Páginas

viernes, 28 de junio de 2024

DOMINGO XII DEL TIEMPO ORDINARIO

SÁBADO

“ Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia ”



según san Mateo 16, 13-19 

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». 

En el evangelio caemos en la cuenta de que a Jesús le interesa la opinión de la gente: lo que piensa, lo que dice, lo que acepta, también lo que no le gusta de Él. Pero todavía le interesa más la opinión de los suyos, de los que están con Él, de los que le siguen cada día. A esta pregunta no podemos responder con teorías ni con evasivas. Debemos responder con sinceridad. En este caso es el propio Pedro el que contesta.

Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».

 Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo». 

Jesús le respondió: «¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 

Pedro era un simple pescador que se ganaba la vida practicando su noble oficio en el lago a cuya orilla Jesús le instituye “piedra” y cabeza de su Iglesia, no por sus propios méritos, sino porque Jesús reconoce que el Padre le ha escogido: “… porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo”.

Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».



Señor, en la fiesta de San Pedro me siento limitado como él; pecador como él; pero también muy querido de Ti como él. Haz que, como Pedro, yo también sepa superar mis pecados, mis deficiencias, mis negaciones, por la fuerza de mi sincero amor. Haz que, como Pedro, sienta de cerca tu perdón, tu fiel amistad, tu amor desbordado hacia mí. Y que, con la abundancia de tu amor, sepa yo también amarte con todo mi corazón.

VIERNES

“ Si quieres puedes limpiarme ”


Jesús sube no atraído por el aire sano de la montaña ni por el intenso olor de las flores en primavera, sino por el inmenso e infinito amor del Padre. Algo grande, inefable, misterioso ocurre siempre que Jesús se interna en el silencio de la noche y abre su corazón a la ternura infinita del Padre. Para Jesús esta oración es una fuerte atracción, una imperiosa necesidad, una íntima y gozosa experiencia.

según san Mateo 8,1-4

Jesús baja al valle donde están los problemas de la gente. Y, en este caso, se encuentra con un problema terrible, el de la enfermedad de la lepra.

 Al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme».

Y aquí está Jesús para sanarlo todo. Le cura la lepra y deja ya de sufrir físicamente. Lo manda al sacerdote para que certifique que está curado y así pueda ya insertarse en la sociedad.

 Extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero, queda limpio». 

Y, sobre todo, le cura de la enfermedad más terrible, la de creer que Dios está lejos de él.

Y en seguida quedó limpio de la lepra. 

Y Jesús le dice que Dios está tan cerca de él que le toca. Ese gesto por parte de Jesús es para expresarle con un apretón de manos, lo equivocado que estaba cuando se creía lejos de Dios. Dios no se contagia al tocar de cerca nuestras miserias y nuestras enfermedades.

Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».



Señor, me llama la atención esta bajada del monte de la Bienaventuranzas. Qué distinta de aquella bajada de Moisés del monte Sinaí entre truenos, relámpagos, miedos y castigos. Jesús, bajas de la montaña de Dios, pero un Dios Padre, lleno de compasión y de ternura. 

No bajas para castigar sino para salvar; no bajas para meter miedo, sino para dar confianza; no bajas porque no te lo pases bien en el monte, sino porque los hombres y mujeres que están en el valle te necesitan. Que yo sepa bajar de la contemplación a la acción.

 JUEVES

“ No se hundió, porque estaba cimentada sobre roca






Evangelio según San Mateo 7,21-29.

 Jesús dijo a sus discípulos: “No son los que me dicen: ‘Señor, Señor’, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. 

Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?’.

No nos salva el que hayamos gritado y repetido machaconamente el nombre de Dios, ni el haber cumplido los mandamientos, ni siquiera nos va a salvar el presentarnos ante Dios con las manos llenas de méritos. Solo el que "hace la voluntad del Padre" se salvará.

Lo que Dios Padre espera de nosotros es que le respondamos al amor que Él nos ha dado, viviendo como hijos que están pendiente de su voluntad, como hijos que han elegido resueltamente el camino del amor.

 Entonces yo les manifestaré: ‘Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal’. Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca.

 Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca. 

Quien así obra, edifica su vida sobre roca. Ya podrán caer sobre nosotros la lluvia y los torrentes de la crítica, la difamación, el dolor, la injusticia...podrán arremeter contra nosotros el viento y las fuerzas del mal, siempre al acecho, pero nosotros seremos fuertes pues la Palabra y la Promesa son nuestro baluarte.

Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. 

Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande”. 

 Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la multitud estaba asombrada de su enseñanza, porque él les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas.



Bienaventurado el que escucha la Palabra de Cristo y la pone en práctica, construirá su vida sobre base sólida. Bienaventurado el que haya tomado el camino de la vida sin otro equipaje que su confianza y esperanza en Dios, será fuerte, le irá bien, saldrá victorioso de las pruebas y vivirá feliz.

MIÉRCOLES

“ Cuidado con los profetas falsos ”



según san Mateo 7,15-20 


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. 

Según este evangelio las personas pueden ser: personas-oveja y personas-lobo. Pero es importante que sepamos distinguirlos. ¿Cómo? Sólo por las obras. La persona-lobo, aunque se disfrace de oveja, es violenta, agresiva, crea conflictos, disensiones, divisiones, enfrentamientos.

Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos?

 Así, todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos. 

En cambio, la persona-oveja es tolerante, dulce, amable, comprensiva, servicial. La persona-lobo ahuyenta, separa, da miedo. La persona-oveja atrae, cautiva, siembra armonía, alegría y paz.

Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis».

Las personas-lobo, siembran el mundo de maldad, de destrucción y de muerte. Las personas-oveja, siembran el mundo de bien, de esperanza y de vida.

El evangelio de hoy nos llama a la autenticidad, a no vivir de fachada. Siempre debemos tener presentes las palabras del Señor a la Iglesia de Sardes: “Conozco tus obras: Tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto”. Y siempre estamos muertos si no vivimos del amor.


MARTES

“ ¡Qué estrecha es la puerta que lleva a la vida! ”

El evangelio de hoy nos habla de una “puerta estrecha”. En realidad para un cristiano no puede haber otra puerta que no sea Jesús. “Él es la puerta” (Jn. 10,7). Y la puerta de Jesús no puede ser otra que “la puerta del amor”.

según san Mateo 7,6.12-14

 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus patas y después se revuelvan para destrozaros. Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas. 

Por esa puerta Jesús nos abre el acceso a un Padre maravilloso, lleno de cariño y de ternura. Y por esa misma puerta Jesús nos abre el acceso “al hombre”.

Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos.

La puerta del amor no puede ser ancha porque se cuela el egoísmo por dentro y destruye al verdadero amor. La puerta del amor es estrecha porque está hecha de sacrificio. Jesús pasó por la puerta estrecha de la Cruz, y así nos expresó con toda claridad todo lo que nos quería.

 ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos».

Pero para un cristiano la meta es más alta: el cristiano pone en el centro a Jesús. Hacer lo que hizo Jesús, pensar como pensaba Jesús, y amar como Él amó. Sólo este amor nos realiza como personas. Sólo este amor nos hace plenamente felices. “Y sabiendo como sabéis estas cosas, seréis felices si las cumplís” (Jn. 13,17). 

El saber cosas bonitas sobre el amor no nos hace felices. Pero sí nos hace felices el ponerlo en práctica como Jesús. Bendita “puerta estrecha” que nos lleva a la auténtica y verdadera felicidad.

LUNES

“ Se va a llamar Juan ”



según san Lucas 1, 57-66. 80 

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella. 

A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo: «¡ No! Se va a llamar Juan». 

Y le dijeron: «Ninguno de tus parientes se llama así». Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase.

 Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre» Y todos se quedaron maravillados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. 

Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo: «Pues ¿qué será este niño?». Porque la mano del Señor estaba con él. 

El niño crecía y se fortalecía en el espíritu, y vivía en lugares desiertos hasta los días de su manifestación a Israel.


Señor, te confieso que me fascina la figura de Juan y te pido que sepa imitarle en su humildad: “es la voz de otro”. Está llamado a señalar a otro que viene detrás y es más que él. Haz que el importante de mi vida no sea yo, sino que seas Tú. Que yo sólo viva para anunciarte con mis palabras y, sobre todo, con el testimonio de mi vida.

DOMINGO

“ ¿Aún no tenéis fe? ”

En la lectura evangélica que contemplamos hoy (Mc 4, 35-41) comienza la narración de una serie de cuatro milagros de Jesús en presencia de sus discípulos, con exclusión de la muchedumbre que le seguía a todas partes. Jesús quiere demostrarles que el Reino a que se refería en las parábolas ya ha llegado, que está entre nosotros.

según San Marcos 4, 35-41 

En este primer milagro vemos a Jesús ejerciendo poder sobre los elementos, específicamente sobre el viento y el mar.

Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla». 

Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. 

Quiere estar a solas con ellos, pero a la vez quiere demostrarles lo difícil que ha de ser su trabajo, y la importancia de permanecer constantes en la fe, aún en medio de las dificultades.

 Abandonan Galilea y se dirigen a tierra de paganos, lugar donde aún no se ha escuchado la palabra de Dios; verdadero “territorio de misión”. 

Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. 

Él estaba en la popa, dormido sobre su cabezal. Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».

 Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio, enmudece!». 

El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?».

 Se llenaron de miedo y se decían unos a otros: «¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar le obedecen!».


No hay comentarios:

Publicar un comentario