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viernes, 1 de noviembre de 2024

SEMANA XXX DEL TIEMPO ORDINARIO

SÁBADO

 “ Yo soy la Resurrección y la Vida ”





Conmemoramos a los Fieles Difuntos y el Evangelio nos habla de VIDA. No, no es una contradicción, es la realidad que Cristo vino a traer a la tierra.

según san Juan 11, 17-27 

Cuando Jesús llegó a Betania, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos quince estadios; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano. 

Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá». 

Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». 

Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección en el último día». 

Allí donde está Cristo está la vida. Donde Jesús mora viven la esperanza y la alegría. Con Él se acabaron las tinieblas y se abrió paso la luz. Si de verdad creyéramos en La Palabra, si la hiciéramos nuestra, la separación de un ser querido sería motivo de gozo puesto que ya vive en presencia de Dios.

Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?». 

Hoy es el día para celebrar a los que fueron fieles a Dios, a los que compartieron su paso por este mundo con todos nosotros. Es humano llorar su pérdida pero debemos hacer el esfuerzo de superar la tristeza y ver con los ojos del alma que con Cristo seremos resucitados

Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».


vivir los acontecimientos de la vida, grandes y pequeños, conscientes de estar siendo moldeados como el barro en manos del alfarero. Él solamente nos pide que nos abandonemos a Él con total confianza. Si nos acostumbramos a contemplar el final de Jesús, aprenderemos a hacer lo que Él hizo: inclinar la cabeza y poner nuestro ser en sus manos.


VIERNES

“ Bienaventurados... ”



según san Mateo 5, 1-12a

Porque el mensaje de Jesús, el Evangelio, bien asimilado, se pone de manifiesto en una vida abundante en confianza, en sencillez, en luz, en salud interior, aunque la salud física de esa persona no sea buena. Es que cuando una persona vive intensamente la realidad del amor de Dios, entonces esa persona es dichosa y es santa. Como la Madre de Jesús. Ella, consciente de su nulidad, tuvo como única referencia de su vida a quien miró la nulidad de su esclava.

 En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo: 

«Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. 

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. 

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

 Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. 

Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».


Eran gente normal pero buscaron amar a Dios de una forma fuera de lo normal, de forma extraordinaria. La clave de toda santidad esta en la caridad. El amor es la fuente de todas las gracias, si me falta el amor nada, no me vale, no me sirve. El amor nos ayuda a vivir el Evangelio, el amor nos impulsa a hacer el bien y a perdonar siempre. El amor es el que nos hace renunciar a nuestros egoísmos para servir imitando a Ntro. Señor. Hoy se nos invita a lo verdaderamente importante, el camino de dicha… Dichosos, Bienaventurados, Felices.


JUEVES

“ ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ”


san Lucas 13, 31-35 

En aquel día, se acercaron unos fariseos a decir a Jesús: «Sal y marcha de aquí, porque Herodes quiere matarte». 

Jesús les dijo: «Id y decid a ese zorro: “Mira, yo arrojo demonios y realizo curaciones hoy y mañana, y al tercer día mi obra quedará consumada.

Posiblemente Jesús se enterneció. Qué bien....un  Dios tan cercano, tan íntimo, tan verdadero. Tiene cercanía, cariño, ternura, sufrimiento, compasión.

Pero es necesario que camine hoy y mañana y pasado, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén”. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! 

Un Dios así conmueve,  incentiva,  motiva a seguirle, aunque haya que ir a Jerusalén. 

Lo que más le duele a Jesús es que el maravilloso proyecto de su Padre de “pasar por la vida haciendo el bien” sea rechazado.

Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus polluelos bajo las alas, y no habéis querido. Mirad, vuestra casa va a ser abandonada. 

Os digo que no me veréis hasta el día en que digáis: “¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”».

Jesús elegirá la muerte antes que dejar de cumplir su misión. Hay algo que vale más que la misma vida: la misión que Dios nos ha encomendado a cada uno. 

 Haz que yo ame mi tarea, mi vocación, mi misión. Es verdad que da miedo, pero Dios no nos abandona. El mismo que dice: “Como el Padre me ha enviado así os envío” (Juan 20,21), también nos dice: “Como el Padre me ha amado a mí así os he amado yo” (Juan 15,9). Las locuras de Jesús sólo se entienden desde el amor.

 MIÉRCOLES

“ Esforzaos en entrar por la puerta estrecha ”




según san Lucas 13,22-30 

Ante la pregunta: ¿serán muchos los que se salven? Jesús dice: «Entrad por la puerta estrecha» ¿Qué puerta es esa? Cuando pensamos en una puerta estrecha pensamos en la puerta de esta Iglesia el domingo de Ramos, que en muy pocos minutos pasan cientos de personas con las ramas de olivo, o las puertas de un gran centro comercial el primer día de la rebajas.

En aquel tiempo, Jesús pasaba por ciudades y aldeas enseñando y se encaminaba hacia Jerusalén. Uno le preguntó: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?». 

Él les dijo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. 

Pero Jesús cuando habla de la puerta estrecha, no habla de una puerta por la que tengan que pasar muchas personas y por eso se queda estrecha. Está hablando de que delante de cada uno hay como dos puertas una ancha y otra estrecha. La ancha es la puerta del egoísmo que nos lleva a la condenación y la puerta estrecha es la puerta de la exigencia, del esfuerzo, de la abnegación, de la mortificación del propio egoísmo. (Benedicto XVI, Ángelus 26 agosto 2007)

Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo: “Señor, ábrenos”; pero él os dirá: “No sé quiénes sois”. 

Entonces comenzaréis a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”. 

Pero él os dirá: “No sé de dónde sois. Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad”. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros os veáis arrojados fuera. 

Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos»



El Señor nos está diciendo a nuestro corazón que merece la pena pasar por la puerta estrecha, que merece la pena mortificar nuestro propio egoísmo, que merece la pena amar la justicia y la verdad, que merece la pena un compromiso sincero en favor de la paz y la reconciliación.


MARTES

“ ¿A qué se parece el reino de Dios? ”



según san Lucas 13, 18-21 

Es una pregunta complicada, con fácil contestación. El reino de Dios es algo sencillo, algo presente en la vida, en la naturaleza, en el propio hombre. Nosotros somos reino de Dios.

En aquel tiempo, decía Jesús: «A qué es semejante el reino de Dios o a qué lo compararé? 
Jesús Maestro con sencillez, con claridad, con brevedad y con gran profundidad comparte con los suyos los secretos del Reino. Ambas parábolas, a pesar de su brevedad, son sumamente provechosas. 
Es semejante a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; creció, se hizo un árbol y los pájaros del cielo anidaron en sus ramas». 
Nos invitan a dejarnos impulsar por un doble dinamismo: Uno interior, crecer desde la entrega, como el grano de mostaza, no desde la vanidad de la apariencia y otro, exterior y dirigido hacia fuera: transformar el ambiente como la levadura en la masa, irradiar e influir. 
No son opciones alternativas, desechable la una de la otra. Deben ser simultáneas y obedecen a dos urgencias hoy para el cristiano: a seguir creciendo en profundidad y en sabiduría ¡nos falta tanto por aprender! Y a descubrir la misión que no sólo se reduce a la transmisión de ideas, sino al contagio de la vida.
Y dijo de nuevo: «¿A qué compararé el reino de Dios?
 Es semejante a la levadura que una mujer tomó y metió en tres medidas de harina, hasta que todo fermentó».

Un mensaje de esperanza es lo que nos comunican ambas parábolas. El crecimiento del reino, el crecimiento del bien es tan lento que no lo percibimos la inmensa mayoría de las veces, pero que no lo percibamos no quiere decir que no se este dando

Señor, leyendo hoy el evangelio, me dan ganas de decirte: hazme pequeño, como ese granito de mostaza. No quiero presumir de saber mucho, de tener mucho, de valer mucho. Quiero presumir de mi pequeñez. Y eso es lo que te ofrezco: “eso poquito que hay en mí”. Tú, Dios Padre, sabrás que vas a edificar “con lo poco que soy”.


LUNES


“ Escogió de entre ellos a doce ”



según san Lucas 6, 12-19 


Era una de sus costumbres. Cuando tenía que adoptar una decisión fuerte, Jesús se retira solo a orar. También cuando, como en esta ocasión, va a elegir a doce de sus seguidores para ser sus apóstoles. “Pasó la noche orando a Dios”.

En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelote; Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. 

Jesús sabe que la predicación de su buena noticia, esa que alegra el corazón del hombre, la va a poder realizar personalmente durante un breve tiempo. Sabe que le espera la muerte, la cruz, la resurrección y su vuelta al cielo.

Por eso, elige a estos hombres, que van a ser los primeros continuadores de su misión

Después de bajar con ellos, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. 

El Señor quiso elegir a los Apóstoles para que fueran compañeros en su vida y continuadores de su obra después de su muerte. El Señor es quien lleva la iniciativa, Él es quién nos llama, quien nos elige, quien cuenta con cada uno de nosotros y nos brinda la oportunidad de ir a trabajar a su viña. Los apóstoles eran hombres de su tiempo, con defectos, con debilidades. Y, sin embargo, Jesús los llama para hacer de ellos pescadores de hombres.

Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

De nada vale postularse, aquí no hay currículum que valga ni apetencia por cargo alguno: Jesús escogió a los apóstoles cuyos nombres se le revelaron en la oración y Dios sigue llamando hoy a quienes elige.



Orar antes de decidir, orar para discernir el plan de Dios, orar en vistas a las grandes decisiones de la vida tanto en el ámbito personal como en el comunitario. La oración no es un momento separado de la vida, es una actitud previa que nos introduce en la experiencia personal y eclesial. Así debería ser el modo de proceder de toda la Iglesia, primero y siempre la oración. Solo después de recogerse en silencio y orar largamente, se confía la misión.


DOMINGO

“ ¿Qué quieres que haga por ti? ”



En el Evangelio de hoy vemos el encuentro con un ciego, la diferencia con otros muchos encuentros es el detalle de ponernos el evangelista su nombre, Bartimeo, de presentarnos quien es su padre, Timeo.

 Nos esta hablando que en nuestra relación para el Señor no somos un numero, ni tratados en masa, la importancia de cada uno para el Señor, el ser llamado por nuestro nombre, nos está mostrando el acercamiento a nuestra persona, nuestra realidad, las palabras del Señor a sus discípulos “os llamo amigos”, se renuevan con cada uno de los que quiere seguirle, esa relación más directa, intima y cercana en la que estamos llamados a crecer.

según san Marcos 10,46-52 

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego, Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. 

Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí». Muchos lo increpaban para que se callara. 

Bartimeo, tuvo que superar obstáculos para ese encuentro con el Señor, “le regañaban para que se callara”, y no abandono, al contrario, insistía más: “Ten compasión de mí”. Varias veces nos enseña el Señor a perseverar e insistir, a orar constantemente sin desfallecer, a orar siempre, velad y orar para no caer en tentación. Son muchas las citas bíblicas que nos destacan esto.

Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí». 

 Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo». Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama». 

Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: «¿Qué quieres que te haga?». 

“¿Qué quieres que haga por ti?, Si hoy te la hiciera a ti esta misma pregunta ¿que crees que le dirías?, ¿que es fundamental hoy en tu vida?, ¿qué es importantísimo para ti?, ¿que crees que no te debe faltar para llegar a la plenitud de tu vida?, ¿que crees que le plantearías al Señor?. Y si te dijera como muchas veces utilizó el Señor antes de realizar un milagro, “se haga según tu fe”, crees que de verdad “tu fe te ha curado”, 

 El ciego le contestó: «“Rabbuní”, que recobre la vista». Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha salvado». Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.



Cuantas veces he de hacer mías las palabras dichas a S. Pablo: “Te basta mi gracia”. Aprender a descansar en el Señor y abandonarme en quien tanto nos ama.


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