DE NAZAERT A BELEN
El camino, en no muy buenas condiciones, lo harían en cuatro o cinco jornadas, con un borrico. q
Un periplo 156 kilómetros que representó una auténtica prueba para la pareja.
Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, en su libro, de 2018, Jesús de Nazaret, nos recuerda la frase evangélica: “Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero” (Lucas 2, 1). Y dice Benedicto XVI “con estas palabras introduce Lucas su relato del nacimiento de Jesús y explica cómo es que tuvo lugar en Belén.
Dios se sirvió de este decreto del emperador romano para que María y José se encaminaran a Belén y allí naciera el Mesías, como había sido anunciado por los profetas.
Pasan por lugares conocidos por los Evangelios; Monte Tabor, Naif, el Pozo de Sique y por supuesto Jerusalén y por fin llegan a Belén.
Llegaron nuestros peregrinos sagrados a las cuatro de la tarde, cuando pensaba el Santo Patriarca hallar segura posada para la Madre de Dios, entre sus deudos, parientes y conocidos, poniendo fin y término a sus trabajos; entonces se le multiplicaron las penas, porque habiendo cumplido con el edicto del César, llegaron a las puertas de los parientes a buscar posada y todos les dieron con ella en la cara.
Consideremos que tristeza padecería su atribulado corazón en aquellas calles buscando en las puertas de los mesones un portal o pajar para la Emperatriz de los cielos. La mortificación que padecería con las palabras ásperas y desabridas con que los despedían, tratando al santo esposo de ocioso y vagabundo, al verla con tanta humildad y pobreza: ¡Qué lágrimas no derramarían sus ojos!
Miraba a su santísima esposa desamparada y llorosa con el desprecio de los hombres.
Y cuantas veces tu y yo nos hemos olvidado de Ella y de su Divino Niño.
Procura salirles al encuentro y llevar al Divino Niño a tu alma, recibiéndole sacramentado este día, para que al fin de tu jornada te abra las puertas de su gloria.
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