Jesús hasta que, como decía Pablo, no soy “yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí”.

según san Juan 14, 21-26

 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; al que me ama será amado mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».

Porque abiertos al Señor, Dios Padre nos sacia de su amor, nos inunda con su gracia. Somos templos de Dios, amigos de Dios que nos acompaña y nos habita. La morada de Dios es así el propio hombre, el discípulo que ama a Cristo y guarda sus palabras. 

 Le dijo Judas, no el Iscariote: «Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?» 

Respondió Jesús y le dijo: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. 

Si quiero vivir unido a Dios el camino está en hacer su voluntad. Amar al Señor supone ponerlo a Él en primer lugar, negarme a mí mismo y dejarme podar para intentar hacer mía su voluntad. En el amor, el que ama pone en primer lugar al amado, su felicidad se encuentra en buscar la felicidad del amado.

El que no me ama no guardará mis palabras. 

Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. 

Dios nos ha amado, y por la encarnación y redención de Cristo, ha instaurado una nueva religión, en espíritu y verdad. Dios ha establecido una relación personal con el hombre, con los hombres y con el mundo, y ha restablecido el orden original. Todo viene de Dios y debe tender hacia Dios.

Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho».

Al final del pasaje evangélico nos presenta al Paráclito, al Espíritu Santo, será quien nos lo enseñe todo. En palabras de S. Gregorio Magno, papa y doctor de la iglesia: “El Espíritu se llama también Paráclito -defensor-,


Todos vosotros, en efecto, oís las palabras del que os habla, pero no todos percibís de igual modo lo que significan… El Espíritu Santo es el gran artífice de las transformaciones en nosotros”.

 DOMINGO

“ Amaos… ”


Con Jesús cesa lo viejo, lo cansado, lo aburrido, lo repetido. Con Jesús, el agua se convierte en vino, las redes revientan de peces, los ciegos ven, los sordos oyen, los cojos comienzan a caminar, y hasta los muertos resucitan. ¿Qué son los milagros de Jesús sino la reivindicación del hombre al derecho a ser feliz? Con Jesús comienza el gozo, la fiesta, el gusto por la vida. Con Jesús llega el estreno, el asombro, la sorpresa. JESUS ES LA ALEGRIA DE LA VIDA.

según San Juan 13, 31-33a. 34-35 

Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. 

Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. 

Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. 

Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros. 

En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros».



Jesús nos amó hasta dar, en la cruz, su Sangre y Cuerpo. La medida del amor es amar como el Maestro. En el campo del amor, Jesús es nuestro “modelo”.

 Jesús nos pide un amor de amigos y no de siervos: Amar hasta dar la vida, sin poner plazos de tiempo. La señal de los cristianos es siempre el amor fraterno.

NOTA ACLARATORIA

JESÚS NOS DA UN MANDAMIENTO NUEVO (Evangelio). 

Es interesante conocer el contexto inmediato. Las palabras que anteceden son éstas: “Hijitos míos, qué poco me queda de estar con vosotros”. Sabemos que, en arameo, la lengua que hablaba Jesús, no había diminutivos. ¿Cómo se puso esta palabra en diminutivo al traducirla al griego? Dicen los comentaristas: Juan, el testigo de los hechos, no sólo quiso traducir la palabra sino el tono, la emoción, la ternura que puso al pronunciarla. Jesús, en estos momentos tan emocionantes se sintió de una manera especial, “Revelador del Padre”.

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