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viernes, 13 de septiembre de 2024

SEMANA XXIII DEL TIEMPOO ORDINARIO


SÁBADO

“ No envió al Hijo para juzgar, sino para salvar ”


“Tanto amó Dios al mundo”… Me detengo en ese “tanto” que abarca inmensidades. Hasta tal punto, hasta tal extremo, hasta tal locura llegó el amor de Dios al mundo, que entregó a su Hijo único por nosotros. Aquí sobran todas las palabras


según san Juan 3, 13-17 

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. 

 Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. 

Aquí está lo más esencial de la fe cristiana. Este amor de Dios, manifestado de forma insuperable en el Crucificado, es el auténtico Big-Bang del universo, de toda la creación. Nosotros, seguidores de Jesús, no estamos llamados a condenar y vapulear al mundo; estamos llamados a comunicar e irradiar el amor de Dios a todo ser humano. Dios es Amor. Y Dios no sabe, ni quiere, ni puede hacer otra cosa sino amar.

 Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.

No es sencillo, incluso para un buen creyente, creer sin reservas en este amor. Es que se trata de un amor que, como una luz intensa, nos deslumbra y hace que cerremos los ojos. Pero hay que empeñarse en mantenerlos abiertos. No quedaremos ciegos. Quedamos ciegos si los cerramos. Ante el Crucificado lloraremos lágrimas de pena pero, mejor aún, lloraremos lágrimas de alegría.

 Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. 

 El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios».


Señor, la cruz, con sus dos palos, uno vertical mirando al cielo y otro horizontal abrazando a todos los hombres, es la señal de los cristianos. No podemos elegir otra distinta. Es la Cruz del Señor. No es una cruz sola, una cruz vacía, sino una cruz abrazada por el crucificado, en un alarde de amor llevado hasta la locura. Que ahí, en la escuela del calvario, aprenda yo a amar a Dios y a mis hermanos.


VIERNES

“ ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ”


Jesús utiliza la figura de la vista (“ciego” – “ojo”), que nos evoca la contraposición luz-tinieblas (Cfr. Jn 12,46), para recordarnos que no debemos seguir a nadie a ciegas, como tampoco podemos guiar a otros si no conocemos la luz. “¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?

según san Lucas 6, 39-42 

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? 

El mensaje es claro: No podemos guiar a nadie hacia la verdad si no conocemos la verdad. No podemos proclamar el Evangelio si no lo vivimos, porque terminaremos apartándonos de la verdad y arrastrando a otros con nosotros.

 No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como un maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: 

Ese peligro se hace más patente cuando caemos en la tentación de juzgar a otros sin antes habernos juzgado a nosotros mismos, cuando pretendemos enseñarle a otros cómo poner su casa en orden cuando la nuestra está en desorden: “¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?

"Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano».

Con toda probabilidad Jesús estaba pensando en los fariseos cuando pronunció esas palabras tan fuertes. Pero esa verdad no se limita a los fariseos. Somos muy dados a juzgar a los demás con severidad, pero cuando se trata de nosotros, buscamos (y encontramos) toda clase de justificaciones e inclusive nos negamos a ver nuestras propias faltas.


“Te pedimos, Señor: Danos ojos limpios y claros para mirar dentro de nuestro corazón y nuestra conciencia, pero empáñalos tenuemente con las sombras del amor cuando veamos las faltas de los que nos rodean. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén”

JUEVES

“ El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo



Aunque para nosotros sea todo un logro el amar solo a quienes nos aman, el prestar a los que nos van a devolver lo prestado, no vamos más allá del horizonte estrecho de las relaciones humanas.

según san Lucas (6,27-38) 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian. 

El Evangelio de hoy nos exhorta a amar, amar al que no te ama, amar, incluso al que te desea mal, amar a tu enemigo, haced el bien, bendecid, orad… y nos regala una regla de vida: “Tratad a los demás como queréis que ellos os traten”.

 Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. 

 Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? 

También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? 

El discípulo, el seguidor de Cristo, el cristiano esta invitado a acoger el amor de Dios, a dejar que ese amor de Cristo transforme su corazón, viviendo y experimentando la fuerza de cambio en su misma vida y llegando a ofrecer la vida, incluso con el amor más grande, perdonando, ese es el camino que vence el mal.

También los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? 

También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. 

Sin embargo, por las solas fuerzas uno experimenta que es incapaz, humanamente hablando, imposible, por eso, necesitamos estar muy unidos a Él, para que nos ayude a amar como Él nos ama, aprendiendo a dar con gratuidad sin esperar recibir nada, experimentando la grandeza de la gratuidad, constantemente renovados y llamados a crecer en su amor, a no cansarnos de vencer el mal a fuerza de bien, aprendiendo a ser misericordiosos como Él y a no cansarnos de perdonar.

 Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos. 

Si amamos a nuestros enemigos vivimos del espíritu del mismo Dios, sino juzgamos ni condenamos, atestiguamos así que la gracia habita en nosotros, usar la misericordia con los demás es obrar como Dios, esa es la verdadera perfección.

 Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».



Mirando a Cristo y este derramando su sangre por amor a nosotros, contemplando hasta donde llega su amor por cada uno, no podemos conformarnos con amar solo a los que nos aman, ¿que hay de extraordinario en saludar al que te saluda, en corresponder al que te aprecia, en amar al que te corresponde?


MIERCOLES

“ Vuestro es el reino de Dios ”





evangelio según san Lucas 6, 20-26

 En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. 

Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. 

 Pero, ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!

 ¡Ay de vosotros, los que estáis saciados!, porque tendréis hambre! ¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis! ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! 

Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas».



Señor, cuando escucho las bienaventuranzas te estoy escuchando a Ti. Tú no eres capaz de hablarnos de algo que no hayas experimentado. Tú quieres que seamos felices por la misma senda que has ido Tú. Sólo desde esta perspectiva puedo entender este camino que, a veces, se me hace tan difícil.

 MARTES

“ Dios nos elige y nos llama personalmente ”



según san Lucas 6, 12-19 

En aquellos días, Jesús salió al la monte a orar y pasó la noche orando a Dios. 

Tratándose de un momento tan importante como el de la elección de los doce, Jesús se prepara con una noche entera en oración. Así deja la batuta en manos del Espíritu.

 Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelote; Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. 

Eran muchos los que seguían a Jesús al comienzo de su vida pública; unos más de cerca, otros más de lejos. A los más cercanos los llama a encontrarse con Él en el monte y elige de entre ellos a doce. 

Hay otro amplio grupo de discípulos que quedan en el llano. Hay, además, muchos simpatizantes; alternan el seguimiento con sus quehaceres. Al final serán muy pocos los que le permanecerán fieles.

¿En que grupo estoy yo?

 Después de bajar con ellos, se paró en un llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. 

Los débiles no pueden subir al monte. 

Si nosotros somos de los llamados al encuentro con Jesús en el monte, seremos inmediatamente llevados por Él al encuentro con la gente abajo, en el llano; con la gente, con sus enfermedades, con sus demonios. Si no se da este encuentro con la gente abajo, es que no se ha dado el encuentro con el Señor arriba.

 Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.



Las vocaciones nacen en la oración y de la oración; y solo en la oración pueden perseverar y dar fruto.

En el pasaje evangélico se nos pone la lista de nombres de los discípulos que fueron escogidos para ser constituidos apóstoles. Son enviados por El, se les pide ser fieles a quien les ha llamado. Servidores. 
El detalle de poner los nombres nos señala que la relación es personal, cada uno es llamado por su nombre, nos habla de elección, escogidos desde antes de la creación del mundo, para ser santos. Cada uno de nosotros también hemos sido llamados, escogidos, elegidos desde nuestro bautismo, llamados por nuestro nombre para la vida eterna.

LUNES

“ Levántate y ponte ahí en medio ”

De nuevo en sábado y, de nuevo, en la sinagoga. Es decir, un tiempo y un espacio sagrados. Pero, según escuchamos a Jesús y según le vemos actuar, la distinción entre sagrado y profano significa poca cosa para Él.
según san Lucas 6,6-11 

Un sábado, entró Jesús en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. 

Una vez más se pone de manifiesto como Cristo consagra toda su vida a los hombres y no a las normas y a las leyes. De hecho la curación que contemplamos en el evangelio de hoy ocurre dentro de la sinagoga y en medio de un culto caduco y rancio que no es capaz de dar vida y esperanza a los hombres.

 Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo. 

 Pero él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada: «Levántate y ponte ahí en medio». 

Es Jesús quien coloca en el centro de la sinagoga a este hombre paralizado y le hace recobrar el uso de su mano derecha, es decir, de sus facultades de acción. Este es el nuevo culto que ha inaugurado Cristo: que el hombre tenga vida y vida en abundancia.

 Y, levantándose, se quedó en pie. Jesús les dijo: «Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?». 

 Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo: «Extiende tu mano». Él lo hizo y su mano quedó restablecida. 

 Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús.

DOMINGO

“ Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos ”

Jesús nos invita a vivir con Él, a ser sus discípulos y para ello siempre está dispuesto a curar todo aquello que nos impide seguirle en plenitud. En el Evangelio de hoy el Señor Jesús cura a un sordomudo, y en él quiere curar también éstas dos enfermedades del espíritu que nos impide ser verdaderos discípulos del Señor: la sordera y la mudez.

según san Marcos 7, 31-37 

En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano. 

Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. 

Habla con su Padre en quien confía plenamente y dialoga con Él porque Jesús está asustado de la imagen que los “hombres de la institución religiosa” están dando de Dios. Dios es Padre y sólo desea el bien y la felicidad de sus hijos.

Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá» (esto es, «ábrete»).

“En el centro del Evangelio de hoy hay una pequeña palabra, muy importante. Una palabra que -en su sentido profundo- resume todo el mensaje y toda la obra de Cristo […] “ábrete” […] 

Cristo se hizo hombre para que el hombre, que por el pecado se volvió interiormente sordo y mudo, sea capaz de escuchar la voz de Dios, la voz del Amor que habla al corazón, y de esta manera aprenda a su vez a hablar el lenguaje del amor, a comunicar con Dios y con los demás”. (P. Benedicto XVI, ángelus, 9 sept. 2012).

 Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente. 

Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. 

Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».



Jesús pronuncia esta palabra redentora y liberadora: ¡Effettá! Que quiere decir: ¡Ábrete! El encuentro con Jesús tiene como finalidad abrir a Dios todos mis sentidos: -los oídos para que puede percibir de una nueva manera la voz de Dios; -los ojos para que pueda reconocer a Dios en todo, -debo renovar mi sentido del tacto para poder percibir el tierno amor de Dios en el sol y en el viento. Para encontrar a Dios en todas las cosas,

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