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jueves, 3 de julio de 2025

DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO

VIERNES

Hoy es el propio San Mateo quien nos cuenta el relato de su vocación. Jesús lo vio, le dijo sígueme y él se levantó y lo siguió. De todos es sabido que Mateo era recaudador de impuestos, oficio que no era bien visto. Sin embargo, Jesús no se fijó en lo que hacía, en lo que aparentaba ser, sino que escudriñó su interior y descubrió dentro de él un corazón dispuesto a dejarlo todo y a seguirle.

“ Él se levantó y lo siguió ”



según san Mateo 9,9-13 

En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme».

Jesús pasa y mira con tanto cariño que su mirada llega al corazón de Mateo. 

Jesús sigue llamando cada día a sus discípulos, que somos nosotros. Sigue pronunciando esa misma palabra, «sígueme», aunque ahora no podamos escucharla en persona de sus mismos labios.

 Él se levantó y lo siguió. Y estando en la casa, sentado a la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos. 

Pero el mensaje tiene la misma fuerza que entonces. Mateo, alguien que no era bien visto ni por los judíos ni por los romanos, no vacila y se levanta.

Levantarse supone abandonar la comodidad de la posición sentada o recostada para erguirse, implica cambiar la perspectiva porque desde la silla no puede verse el horizonte que contempla quien está erguido y es el primer paso para caminar. Jesús, ahora mismo, te está llamando para que lo sigas: para que te levantes y lo sigas.

Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?». 

Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa “Misericordia quiero y no sacrificio”: que no he venido a llamar a justos sino a pecadores».

Pidamos al Señor por la intercesión de San Mateo, que tengamos la valentía de proponer la vocación a los jóvenes de nuestro entorno. Ellos, aún sin saberlo, buscan a Dios, porque buscan la felicidad, muchas veces llamando a puertas equivocadas. Ayudémosles a encontrar el camino de la alegría verdadera, la que sólo Dios puede dar.

JUEVES

´“ Paz a vosotros ”



según san Juan 20, 24-29 

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. 

No se trataba de un grupo cualquiera, sino el grupo elegido por el Señor para continuar con las doce tribus de Israel, se trataba del Nuevo Pueblo de Dios. Y en esta comunidad no puede faltar ningúno del grupo. Dios nos ha querido salvar “como pueblo”. Ahí, en medio del pueblo, se hace presente el Señor Resucitado.

Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». 

Los demás estaban felices después de la experiencia con Jesús. Él se hubiera visto desplazado y hubiera acabado abandonando el grupo. Dos cosas importantes: No se puede ser cristiano sin una experiencia viva con Jesús Resucitado.

Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo». 

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. 

Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros». Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». 

Los cristianos que viven así son una rémora para la comunidad. Y segundo: La experiencia pascual, por voluntad del Señor, se hace dentro de la comunidad. 

Lamentablemente, hoy abundan los cristianos “por libre”. Yo me las entiendo a solas con DIOS. No necesito ir a Misa ni a ningún grupo. ¿Qué decir? Eso no es lo que ha querido Jesús.Con ese comportamiento, poco a poco, se va desvaneciendo, se va apagando, la memoria de Jesús. Y esta pérdida no es sólo para os cristianos sino para toda la humanidad.

Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!». Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».


«Tenemos que tocar las llagas de Jesús, debemos acariciar las llagas de Jesús, tenemos que curar las llagas de Jesús con ternura, tenemos que besar las llagas de Jesús, y esto literalmente. Pensemos, ¿qué pasó con San Francisco, cuando abrazó al leproso? Lo mismo que a Tomás, que su vida cambió».


MIÉRCOLES

“ ¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ”



según san Mateo 8,28-34

 En aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gadarenos. Desde el sepulcro dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino. 

En aquella época se creía que los espíritus malévolos manchaban, ensuciaban y contaminaban a las personas. Este endemoniado vivía junto a los sepulcros, es decir, en el reino de la muerte. Era como un ser muerto en vida y además contagiaba el mal a las personas y les privaba de libertad. Con este milagro, Jesús pretende devolver a las personas la dignidad perdida y devolverles el derecho a disfrutar de la vida. Hay que tener en cuenta el texto paralelo de Marcos 5, 1-20. 

Y le dijeron a gritos: «¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?».

endemoniado apareció “sentado, vestido y en su sano juicio” (v.15) Se habla explícitamente de la dignidad totalmente restaurada, aunque a los ricos (los porqueros) les importe poco esto y prefieran el negocio de los cerdos.

 A cierta distancia, una gran piara de cerdos estaba paciendo. Los demonios le rogaron: «Si nos echas, mándanos a la piara». Jesús les dijo: «Id». Salieron y se metieron en los cerdos. 

“El endemoniado aparece haciendo propaganda por el territorio extranjero de lo que Jesús había hecho con Él (v.20). Jesús es universal. Es de todos los pueblos. ¿

Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo al mar y se murieron en las aguas. Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados. Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país.



Gracias por tu poder sobre los elementos de la naturaleza y, sobre todo, tu poder para liberar al hombre de todo lo que le oprime, le envilece, no le deja ser persona.



MARTES

“ ¿Quién es este, que hasta el viento y el mar lo obedecen? ”


En el Evangelio de hoy, nos encontramos con la tempestad calmada. Y también con el reproche del Señor a sus discípulos: ¡Que poca fe!

según san Mateo 8, 23-27 

En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron.

 En esto se produjo una tempestad tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron y lo despertaron gritándole: 

¡Que poca fe! Por una parte con la invitación a no temer, en el amor no tiene cabida el miedo, para Dios somos importantes, Él se preocupa por nosotros y por nuestras cosas.

«¡Señor, sálvanos, que perecemos!». 

Él les dice: «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?». 

Y por la otra, nuestra falta de confianza en el Señor, nuestros miedos, nuestras angustias… que muchas veces nos hacen dudar, desconfiar, son oportunidades que nos presenta la vida para crecer en el abandono en el Señor y en su providencia.

Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma.

La presencia en nuestra vida de Jesús y su evangelio nunca cultivará nuestro miedo.  No nos ha invitado a dirigirnos a tierra firme, sino a proseguir en la aventura de la fe.

 Los hombres se decían asombrados: «¿Quién es este, que hasta el viento y el mar lo obedecen?».



Cuando te encuentres con la tempestad que te cambia la vida....no pierdas la paz, recuerda que Jesús dirige tu barca y con El eres más fuerte.

LUNES

“ Tú, sígueme ”






Seguir a Jesús supone optar por la vida con todas sus consecuencias: "Deja que los muertos entierren a sus muertos”.

san Mateo 8, 18-22 

En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de cruzar a la otra orilla. Se le acercó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adonde vayas». Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». 

Bien interpretado, es un buen lema de vida. Invita al seguimiento, a la decisión, a ponerse ya en camino, sin entretenerse ni dar disculpas. Invita también a dejar atrás lo que ya está muerto, lo pasado, aunque haya sido muy importante, y a mirar a lo que está por delante.

Otro, que era de los discípulos, le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre». 

Nadie puede arrancar el seguimiento del Señor calculando privilegios y honores, sino antes al contrario, barruntando los sinsabores de todo tipo que le acarreará la decisión.

Jesús le replicó: «Tú, sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos».


Invita a no vivir de lo antiguo, a no quedarnos fijados mirando para atrás, sino a lanzarnos a lo que está por delante... detrás de Jesús. Porque Él vivió todo esto. Sin tener dónde reclinar la cabeza. A la intemperie.

Estamos llamados a ser testigos de ese amor, a contagiar nuestra fe, la esperanza y dar frutos de amor.

 DOMINGO

Celebramos hoy la fiesta de San Pedro y de San Pablo. San Pedro era una persona normal, de los que hoy no saldría en televisión, un pescador de Galilea, de carácter directo, impetuoso. Vivía del trabajo de sus manos en el mar. Pero hubo algo que cambió su vida, un acontecimiento que marcó un antes y un después: el encuentro con Jesús de Nazaret. Desde el primer momento, Pedro quedó prendado, entusiasmado, cogido, seducido… por Jesús de Nazaret. Vio en él algo especial. Por eso, cuando le pidió que lo dejase todo para seguirle y le prometió que le iba a hacer pescador de hombres… Lo dejó todo y le siguió.

“ Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo ”



según san Mateo 16, 13-19 

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».

 Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». 

En el evangelio de hoy, ante la pregunta de Jesús: Y vosotros,¿quién decís que soy yo? Pedro responde: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. San Pedro experimentó que las palabras de Jesús contienen vida, sentido, luz, y llevan a estar a gusto, a llenar el corazón, a tener esperanza.

Él les preguntó: «Y vosotros, ¿ quién decís que soy yo?». Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo». 

Jesús le respondió: «¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».

No todo en la vida de Pedro fue un camino de rosas. Experimentó la debilidad. También Pedro fue débil. Tan débil que llegó a negar a su Maestro y Señor en el proceso seguido contra Él. “Ni le conozco”. Pero Jesús resucitado salió de nuevo a su encuentro y, en su debilidad y arrepentimiento, le acogió, le perdonó y le puso al frente de su iglesia. Solamente le pidió que no dejase de amarle: “Pero ¿me amas?”.


Quizás la frase que resume la vida de Pablo es aquella en la que confiesa: “Para mí la vida es Cristo”. Desde que Jesús salió a su encuentro cuando iba persiguiendo a sus seguidores, y le hizo caer en la cuenta de que era el Hijo de Dios y que su evangelio era la mejor noticia para todos los hombres, gastó y desgastó su vida en la predicción de Jesús y su evangelio. Su vida sin Cristo no se entiende, si la quitan a Cristo no hay vida para él.

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